A menudo, las personas con estos diagnósticos necesitan una ayuda para poder sobrellevarlos. Para ello, la terapia psicológica es efectiva y forma parte del tratamiento de quien las padece.
Cuando el terapeuta ahonda en la historia clínica del paciente, observa un estrés sostenido durante mucho tiempo; habitualmente presenta un perfil determinado que suele repetirse. Han sido personas muy activas, con una sobrecarga de trabajo, en muchas ocasiones se han hecho cargo de familiares enfermos o han llevado otras cargas familiares. En todos estos casos lo han hecho de manera individual y sin pedir ayuda; una parte del perfil psicológico observado indica que estas personas tienen una gran dificultad para delegar y solicitar apoyo en momentos delicados.
El día que la persona diagnosticada acude a terapia, suele hacerlo agotada, perdida, sus fuerzas ya no existen, apenas puede con sus tareas domésticas y, en muchas ocasiones, ha tenido que abandonar la vida laboral por no poder realizar su trabajo, aunque le guste y se sienta capacitada para hacerlo. No puede entender cómo antes tenía tanta energía para llegar a todo y ahora apenas puede con una tarea básica, incluso le cuesta leer, se agota, no puede concentrarse en lo que dice el texto. Un pequeño párrafo ha de leerlo varias veces para entender el contexto.
La terapia psicológica se ocupa tanto de estos aspectos como de los siguientes:
? Aceptación de la enfermedad: éste es el primer tema a tratar en consulta. Aceptación no significa resignación. Habitualmente, cuando el paciente recibe el diagnóstico, se niega a comprender que ha de vivir a otro ritmo, que hay cosas que antes hacía y que ahora le costará más tiempo hacer. En vez de intentar comprender estos aspectos, se fuerza mucho más, consiguiendo agotarse y sentirse frustrado si no consigue el objetivo.
? Reestructuración cognitiva: ayuda a cambiar pensamientos irracionales y catastrofistas como “ya no sirvo para nada”, “todo me sale mal”, “mi vida es una desgracia”, aportando herramientas para detectarlos y cambiarlos por otros más positivos, haciéndole ver, por medio de un diálogo socrático, que siempre hay aspectos positivos que han quedado enterrados por otros más negativos, que si en un día han salido diez cosas bien y una mal, no puede imperar lo negativo ante lo positivo.
? Gestión del tiempo y dosificación de energía: otro punto importante a tratar en consulta es la gestión del tiempo y la dosificación de energía. Quien padece estos diagnósticos suele aprovechar un día en el que se encuentra mejor para hacer todo tipo de tareas; esto conlleva un coste, seguramente al día siguiente no podrá levantarse de la cama o tendrá que pasar el día en reposo continuo. Hay que planificar muy bien las tareas, priorizar las más urgentes y saber dosificar según la energía disponible en ese día.
? Incomprensión: el diagnóstico de la fibromialgia y la fatiga crónica no se muestra reflejado en las pruebas orgánicas que les practican, no se refleja en una analítica, en rayos X o en un escáner. Por ello, muchos profesionales no creen en estas enfermedades y no les prestan la atención debida; les derivan a otras especialidades, convirtiéndose en un peregrinar que parece no tener fin. La familia también deja de ayudar y de apoyar en muchas ocasiones, acusan al enfermo de no poner de su parte y de haberse convertido en un holgazán. En terapia se tratan todos estos aspectos, no solo con el paciente, sino también con sus familiares más allegados, que también tienen sus dudas y preocupaciones.
? Técnicas de relajación y mindfulness: cuando estamos nerviosos tensamos nuestro cuerpo; cuanto más tenso está, hay más dolor; a la vez, ese aumento del dolor produce más tensión, es un círculo que puede aliviarse calmando nuestro cuerpo y nuestra mente con diversas técnicas que pueden aprenderse fácilmente.
? Ansiedad y depresión: tener que soportar un dolor continuado lleva al paciente a un estado de ansiedad y depresión agravado por la situación personal, laboral, familiar y la falta de recursos para poder afrontarlo. Estos aspectos se tratan en consulta hasta aliviarlos y permitir que la persona afectada pueda disfrutar de la mejor calidad de vida posible.
Se puede aprender a vivir perfectamente tanto con fibromialgia como con fatiga crónica. El dolor y la fatiga acompañarán siempre, pero siguiendo unas pautas pueden manejarse, pudiendo disfrutar de una vida más tranquila que en situaciones normales no solemos saborear.
* Yolanda Ruiz Lancina es psicóloga y miembro de Saluspot
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