“No cortes la mano que te cuida”, rezaba una pancarta durante una marea blanca. “Nos piden que cuidemos a los alumnos, pues nuestro puesto de trabajo depende de que ellos decidan venir a nuestro centro”, me comenta una colega que trabaja educando, “pero no se habla nada de cómo estamos nosotros”.
“Necesitamos mantener una serie de entrevistas con miembros de la organización para asegurarnos de entender lo mejor posible qué necesidades tienen y así diseñar acorde. ¿Podríamos fijar las fechas de las entrevistas?”… En éstas estamos nosotros para un curso de tres días que, en principio, tendrá lugar en abril.
“Esto es lo que debemos hacer para este cliente”… “Vaya, a mí me va a resultar imposible acudir a las reuniones que comiencen más tarde de las 19:00, ¿podríamos intentar reorganizarlas?”. “No, el cliente no puede en otro momento, tiene que ser así”. “Son las 19:00 de la tarde”… “Aquí tienes la planificación de horarios para mañana”.
Habré escrito en alguna ocasión más sobre el cuidado, y es que, definitivamente, es un tema que me trae de corazón y de cabeza. Cada día nos trae (al menos a mí) múltiples oportunidades de reflexionar sobre cuánto cuidado ponemos en aquello que hacemos, en lo que decimos. Sobre si nuestra acción es resultado directo de nuestra intención o en algún momento se desvió de la misma (puesto que quizá la intención era otra). Sobre cuánto incluimos del sistema según organizamos y pensamos, para asegurarnos de cuidar al todo, y no sólo a una parte. Sobre el impacto que tiene en nosotros, como receptores y como actores, la presencia o ausencia de cuidado.
Vaya por delante que yo también fragmento y en múltiples ocasiones no tengo en mente las múltiples derivadas de una situación. Al tiempo, no dejo de sorprenderme (y no gratamente), por el poco cuidado (¿o será atención?) que observo. Los ejemplos con los que encabezo el artículo no son inventados. Todos y cada uno de ellos corresponden a una situación real en la que se reacciona a la falta de cuidado que muestran los que tienen la responsabilidad y la capacidad de hacer algo distinto, los que fijan las líneas de actuación, los que deciden qué se va a hacer y cómo.
Los responsables de Sanidad de la ciudad en la que se celebró la marea blanca no sé si se preocuparon después por entender el porqué de la misma, las causas que la hicieron surgir… Lo que sí conozco es que a la primera, siguió otra.
En el colegio en el que piden mayor esfuerzo a los profesores no se abre una conversación para estudiar (y quizá después, definir) qué necesidades tiene cada uno y cómo pueden organizarse espacio y tiempo en beneficio de todos, alumnos, profesores, institución… que todos podamos disfrutar de lo que hacemos, cada uno desde su rol.
Imagino que la mayoría hemos tenido la opción de visitar algún parque de esos que están perfectamente cuidados. La hierba siempre cortada, que parece una estupenda alfombra, las flores perfectamente colocadas en sus arriates, ninguna hoja o flor seca esparcida, los árboles convenientemente podados… En medio, el cartel de No pisar el césped. Cuando nos encontramos un parque así, la mayoría no osamos pisar el césped, ni dejar pasear a nuestros perros por encima… Nos resultaría difícil perturbar ese espacio tan cuidado, tan bonito y que nos sirve de deleite, de descanso, de inspiración.
Todo cambia cuando el espacio no está cuidado de igual forma. En ese momento, la exigencia que nos imponemos es la misma que lo que está presente ante nosotros. Actuamos (con excepciones, por supuesto), dentro del contexto que se nos ofrece. Si es un contexto cuidado, intentaremos preservarlo y si, por el contrario, ya nos han dado la pauta de que tampoco es tan importante cuidarlo, no lo haremos. Somos excelentes en continuar las series según el comienzo.
Creo que estamos construyendo una sociedad donde el cuidado es bastante escaso, o se encuentra muy limitado a nuestro entorno más inmediato y familiar. Y se nos olvida, quizá, que nuestro progreso como especie no fue únicamente resultado de las gloriosas hazañas de algunos individuos, sino de la colaboración (que requiere de gran cuidado) entre muchos.
Feliz semana.
*Catalizando el desarrollo integral de personas y organizaciones
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