Cuarenta grados y subiendo. Lunes y martes conseguimos un respiro de 5 o 6 grados centígrados menos, para volver de nuevo a remontarlos durante el resto de la semana. No es del todo insoportable, pero día tras día, y sin temperaturas mínimas nocturnas que permitan algo de alivio durante las horas de descanso, el hastío e irritabilidad van in crescendo, al menos en mi caso.
Al fin y al cabo, a la mañana siguiente hay que continuar con la rutina de todos los días. El ritmo de trabajo no ha descendido todavía –tan sólo estamos a mitad de junio– y una se siente en la obligación de mantener el rendimiento en niveles aceptables, aunque sólo sea por amor propio.
Asumo que todos esperamos al momento en el que esto pase –confieso que yo, que llevo años despreocupada por el tiempo que hará, consulto las previsiones varias veces al día, con la esperanza de un pequeño cambio,– como si una vez superada la ola de calor pudiéramos continuar con nuestras vidas tal y como siempre han sido.
Lo haremos, sin duda, y aún así, en otro momento volverá a pillarnos por sorpresa otra nueva ola de calor (al fin y al cabo, continuamos en junio, el verano acaba de hacer su entrada oficial), o de frío cuando se tercie, o grandes lluvias u otros fenómenos naturales cada vez más extremos y cada vez más frecuentes.
Pero nosotros preferimos pensar que esto ha sido, otra vez, una anomalía puntual y que todo regresará a la situación habitual. Al fin y al cabo, ¿por qué no habría de ser así?
Mi pensamiento, sin embargo, en múltiples ocasiones a lo largo de estos días se centró en reflexionar sobre cómo necesitaría que cambiara mi vida y la de los míos si supiéramos que progresivamente, durante tres o cuatro meses al año, tendríamos alta probabilidad de disfrutar de temperaturas constantes superiores a los 37 grados centígrados. Día tras día y noche tras noche.
¿Qué cambios serían necesarios en las infraestructuras que empleamos? ¿Qué nuevos horarios necesitaríamos implantar? ¿Qué elementos de conservación de alimentos habríamos de incorporar? ¿Y qué rutinas para nosotros, para mantenernos hidratados, activos y nutridos? ¿Cómo conseguir trabajar a buen rendimiento en temperaturas tan altas constantes? ¿Qué impacto tendrá esta situación en la cosechas, en la disponibilidad de agua, en las administraciones, en los sistemas sanitarios y educativos, en los ecosistemas? ¿Cuántas especies se ven amenazadas con una humedad ambiente cuasi constante del 0% y las altas temperaturas?
Imagino que muchos habrán recibido este chiste, en el que, estilo Mafalda, el calentamiento global nos dice que si es suficiente con las temperaturas que estamos experimentando a estas alturas del año para darnos por enterados.
Es chiste –los españoles somos únicos en sacarle punta a todo lo que se nos ponga por delante, sea como sea la situación– y, al tiempo, es una verdadera tragedia. Al menos así la denominé yo el jueves pasado, compartiendo el excelente documental seguido de diálogo sobre Gregory Bateson: Una ecología de la mente.
Gregory Bateson, padre del pensamiento sistémico y hombre netamente multidisciplinar, pensaba –afortunadamente- de forma muy diferente. No cesaba en mirar a todo, cualquier cosa o ser vivo que tuviera delante, desde todos los ángulos posibles para captar así todo el elenco de relaciones existentes. Gracias a ello nos dejó un increíble legado.
Bateson, como decía su hija en el documental, se preguntaba: “¿Qué hay en nuestra forma de percibir que hace que NO veamos las delicadas interdependencias que proveen de integridad a los sistemas ecológicos y, por tanto, las rompamos?”.
Yo, después de preguntarme también sobre qué puede haber en nosotros que convierte en invisibles estas interdependencias, prefiero seguir compartiendo con cuantos más mejor las ideas de Bateson y conversando sobre qué barreras hemos de superar para ser capaces de percibir de forma holística de nuevo.
Hasta entonces… Les invito a hacer la misma reflexión… tres o cuatro meses seguidos con temperaturas similares a las de la última semana.
Feliz semana.
*Catalizando el desarrollo integral de personas y organizaciones
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