“Nuestras vidas empiezan a terminar el día en el que guardemos silencio sobre las cosas que importan”. Esta cita no es mía, sino que pertenece a uno de los discursos del activista y pastor bautista estadounidense, Martín Luther King, que luchó hasta su muerte por la libertad sin violencia, por la justicia y por los derechos humanos y civiles de las personas.
Lo que ha hecho este Gobierno con la aprobación de la Ley Orgánica en el Congreso (regulación de la eutanasia), es la mayor sinvergüencería y crueldad de la historia de este país. Es la Ley de la Muerte (con letras grandes), como en la Alemania Nazi, pasando olímpicamente de una ley de cuidados paliativos. Esta disposición es una tragedia para los que luchamos por la vida. Es fomentar la cultura de la muerte: Si el paciente no está en condiciones físicas de poder expresar con palabras, o por escrito, pidiendo la eutanasia, los familiares podrán determinar si vive o muere.
El decreto aprobado puntualiza “que si el médico considera que el paciente no va a superar la dolencia, se podrá adelantar el proceso, se podrá realizar la muerte en el hospital o en su casa y no en una residencia”.
A este Gobierno de España que aprueba la eutanasia (acto de provocar intencionadamente la muerte de las personas que padecen una enfermedad crónica) para ahorrar los gastos del envejecimiento, a la vez que apostilla que “estos son avances del mal llamado primer mundo”, yo le digo que sigo apostando por el taparrabos y por la comunicación a través de los silbos totales. Y que esta pandilla de mandatarios tenga la indecencia de calificarlo como muerte digna…. es terrible.
Desde el jueves 17 de diciembre del 2020, fecha en la que fue aprobada la ley de la muerte por el Gobierno de España, no he podido dejar de pensar en mi caso personal: Yo siempre he llevado una vida sana, metódica (menos en el trabajo que por el área que tenía, con dedicación exclusiva y libre disposición, mis jornadas laborales no bajaban de las 20 horas diarias, a veces con la muerte pisándome los talones y así durante 23 años), con una salud de hierro, pero que de un día para otro tuve que acudir a Urgencias del Hospital de Salamanca donde diagnosticaron un cáncer de páncreas con muy pocas esperanzas de vida.
Casi tres meses ingresada, más de tres semanas en estado de coma en la UCI, la familia esperando la llamada del desenlace… agarrados siempre al árbol de la esperanza y a que se produjera un pequeño rayo de luz. ¿Qué hubiera sucedido si mi cirujano, el médico milagro, (Dr. Juan Sánchez Tocino) hubiera dicho en aquellos momentos que mejor “meter un chute final” para que dejara de sufrir, en lugar de luchar con todas sus fuerzas para intentar salvarme, con la creencia firme de que la medicina es para la vida y no para la muerte?
Un canto a la vida (una vida que bien merece la pena ser vivida) para entonar cada mañana al despertar.
Desde entonces, han pasado ocho años y un día y acá estoy, dando gracias cada día a los que hicieron posible que hoy yo esté ¡vivita!. No tengo páncreas ni otros órganos, pero estoy viva. Cierto que ahorita no puedo tirarme en paracaídas, ni hacer llaves de defensa personal policial, ni viajar a países lejanos como hacía antes, pero camino por la ciudad, disfruto con las cosas hermosas que me rodean, valoro hasta el pedacito de pan que me llevo a la boca, conservo el mismo cociente intelectual (CI) de 150, la misma capacidad creativa, el mismo espíritu de lucha y de crítica contra las injusticias sociales que cuando a los 24 años estaba convencida de que con mi pluma podría revolucionar el mundo. Tengo motivos más que
suficientes para afirmar que la medicina es la vida y no la muerte.
Con este despropósito del Gobierno del país, estoy planteándome ir al notario para hacer entrega de un documento manuscrito exigiendo que nadie tome decisiones sobre mi vida y mucho menos sobre el hecho de provocar mi muerte intencionadamente. Digamos que al ser diabética, por carecer de páncreas, los que han firmado la referenciada ley me consideran “enferma crónica” y ante una hipoglucemia considerable, éstos podrían dar órdenes de que en lugar de darme seis terrones de azúcar… me colocaran la insulina rápida para que me fuera al más allá en lugar de dejarme en el más acá. Ahí lo dejo caer por si alguien comparte mis pensares, mis sentires, mis vivires y mis premoniciones (?).En España hay más de seis millones de diabéticos (enfermos crónicos). Ya podemos permanecer con el ojo bien abierto, por si acaso a estos políticos un día se les antoja hacer desaparecer las insulinas y “mandarnos a todos con Alá”.
Un ejemplo para reflexionar:
Su madre acudió al médico. Se encontraba en el segundo mes de embarazo. Tenía afección sifilítica (su marido era alcohólico) y uno de sus hijos era retrasado mental. Además, en la familia había varios sordos. El médico decretó la interrupción del embarazo, pero la madre se negó rotundamente a ello. Siete meses después nació el niño. El 7 de mayo del 1824, en Viena, aquel niño al que su madre no quiso abortar, matar, estrenó la Novena Sinfonía, un canto personal a la alegría de vivir. Era Ludwig Van Beethoven. Un genio que con 53 años de edad tuvo que volverse para ver los aplausos del público porque no los oía ya que estaba completamente sordo.
Recordamos que SALUD A DIARIO es un medio de comunicación que difunde información de carácter general relacionada con distintos ámbitos sociosanitarios, por lo que NO RESPONDEMOS a consultas concretas sobre casos médicos o asistenciales particulares. Las noticias que publicamos no sustituyen a la información, el diagnóstico y/o tratamiento o a las recomendaciones QUE DEBE FACILITAR UN PROFESIONAL SANITARIO ante una situación asistencial determinada.
SALUD A DIARIO se reserva el derecho de no publicar o de suprimir todos aquellos comentarios contrarios a las leyes españolas o que resulten injuriantes, así como los que vulneren el respeto a la dignidad de la persona o sean discriminatorios. No se publicarán datos de contacto privados ni serán aprobados comentarios que contengan 'spam', mensajes publicitarios o enlaces incluidos por el autor con intención comercial.
En cualquier caso, SALUD A DIARIO no se hace responsable de las opiniones vertidas por los usuarios a través de los canales de participación establecidos, y se reserva el derecho de eliminar sin previo aviso cualquier contenido generado en los espacios de participación que considere fuera de tema o inapropiados para su publicación.
* Campos obligatorios