En concreto, entre marzo y mayo de 2020 murieron 45.684 personas por COVID-19 en España, ya que no se registra ninguna víctima en enero y febrero, de las que 32.652 personas fallecieron con el virus identificado (con una tasa de 68,8 por cada 100.000 habitantes) y 13.032 personas murieron con la sospecha de tenerlo (con una tasa de 27,5).
Una cifra que eleva en 18.557 los muertos reconocidos por el Ministerio de Sanidad en esas fechas que coinciden con la primera ola de la pandemia y que se establecieron en 27.127 fallecidos, tal como se publicó en su informe del 1 de junio. De hecho, el total actualizado de muertos desde el inicio de esta crisis santiaria se establecía ayer en 47.019 personas, casi los mismos que el INE incluye solo hasta el mes de mayo.
Incluso si tenemos en cuenta la última revisión del Ministerio de Sanidad que estableció los fallecidos en 28.986 hasta mayo, la diferencia respecto a la estadística del INE sigue siendo muy elevada: 16.662 personas más han perdido la vida por la infección por SARS-CoV-2 que las admitidas de forma oficial.
En concreto, Estadistica arroja los siguientes datos:
En marzo murieron 15.425 (11.278 confirmados, 4.147 sospechosos).
En abril, 26.305 (18.178 confirmados, 8.127 confirmados).
En mayo, 3.954 (3.196 confirmados, 758 sospechosos).
La peor semana fue la del 30 de marzo al 5 de abril, con 6.687 personas fallecidas con la enfermedad confirmada y 3.977 con síntomas compatibles.
Por comunidades autónomas, las tasas más elevadas de fallecimientos por COVID-19 se registraron en Castilla-La Mancha (160,8 por cada 100.000 habitantes), Madrid (150,6) y Castilla y León (125,1). Por el contrario, las regiones mejor paradas en aquella primera ola de la pandemia fueron Melilla (2,3), Ceuta (6) y Canarias (7,5, en el caso de personas con la infección confirmada, y en cuanto a los decesos por sospechas de tener el virus, las comunidades con menor incidencia fueron Melilla (1,1), Murcia (1,7) y Ceuta (2,4).