Una mesa redonda se convierte en punto de encuentro para pacientes y familiares en la sala de Ascol en la planta de Hematología del Clínico Universitario de Salamanca. Por las mañanas, huele a café recién hecho, y junto a los voluntarios, toman su desayuno pacientes y familiares que buscan conversación y hablar de aquello que no le recuerde a la enfermedad que está viviendo, ya sea en primera persona o como acompañante.
Esta actividad tiene lugar de lunes a viernes de 10.00 a 12.00 horas. El espacio de esta asociación nada tiene que ver con cualquier otro del hospital. Es como el salón de una casa, con la mesa redonda que facilita que el que llegué se siente donde quiera, un sillón, o cuadrados colgados en la pared que dan un toque de color. Tampoco falta un microondas para aquellos que quieran calentar algo de comida o bebida, y una cafetera. Esta sala es gestionada en su totalidad por Ascol, y cedida por el hospital. Los productos del desayuno son cedidos a la asociación por El Corte Inglés, al igual que el menaje, como los vasos y las cucharillas.
Como apunta la trabajadora social de la asociación, Soraya García, el objetivo de ‘Café con Ascol’ es que tanto pacientes como familiares puedan desayunar en este espacio, que se sientan como en casa, con una mesa redonda, de madera, sin esquinas, donde cojan la silla y se sienten donde quieran”. Macario Martín, miembro de la junta directiva de Ascol y de la coordinación de voluntarios en el Hospital recuerda también que es un lugar donde las familias, más que los enfermos, vienen a pasar un rato, “a charlar, a tomarse un café y a olvidarse por un rato de las penas y calamidades que pasan, aquí se habla de todo”.
Soraya García insiste en que con esta propuesta del café la gente puede salir, “están un rato y te van contando las necesidades que tienen, hay gente que sale a tomar un café u otros que te cuentan cómo han pasado la noche”. Macario añade que están de oyentes, “a escuchar y oír a los familiares, que nos cuenten lo que quieran”. La trabajadora social afirma que la psicóloga de Ascol siempre dice que la actividad es mucho de prevención de aquellas personas que son capaces de transmitir lo que están pasando, “lo que están haciendo es prevenir situaciones de estrés o ansiedad”.
Larga estancia en el hospital
Macario recuerda lo que un día le comentaron haciendo un curso de formación de asistencia a enfermos y familiares: “Que si sabíamos por qué Dios nos había dado dos orejas y una boca, y era para que oigamos el doble de lo que hablamos, es una filosofía muy bonita y esa es la misión”, subraya. Los pacientes de Hematología suelen pasar mucho tiempo de ingreso, un trasplante, de término medio de estancia es un mes, “si va todo normal”, precisa García. Pero a partir de ese tiempo puede ampliarse a más, incluso meses o superar el año.
A lo largo de 2014, como recoge en su memoria Ascol, por la actividad del café pasaron un total de 5.865 personas. En ocasiones, hay gente que tarde en acercarse a la sala de la asociación, “nosotros dejamos a la gente que por inercia hago lo que crea más conveniente, nosotros estamos, y luego ellos deciden cuándo quieren pasarse por aquí”, concluye Soraya. Desde su experiencia asegura que no ha visto a nadie que no se haya acercado a ellos, “pero por una razón, es tan largo, que cada uno decide el momento en el que nos necesita”.
Lo que también han detectado desde Ascol es que cada vez ven a más pacientes que están solos, “y no porque no tengan familia, o no se lo puedan permitir, sino porque la familia no se puede permitir el lujo de irse el tiempo que esté ingresado porque puede perder el trabajo“, aclara Soraya. Esta asociación que lleva 23 años de trayectoria lamenta que en Castilla y León no exista un apoyo al familiar del paciente que necesita ingresos de larga estancia. “No sé de qué manera, para el acompañante, porque en estos casos, el paciente tiene que estar acompañado por el tipo de patología que tiene”, subraya.
Además del ‘Café con Ascol’, la asociación ofrece varias actividades a pacientes y familiares en su sala del hospital. Los lunes tiene relajación, a una sesión que acudieron durante el año pasado un total de 88 personas. Una de las nuevas propuestas está relacionada con el humor, y la han denominado ‘Los payasos’, como precisa la trabajadora social se trata de un ‘sketch’ de dos o tres minutos que realizan los voluntarios en las habitaciones, “y la gente se ríe mucho con ellos, son los martes, van caracterizados. Los miércoles tienen la oportunidad de participar en un taller de manualidades o juegos (se varía), y también juegan al bingo, los jueves, “que es un juego donde se reúne la gente y lo pasan como ‘enanos’, con el objetivo de ser capaz de distraerte y les permite relajar la mente, vaciarla y continuar con lo que tengas que hacer”. Por la tarde, las actividades se desarrollan de 17:00 a 19:30 horas, y junto a los voluntarios siempre están la trabajadora social y la psicóloga de Ascol.
La experiencia de un familiar
Y nadie mejor que la familiar de un paciente para describir la labor de Ascol en el hospital. Ella es María Ángeles Vilas, recién llegada de León con las maletas en mano tras un nuevo ingreso de Luis, su pareja. Al llegar a Salamanca lo primero que ha pensado es en el alivio que le da tener a la gente de esta asociación cerca. Allí se siente como en casa, y los voluntarios de Ascol como si formasen parte de su familia. “La labor es extraordinaria, estamos contentísimos, siempre están dispuestos en cualquier momento, para cualquier cosa que necesites, en cualquier momento”, admite. Y ellos, al venir de León no tenían a nadie en Salamanca, “y ellos ya son como de casa”. Esta familiar reconoce que cuando llegaron al hospital (hace ya más de dos años), se metía en la habitación y no salía ni de día ni de noche, “y a Ascol no me acercaba, era el afán de estar cerca de él, Luis es el que más ha venido, y ahora en las consultas sucesivas que hemos tenido enseguida vengo aquí”.
Desde que acude al espacio de Ascol, María Ángeles asegura que hasta ya da consejos a los nuevos familiares que se acercan, “te haces una experta cuando pasa el tiempo”. Ella tampoco tuvo fácil conciliar la enfermedad de su pareja con su trabajo, “no pudo coincidir mis vacaciones con el trasplante de Luis y los 15 días que estuve en el hospital me los descontaron del sueldo, no admitían ni una semana ni quince días”. Además, asegura que los primeros 15 días tras el trasplante fueron duros para él, “y necesita a alguien a su lado”.
En una ocasión, la pareja de María Ángeles vino solo a una revisión donde finalmente quedó ingresado, “y Ascol se encargó de ir a comprarle unas zapatillas y sus cosas de aseo, no dice más que maravillas de ellas, yo vengo con una tranquilidad al saber que estáis aquí, sé que cuento con este sitio donde puedo ducharme, dejar las cosas”.
Antes de venir por primera vez a Salamanca, ella tenía miedo a muchas cosas, “soy un poco cobarde, no salía de la habitación, solo bajaba a comprar un botellín de agua, soy bastante tirada para atrás, además tengo una deficiencia en la vista”. Y a Vilas la hablaron de Ascol en el hospital, “y que alivio de verdad, yo apenas había salido de casa antes y tenía que apañármelas sola“. María Ángeles reconoce que vivir esta experiencia le ha cambiado hasta el carácter y lo mismo le pasa a los pacientes. La trabajadora social así lo confirma, que vivir estas situaciones pone las cosas en su sitio. “Tienes una experiencia que te pones en el lugar de ellos y no das importancia a muchísimas cosas que antes dabas”, resume.
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