Salvaguardar la salud humana de los efectos del cambio climático es más urgente que nunca, pero la mayoría de los países no están cumpliendo plenamente con sus propios planes para lograrlo, según la primera instantánea mundial de los avances registrados en materia de cambio climático y salud, recogida en un informe de la Organización Mundial de la Salud.
El análisis se basa en datos procedentes de una encuesta realizada por la OMS en 101 países y publicada en el 2018 WHO Health and Climate Change Survey Report, estudio que pone de manifiesto que los países priorizan cada vez más los efectos del cambio climático sobre la salud. Sin embargo, resulta “preocupante” que únicamente el 38% de los encuestados cuente con recursos financieros para ejecutar sus estrategias nacionales, aunque solo sea parcialmente, y menos del 10% destine recursos suficientes para su pleno desarrollo.
“El cambio climático no es solo una factura que deberán pagar las generaciones venideras, sino que se está pagando ya ahora a través de la salud de las personas. Es un imperativo moral que los países dispongan de los recursos necesarios para luchar contra el cambio climático y salvaguardar la salud actual y futura”, ha advertido el Dr. Tedros Adhanom Ghebreyesus, director general de la OMS.
El 48% de los países han llevado a cabo una evaluación de los riesgos climáticos para la salud pública, entre los que han destacado el estrés térmico, las lesiones o la muerte causados por fenómenos meteorológicos extremos y las enfermedades de transmisión vectorial, alimentaria o hídrica (por ejemplo, el cólera, el dengue o el paludismo). Sin embargo, casi seis de cada diez Estados reconocen que los resultados de las evaluaciones han tenido poca o ninguna influencia sobre la asignación de recursos humanos y financieros para cumplir con las prioridades fijadas para proteger la salud frente a ellos.
Además, la encuesta reveló que los países encuentran dificultades a la hora de acceder a la financiación internacional para proteger la salud de su población frente al cambio climático. Más del 75% se refirió a la falta de información sobre las oportunidades de acceder a fondos destinados a esta lucha; más del 60%, a la desconexión de los agentes en la esfera de la salud con los procesos de financiación, y más del 50%, a la falta de capacidad para preparar propuestas.
Inversiones ‘rentables’
Los esfuerzos realizados hasta la fecha han demostrado que el valor de los beneficios para la salud derivados de la reducción de las emisiones de carbono duplicaría aproximadamente el coste de la aplicación de estas medidas a nivel mundial, y que el cumplimiento de los objetivos del Acuerdo de París únicamente en lo relativo a la reducción de la contaminación atmosférica podría salvar cerca de un millón de vidas al año en todo el mundo de aquí a 2050.
Sin embargo, muchos países no son capaces de aprovechar este potencial. La encuesta muestra que menos del 25% de los países cuentan con mecanismos de colaboración claros entre el ámbito de la salud y los sectores que más influyen en el cambio climático y la contaminación atmosférica: el transporte, la generación de electricidad y la energía doméstica.
“Para que el Acuerdo de París sea un instrumento eficaz en la protección de la salud de las personas es preciso que desde todos los niveles de gobierno se dé prioridad a la mejora de la resiliencia de los sistemas de salud ante el cambio climático, y cada vez son más los gobiernos nacionales que apuntan claramente en esa dirección”, ha señalado la Dra. Maria Neira, directora del Departamento de Medio Ambiente, Cambio Climático y Salud de la OMS.
“Si la salud fuera tenida en cuenta de manera sistemática en las contribuciones determinadas a nivel nacional —así como en los Planes Nacionales de Adaptación, las promesas de contribuciones para la financiación de la lucha contra el cambio climático y otras comunicaciones nacionales a la CMNUCC— el Acuerdo de París podría llegar a ser el acuerdo internacional más importante del siglo en la esfera de la salud”, ha añadido.
No obstante, existen desajustes que es preciso abordar urgentemente. Por un lado, hay que lograr que los países pongan en práctica los planes que elaboran, para lo cual se deben adoptar medidas dirigidas a eliminar los obstáculos que se lo impiden, como asegurarse de que el sector de la salud participe en los procesos de lucha contra el cambio climático y velar por que los países cuenten con la capacidad y el apoyo requeridos para acceder a la financiación que necesitan.
Por otro, hay que integrar la salud en los procesos de toma de decisiones que afectan a la reducción de las emisiones de carbono y otros objetivos en materia de sostenibilidad, y tener en cuenta los beneficios para la salud que se derivan de la adopción de medidas relacionadas con el clima.
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