El Plan Estratégico para el Abordaje de la Hepatitis C se estructura en cuatro líneas estratégicas, estableciendo unos objetivos específicos y acciones prioritarias a desarrollar en los próximos tres años (2015-2017). La reciente aparición en el mercado de nuevos fármacos antivirales contra la hepatitis C, más eficaces, seguros y mejor tolerados que los tratamientos precedentes permite vislumbrar un cambio radical en el abordaje actual de la enfermedad, según se recoge en su borrador, apuntando varios aspectos relacionados con esta enfermedad.
La utilización de los antivirales de acción directa, simplifica el tratamiento, reduce considerablemente las necesidades de seguimiento,aumenta las tasas de curación de la infección y retrasa la aparición de las complicaciones tardías y severas de la enfermedad. Al mismo tiempo, “carecemos de información suficiente en la práctica real acerca de la efectividad terapéutica de estos fármacos y su efecto en términos de resultados de salud”, destacan en el borrador de este Plan Estratégico.
La hepatitis C (VHC) es una enfermedad hepática causada por un virus RNA perteneciente a la familia Flaviviridae, género Hepacivirus, del que se conocen siete genotipos, el último descrito recientemente, y al menos 67 subtipos distintos. Este virus puede causar una infección, tanto aguda como crónica, cuyas manifestaciones pueden variar entre una dolencia leve, y una enfermedad grave de por vida. Por lo general, la infección aguda es asintomática. Aproximadamente un 15-45% de las personas infectadas eliminan el virus espontáneamente en un plazo de seis meses, sin necesidad de tratamiento alguno, el 55-85% restante desarrollarán la infección crónica. Del 15-30% de los pacientes con infección crónica evolucionarán a cirrosis hepática en un plazo de 20 años.
La progresión de la infección por hepatitis C no es al azar, sino que se ve influenciada por factores de riesgo como el uso continuo de drogas intravenosas, el abuso del alcohol, la obesidad o la esteatosis, la edad avanzada, factores genéticos, y la coinfección con el VIH, que aumentan la probabilidad de progresión. Del conocimiento de estos factores se deriva la posibilidad de realizar intervenciones no farmacológicas para prevenir complicaciones hepáticas.
¿Cómo se transmite?
El virus de la hepatitis C se transmite principalmente por vía parenteral, por la exposición percutánea o de mucosas a sangre y hemoderivados infectados con el virus. Así se ha vinculado la transmisión con: El consumo de drogas inyectables, mediante el uso compartido de agujas y otros materiales de inyección; transfusiones de sangre, uso de hemoderivados y transplantes de órganos de donantes infectados, realizados previamente a la detección sistemática del virus; la reutilización o la esterilización inadecuada de equipo médico, especialmente jeringuillas y agujas, en entornos sanitarios; las cifras de transmisión nosocomial supondrían del 15-25% de los casos y los mismos se deben generalmente al incumplimiento de las normas estándar de higiene y se relacionan con mayor frecuencia con procedimientos quirúrgicos y diagnósticos invasivos; accidentes biológicos, especialmente por pinchazos con agujas utilizadas en pacientes infectados o con tatuajes y piercings.
El período de incubación puede variar de dos semanas a seis meses. La infección por el VHC puede cursar de forma aguda o crónica y la infección aguda se define como la presencia del virus en los seis meses siguientes a la exposición y posterior infección con VHC. Las infecciones agudas suelen ser asintomáticas, aproximadamente un 80% de las personas no presentan síntomas, y si existen suelen ser inespecíficos y leves. Los pacientes con sintomatología aguda pueden presentar fiebre, cansancio, inapetencia, náuseas, vómitos, dolor abdominal, coluria, acolia, dolores articulares e ictericia.
Las hepatitis agudas sin tratamiento evolucionan a la cronicidad en un 55-85% de los casos y pueden desembocar en cirrosis, insuficiencia hepática y hepatocarcinoma, siendo las hepatitis crónicas por VHC la causa principal de cirrosis y trasplante hepático. Durante la hepatitis crónica las transaminasas pueden aparecer elevadas (70%) o en niveles normales (30%). Son frecuentes además las manifestaciones extrahepáticas como la tiroiditis, artritis, glomerulonefritis y la crioglobulinemia mixta.
La importancia del diagnóstico precoz
El diagnóstico precoz puede prevenir problemas de salud derivados de la infección, y también la transmisión del virus. Algunos países recomiendan el examen de las personas con alto riesgo de infección. Ante la sospecha de infección por VHC debe realizarse una historia clínica completa y la exploración física del paciente. Hay que solicitar una analítica general que, entre otros parámetros, incluya niveles de transaminasas séricas. Debe obtenerse además una serología frente a otros virus hepatotropos y frente al VIH.
Una vez diagnosticada la hepatitis C crónica deberá evaluarse la gravedad del daño hepático, un factor clave para establecer la estrategia terapéutica y el seguimiento de los pacientes. En España los datos disponibles de publicaciones recientes muestran cifras de prevalencia de anticuerpos en adultos del 1,7% (0,4-2,6%), una prevalencia de viremia en adultos del 1,2% (0,3-1,8%), lo que correspondería en valores absolutos a un total de 688.000 adultos con anticuerpos y 472.000 adultos con viremia.
Los casos de hepatitis C comunicados por las Comunidades Autónomas a través del sistema para las enfermedades de declaración obligatoria vigente en estos momentos arroja datos de Castilla y León, en 2014 con 101 casos, 4,05 por cada 100.000 habitantes, y en España, 1.677 casos declarados.
No existen vacunas para prevenir la infección
En el momento actual no existen vacunas para prevenir la infección con el VHC, y por lo tanto la prevención primaria consiste en reducir el riesgo de exposición al virus, principalmente en los grupos de población de alto riesgo: las personas que consumen drogas inyectables; en entornos de atención sanitaria; en HSH con prácticas sexuales de riesgo y en pacientes con infección por VIH.
El tratamiento de los pacientes con hepatitis crónica C está experimentando numerosos cambios como consecuencia de la autorización sucesiva en un corto periodo de tiempo de nuevos antivirales orales de acción directa contra el VHC. Estos nuevos medicamentos, y otros que se encuentran en proceso de autorización y de decisión sobre precio y reembolso, se unen a los ya existentes, incrementando las posibilidades de combinación para el tratamiento de pacientes en diferentes situaciones clínicas, según el genotipo del virus o el estadio de la enfermedad.
Prioridad en pacientes con fibrosis hepática y de trasplante hepático
Por el momento y en los próximos meses, para mantener una incorporación ordenada de los nuevos tratamientos dentro del Sistema Nacional de Salud, se priorizará su utilización en los pacientes con fibrosis hepática significativa y todos los enfermos en el entorno del trasplante hepático (lista de espera y trasplantados). Esta estrategia de priorización se revisará al menos semestralmente, de acuerdo a la nueva evidencia disponible, a los cambios de situación de comercialización y financiación de nuevos fármacos y a los resultados de efectividad en los pacientes que van siendo tratados en el marco del SNS.
El Instituto de Salud Carlos III (ISCIII) es el órgano responsable del fomento de la investigación y la innovación científica en el ámbito del Sistema Nacional de Salud. En el marco de esta estrategia se propone fomentar actividades estructuradas en el área de epidemiología de la infección por virus de la hepatitis C e impulsar, a nivel de todo el Estado y utilizando como instrumento, el Centro de Investigación Biomédica en Red (CIBER), estudios de cohortes orientados a identificar eventos relacionados con los
aspectos epidemiológicos de la hepatitis C.
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