Más de tres millones de personas en España se han contagiado del virus de la Covid-19. De ellas, más de 71.000 han perdido la vida, según datos del Ministerio de Sanidad, y un elevado porcentaje de afectados han precisado atención durante largos periodos de tiempo en las unidades de cuidados intensivos (UCI) para superar la enfermedad.
En algunos pacientes, esa estancia prolongada en la UCI ha dejado secuelas de las que ya se ha hablado largo y tendido en los últimos meses: cronificación de la neumonía, atrofia muscular, daños renales, problemas cardiorrespiratorios y problemas neurológicos. Sin embargo, otras han pasado más desapercibidas, como es el caso de la disfagia o las dificultades del habla o del lenguaje.
“Se calcula que aproximadamente un 70% de las personas con covid-19 que han sido intubadas van a necesitar ayuda logopédica para poder pasar a una alimentación normal”, afirma Francisco Javier Bueno Herrera, secretario y vocal del Colegio Profesional de Logopedas de Galicia (CPLGA), quien, coincidiendo con el Día Europeo de la Logopedia, reivindica la “importante” función de estos profesionales en la rehabilitación de los pacientes de la covid-19, tanto a nivel de deglución como a la hora de recuperar la voz o un buen nivel de comunicación.
“En primer lugar, los logopedas valoramos si el paciente está en condiciones de tragar correctamente e iniciar una dieta oral y, a partir de esa valoración, vemos si precisa algún tipo de adaptación para acceder a la alimentación oral (triturados) o rehabilitación para poder recuperar su función para tragar. Al margen de eso, también intervenimos en lo referente a las dificultades en la voz, ya que muchos de estos pacientes también presentan problemas para mantener una voz y para poder comunicarse tras el paso por la UCI, así como otro tipo de daños neurológicos derivados del virus, como pueden ser los problemas en la función del lenguaje”, explica.
Para Bueno Herrera, que el inicio del tratamiento logopédico se demore en el tiempo puede provocar que los afectados tarden más en llegar a disfrutar de una dieta normal, lo que, a su vez, va a repercutir “en que tengan que depender de una sonda para alimentarse durante más tiempo, en que van a estar peor nutridos e hidratados e incluso en que pueden tener complicaciones respiratorias si, como consecuencia de la disfagia, parte del alimento pasa a las vías respiratorias”.
Necesidad de más profesionales en el SNS
Lamentablemente, según el vocal del CPLGA, el papel “fundamental” del logopeda en la rehabilitación tras patologías agudas como la covid-19 “es aún bastante desconocido por la sociedad y por las propias instituciones sanitarias”, lo que provoca que muchos pacientes puedan recibir el alta hospitalaria sin ni siquiera haber sido valorados en ningún momento por un logopeda.
“El problema es que hay muchos hospitales que no cuentan con logopedas o, si los tienen, no se pueden dedicar a este tipo de pacientes, porque están destinados a enfermos ambulatorios. Es necesario que haya más logopedas en el sistema sanitario público, porque este tipo de pacientes se benefician mucho de nuestra atención; observamos que mejoran cuando intervenimos sobre ellos y, además, un diagnóstico temprano de las dificultades les asegura que van a tener menos secuelas”, reflexiona.
Desigualdad en el acceso a la logopedia
La opinión la comparte Diana Gándara, vicepresidenta de la organización colegial, quien considera que la logopedia, al tratar con la salud de las personas y mejorar su calidad de vida, “no debe ser un artículo de lujo”.
“No puede ser que, dependiendo de dónde vivas y del área sanitaria a la que pertenezcas, puedas tener acceso o no a un logopeda de manera pública. Hay que pensar que todos aquellos que llegan a las clínicas privadas lo tienen que pagar de su propio bolsillo, algo que no siempre es posible, por lo que es necesario y esencial que las administraciones competentes comprendan la importancia de dotar de logopedas al sistema público de salud”, asegura.
Gándara explica que en las consultas privadas se está recibiendo a pacientes con secuelas de la covid-19, “aunque seguramente no a todos los que las padecen”. Entre las más frecuentes, cita los problemas de voz y disfagia, consecuencia de los largos periodos de intubación, pero también otras, como la disnea, que puede producir afectaciones vocales, secuelas neurocognitivas como la falta de atención o la pérdida de memoria, y otras más graves de carácter neurológico, como las sufridas por algunos pacientes que han padecido un ictus a raíz de la infección por el coronavirus y que precisan de rehabilitación del lenguaje y del habla.
“Son un sinfín de secuelas que afectan a la calidad de vida de los pacientes y en las que la rehabilitación logopédica puede marcar un antes y un después” afirma esta profesional.
Diana Gándara lamenta que, pese a la mejoría que se obtiene, el trabajo de los logopedas siga siendo bastante desconocido entre la población, las administraciones públicas e incluso entre los propios profesionales sanitarios: “Muchos desconocen que los logopedas podemos trabajar en disfagia, así que ni siquiera nos derivan a los pacientes, que en muchos casos se quedan sin tratamiento. Sería fundamental que todos ellos conociesen cuáles son las secuelas post covid-19 y el relevante papel que los logopedas podemos jugar en su rehabilitación”, agrega.
Un trabajo de riesgo en tiempos de pandemia no valorado por la administración
Por otro lado, desde el Colegio Profesional de Logopedas de Galicia solicitó a la Consejería de Sanidad gallega la incorporación del colectivo al grupo de vacunación de los profesionales sanitarios a los que se les reconoce la atención de pacientes sin mascarilla y por periodos de tiempo superiores a 15 minutos, como a odontólogos o higienistas dentales (Grupo 3A). Este reconocimiento, sin embargo, no ha sido llevado a cabo en la Estrategia de vacunación, donde los logopedas han sido ubicados en un grupo posterior (Grupo 3B).
“Nuestros profesionales deben asistir en muchas ocasiones a pacientes sin mascarilla y durante un tiempo superior a 15 minutos. Es más, en ocasiones, el propio logopeda debe estar sin mascarilla, debido a las características de la intervención, ya que la boca del profesional debe ser visible para el paciente”, explica Ana Isabel Vázquez Lojo, presidenta del CPLGA, quien recuerda que, además, la natureza de algunas de las intervenciones realizadas por los logopedas implica el contacto con la cavidad bucal de los pacientes, por lo que, al no ser posible mantener la distancia de seguridad, el riesgo de contagio aumenta.
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