La disfagia es un síntoma de la alteración de la deglución o la capacidad para tragar alimentos sólidos o líquidos muy frecuentes en las personas mayores, sobre todo si tienen fragilidad, o pacientes con enfermedades neurodegenerativas, como el alzhéimer, el párkinson, esclerosis lateral amiotrófica (ELA), esclerosis múltiple, así como en pacientes con enfermedades neurológicas no progresivas, como el ictus o traumatismos cráneo-encefálicos. No obstante, puede ocurrir a todos las edades.
Con el fin poner de relieve esta alteración prevalente y que tiene nefastas consecuencias para la salud y calidad de vida de las personas que la sufren, el Colegio Profesional de Logopedas de la Comunidad de Madrid (CPLCM) ha celebrado la Jornada de Disfagia: Bebe y come con seguridad, saborea la vida, en la que logopedas expertos en este tema y otros profesionales sanitarios dieron a conocer la realidad del abordaje de la disfagia en centros sanitarios, sociosanitarios, fundaciones de afectados y centros educativos en la Comunidad de Madrid.
Durante la inauguración, la presidenta del CPLCM, Cristina Municio, subrayó que es necesario que los logopedas formen parte de los equipos multidisciplinares que atienden a los pacientes con disfagia porque su labor es indiscutible, “somos los profesionales indicados para prevenir, detectar, valorar y tratar los problemas de deglución”, afirmó. Sin embargo, la presencia de estos profesionales brilla por su ausencia. De hecho, de los 35 hospitales de la Comunidad de Madrid, 11 carecen de atención logopeda.
Asimismo, insistió en que las unidades de disfagia son un recurso que debe potenciarse para dar la mejor atención posible al ciudadano, para detectar el mayor número de casos y para evitar complicaciones graves propias de esta alteración, como la desnutrición, deshidratación, neumonía aspirativa e infecciones respiratorias.
Estas jornadas ha sido una actividad que el CPLGM ha organizado para conmemorar el Día Europeo de la Logopedia, que este año está dedicado a la disfagia. Pero Municio aseguró que emprenderán más acciones para cumplir los cuatro objetivos que se han planteado a propósito de los trastornos de deglución: detección, formación, prevención e información.
Disfagia en las personas mayores
En la primera mesa de la jornada, Cuidado de las personas dependientes con disfagia, los ponentes estuvieron de acuerdo en que la disfagia está infradiagnosticada e infratratada. “El 80% de los pacientes no están diagnosticados ni reciben tratamiento, porque si no existe una detección completa no se puede tratar”, comentó el logopeda y vocal de la junta directiva del CPLCM, Salvador Jiménez.
En su exposición, Jiménez explicó que la situación actual para los pacientes con disfagia en sanidad, servicios sociales y educación en la Comunidad de Madrid es poco alentadora: “Apenas existen equipos de trabajo multidisciplinares, se carece de protocolos consensuados, las demoras son importantes, hay escasa posibilidad de tratamiento rehabilitador, falta formación y no todos los centros cuentan con logopedas”.
Este logopeda que trabaja en el Hospital Universitario Gregorio Marañón manifestó que la actuación de los logopedas en equipos multidisciplinares resulta coste efectiva, porque previenen problemas médicos costosos. Además, “los trastornos alimentarios no sólo deben contemplarse como un problema médico, también debe tenerse en cuenta que disfrutar con la comida mejora la calidad de vida, es un medio de relación social y aporta placer personal”, sostuvo.
El coordinador médico asistencial de la Agencia Madrileña de Atención Social y vicepresidente de la Sociedad Española de Geriatría y Gerontología (SEGG), Primitivo Ramos, corroboró la falta de sensibilidad hacia este problema tan frecuente en la población mayor. “La pobre dentición, la atrofia muscular facial, la masticación insuficiente, la disminución de la producción de saliva, las pluripatologías y el consumo de múltiples medicamentos son condicionantes que predisponen a padecer disfagia, sobre todo orofaríngea, que es la más frecuente en las personas mayores (80% de los casos)”.
Este experto ratificó que, en los centros asistenciales, la disfagia no está en manos de los logopedas, pero afirmó que “sería necesario que estos profesionales se fueran incorporando a los circuitos asistenciales y sociosanitarios para trabajar con la máxima calidad”.
Por su parte, el vocal sociosanitario de la Sociedad Española de Médicos de Residencias (SEMER), el doctor Alberto López Rocha, aclaró que la importancia de la disfagia orofaríngea en el anciano es la prevención de desequilibrios nutricionales claves, tales la malnutrición y la deshidratación. “Y, para prevenir, hay que llegar a tiempo, lo que requiere formarse e informar”, apuntó.
Del mismo modo, el doctor López Rocha destacó que el trabajo en equipo es el futuro: “El secreto de la prevención, detección y tratamiento es el trabajo en equipo”.
Disfagia en todos los sectores
En la segunda mesa, Disfagia: distintas experiencias una misma realidad, se hizo un recorrido por los hospitales, fundaciones y asociaciones que trabajan con estos pacientes con el fin de conocer su forma de intervenir y sus principales problemáticas y logros.
Los profesionales matizaron que la disfagia sucede en todas las edades y en distintos ámbitos: sanitario, sociosanitario y educación. En general, las asociaciones y fundaciones de pacientes cuentan con los logopedas para tratar la disfagia, lo que denota mayor sensibilización y conocimiento de las atenciones que requieren los pacientes desde edades tempranas hasta que son adultos mayores.
Los logopedas que trabajan en este tipo de entidades afirmaron que la colaboración de la los familiares y el propio paciente es clave para conseguir que el tratamiento del logopeda sea efectivo. Asimismo, consideran imprescindible la formación de afectados y familiares. Por eso, la mayoría de ellos realizan talleres enfocados a pacientes y cuidadores.
En la clausura, la vicepresidenta del CPLCM, Pilar Mendoza, indicó que la logopedia es una necesidad real: “La logopedia es una profesión que tiene mucha importancia porque suma en la búsqueda de la calidad de vida del paciente. Los profesionales que nos dedicamos a ello tenemos que ser conscientes y poner en valor el trabajo imprescindible que hacemos”.
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