Más de 16.000 ciudadanos de Castilla y León tienen diagnosticado glaucoma, aunque se estima que puede afectar a más de 30.000 personas porque la mitad de quienes lo padecen lo desconoce. Por este motivo, el Colegio de Ópticos y Optometristas de Castilla y León advierte de la importancia vital de trabajar en la detección precoz, porque si el glaucoma no se detecta y se trata a tiempo, puede llegar a producir baja visión e, incluso, ceguera en el 5% de los casos.
Con un diagnóstico temprano esos casos de ceguera se podrían evitar en un 95%. El glaucoma, que constituye la segunda causa de ceguera en el mundo, solo superada por las cataratas, según datos de la Organización Mundial de la Salud, es una enfermedad del nervio óptico irreversible que no da síntomas, cuyo factor de riesgo más importante es la presión intraocular elevada (PIO).
La mayor parte de las veces el diagnóstico y la evolución de la enfermedad pasan inadvertidos para el paciente. Por eso, la única manera de prevenirlo es detectarlo a tiempo con visitas de control y revisión. En este sentido, la secretaria general de COOCYL, Ana Belén Cisneros, asegura que “los ópticos optometristas podemos hacer una labor de detección temprana de esta enfermedad aprovechando las revisiones de salud visual que hacemos a nuestros pacientes en los establecimientos sanitarios de óptica”. La enfermedad, que en el conjunto del país afecta a un millón de personas, se incrementa con la edad.
Así, en el grupo de más de 40 años la incidencia se sitúa en torno al 2% y, una vez pasados los 70, alcanza el 3,5%. Por eso es fundamental, “recomendar a la población de más de 40 años una revisión anual, con mayor motivo si tiene antecedentes familiares de glaucoma, hipertensión arterial o enfermedades cardiovasculares”, explica.
Grupos de riesgo
Aunque el glaucoma puede aparecer a cualquier edad, algunos grupos de pacientes son más proclives a desarrollar la enfermedad en uno o ambos ojos y, por lo tanto, deben acudir a las revisiones al menos una vez año. Entre ellos, los mayores de 40 años que no se hayan sometido a un examen ocular en el último año, quienes tengan antecedentes familiares de glaucoma, pacientes con una presión intraocular alta, personas con miopía o personas con diabetes, ya que el aumento de los niveles de glucosa en sangre puede provocar graves daños en la retina (retinopatía diabética).
“En los establecimientos sanitarios de óptica podemos medir la presión intraocular mediante tonómetros de no contacto y así poder realizar un labor de screening a la sociedad. Además podemos observar el nervio óptico mediante técnicas de oftalmoscopia directa o retinografía, ya que es la parte que está afectada cuando existe la enfermedad”, concluye Cisneros.
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