Con motivo de la celebración del 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer Trabajadora, expertos en salud mental de las Hermanas Hospitalarias (LRHP) han querido alzar la voz para denunciar “la violencia, el estigma y la discriminación” que sufren las mujeres con trastorno mental grave (TMG), una conjunto de diagnósticos clínicos entre los que se incluyen la esquizofrenia, el trastorno bipolar y algunos trastornos de personalidad en los que la persona presenta una discapacidad de moderada a grave en su funcionamiento psicosocial.
María Amores González, psicóloga del Equipo de Apoyo Social Comunitario (EASC) de la la Línea de Rehabilitación Psicosocial de las Hermanas Hospitalarias (LRHP), perteneciente a la red pública de atención a personas con trastorno mental de la Comunidad de Madrid, denuncia que las mujeres no solo sufren el estigma social que de por sí padecen todas las personas en tratamiento por un trastorno mental grave (rechazo, miedo, desconocimiento y prejuicios de peligrosidad o violencia), sino que sufren también “el estigma con el que convivimos todas las mujeres, no ser creídas, acrecentado por su situación, que genera una mayor desconfianza y rechazo al unirse dos conceptos malditos en uno solo: mujer loca”.
Víctimas potenciales de violencia machista
Según datos de diversas investigaciones, el riesgo que tiene una mujer con TMG de sufrir violencia en la pareja se multiplica hasta por cuatro respecto a las mujeres en general. No en vano, tres de cada cuatro mujeres con TMG han sufrido violencia en el ámbito familiar y/o en la pareja alguna vez en su vida.
En la mitad de esos casos, el profesional de referencia en la Red de Salud Mental de la mujer no conocía la existencia del maltrato ocurrido durante el último año. Una cifra que se explica, en parte, por el hecho de que el 40% de las mujeres con TMG que están sufriendo violencia en la pareja en la actualidad no la identifican como tal, unos datos que, según Amores González, señalan “la importancia de llevar a cabo acciones de formación y sensibilización tanto con los profesionales como con las propias mujeres”.
Pero la violencia en la pareja no es la única a la que están expuestas las mujeres con trastorno mental grave. Los profesionales de la LRHP denuncian también la existencia de una violencia más estructural e invisibilizada, la institucional. “Las mujeres con trastorno mental grave sufren violencia institucional cuando son limitados o negados sus derechos sexuales y reproductivos, en muchas ocasiones como consecuencia de los efectos secundarios de los tratamientos farmacológicos o por las decisiones de terceros; cuando sufren abuso y violencia sexual por parte de cuidadores mientras han estado ingresadas en instituciones o plantas de Psiquiatría; cuando las instituciones sociales, influenciadas también por el estigma hacia la enfermedad mental, les amenazan con quitarles la custodia de sus hijos e hijas sólo por el hecho de ser pacientes psiquiátricas o, directamente, les dicen que no pueden ser madres. Y, por último, cuando son rechazadas en los recursos específicos de violencia de género por tener un trastorno psiquiátrico asociado”, reivindica la psicóloga.
Además, la experta denuncia también “otras discriminaciones específicas” sufridas por las mujeres con TMG. Una de las más importantes, en su opinión, es la existencia de “un sesgo de género” en las derivaciones de mujeres a los centros de rehabilitación psicosocial de la Red Pública de Atención Social a las Personas con Enfermedad Mental grave y Duradera de la Comunidad de Madrid. En ese sentido, aunque Amores González reconoce que en los últimos años se ha avanzado en la materia, asegura que aún queda mucho por hacer, ya que existe “en torno a un 60% de derivaciones de hombres respecto al 40% de las mujeres, una brecha que aumenta en los dispositivos de rehabilitación laboral (70% de los hombres frente al 30% de las mujeres)”.
Según la psicóloga, esta realidad se explica por el mantenimiento de determinados estereotipos de género: “La sociedad valora como insoportable que un hombre esté aislado, sin actividad, por lo que se interviene para lograr su adecuado funcionamiento personal y social. En el caso de mujeres, sin embargo, no se suele percibir con la misma intensidad tal necesidad, incomodando menos que estén aisladas en casa”.
Motivos para secundar la huelga laboral y de cuidados
Para María Amores González, las mujeres con TMG tienen “muchos motivos” para secundar la huelga laboral del 8 de marzo, “porque tienen más difícil el acceso al empleo y porque no se les orienta para tener un rol productivo y una independencia económica”. Lo mismo sucede en relación a la huelga de cuidados, “porque siguen desempeñando la función de cuidadoras en sus núcleos de convivencia sin reconocimiento social alguno y sin que se puedan coger la baja, aunque en determinadas ocasiones no se encuentren bien”.
En ese sentido, por último, la psicóloga también denuncia que el perfil de los cuidadores de mujeres con TMG se encuentre “absolutamente feminizado”, ya que suele ser ejercido por madres y hermanas, “perpetuando” el rol clásico de mujer cuidadora. En este sentido, González considera “imprescindible” que se incorpore la perspectiva de género en la atención familiar “para evitar culpabilizaciones injustas, y contextualizar algunas conductas sobre cómo la socialización de género ha enseñado a cuidar a las mujeres, desde la dedicación absoluta y el sacrificio personal”.
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