Puede parecer menos visible, como las mujeres en la Ciencia, o incluso marcar distancias excesivas con el día a día de las empresas, pero la realidad es que la investigación en estrategia empresarial marca pautas tan fundamentales para lograr un mundo mejor como los beneficios de apostar por el desarrollo sostenible y, sobre todo, de tener en cuenta el talento, a las personas, el valor de los recursos… para no perder el norte.
Uno de los mejores ejemplos lo podemos encontrar en Isabel Suárez (Gijón, 1967), catedrática, en femenino, quien es consciente de que existe un techo de cristal y también de que ella preferiría no estar demasiado expuesta. Aún así, no sólo enseña Dirección Estratégica, Análisis Estratégico, Estrategias Corporativas o Gestión de la Industria Biotecnológica en diferentes grados de la Universidad de Salamanca, sino que también es investigadora principal en varios proyectos de futuro, colaboradora del Instituto Multidisciplinar de Empresa, coordinadora del Programa de Doctorado Interuniversitario en Economía de la Empresa de todas las Universidades de Castilla y León o miembro destacado de la Asociación Científica de Economía y Dirección de Empresa, ACEDE, donde ha ejercido la Presidencia en los últimos dos años (2016-junio 2018).
Por eso, su voz y sus reflexiones no son baladí, aunque repita, por experiencia, que en la economía, como en la vida, “no hay verdades absolutas” ni son buenos “los extremos”, pero sí hay valores irrenunciables, como “la coherencia y la constancia”.
Ellas investigan, sin género de dudas…
Claro que investigan, pero es verdad que en este ámbito, como en otros, las mujeres siguen siendo un poco invisibles. Hay mujeres en todas las disciplinas de la investigación en la Universidad de Salamanca, pero tienen menos visibilidad.
¿Todavía nos queda mucho recorrido hacia la igualdad?
No creo que haya ninguna mujer que pueda responder que no a esa pregunta. Hay avances, por supuesto, pero es evidente que todavía falta camino por recorrer. Claramente, existe un techo de cristal y, en general, hay menos mujeres en cátedras o en cargos de gestión, y no porque de partida haya menos, sino todo lo contrario.
Se dice que las mujeres gestionan mejor, pero el mundo de la Economía sigue siendo cosa de hombres. Por ejemplo, el último informe Women in Business 2018, de Grant Thornton, desvela que, a nivel mundial, la proporción de puestos de alta dirección controlados por mujeres ha descendido.
Sí, y no es por la discriminación de los compañeros varones, sino por un conjunto de elementos, como las circunstancias personales, la cultura… Y eso hace también que muchas mujeres, voluntariamente, decidan no arriesgar más en su carrera profesional, sobre todo cuando la sociedad en su conjunto y las propias empresas no ayudan. Cuando en mi ámbito he ofrecido oportunidades de ser editor de una revista o gestor de algún proyecto, ha habido muchas chicas que han dicho que no lo pueden compatibilizar con su vida familiar, y eso pocas veces te lo dice un hombre.
¿Cómo se puede revertir esta situación? ¿Por ley? ¿A través de la educación?
Con todo. Desde luego, por ley; eso tiene que ayudar, pero también es la cultura, y esto es muy lento. Aunque claramente se necesitan empujones legislativos, si no, necesitaríamos siglos.
Su actividad investigadora se centra en el campo de la Dirección Estratégica de la Empresa y, dentro de ella, en el análisis de las estrategias empresariales a nivel competitivo y corporativo y en las decisiones de internacionalización, diversificación y reestructuración empresarial. Apliquemos esto a la realidad cotidiana. ¿Es en la estrategia donde falla la mayoría de las empresas?
Que una empresa tenga una estrategia no significa nada más que tiene un plan, un proyecto, que existen unos objetivos y trata de que todos los pasos que va dando sean coherentes con esos objetivos. En este sentido, todas las empresas tienen estrategia; decir que no la tienen es decir que no saben dónde quieren ir y cualquier camino les vale. Pero que tengan estrategia no es condición única de éxito, aunque sí influye mucho, y esto es lo que tratamos de demostrar en la investigación: que una condición fundamental para el éxito, no sólo de las empresas, sino para la vida cotidiana, familiar, de pareja, profesional…, es tener un proyecto, y la otra parte es entrenar mucho, esforzarte día a día por seguir ese camino.
“A veces fallamos porque no tenemos un proyecto,
y otras veces porque no hay suficiente capacidad para persistir”
Se necesita persistencia y fuerza de voluntad. A veces fallamos porque no tenemos un proyecto y otras veces porque no hay suficiente capacidad para persistir. A las empresas les pasa lo mismo; en unos casos hay fracasos porque se han planteado unos objetivos que no eran realistas o coherentes con el entorno en el que estaban, y en otros casos, porque no han estado continuamente revisando lo que están haciendo para intentar ser más eficientes y ofrecer más calidad.
En este contexto, ¿dónde inciden de manera más profunda sus investigaciones actuales?
Uno de los proyectos de nuestro grupo de investigación incluido en el Plan Nacional del Ministerio de Economía –Ajustes verticales y horizontales para organizaciones medioambientalmente sostenibles– incide precisamente en estos aspectos claves de la estrategia empresarial, y añade algo más. Ajustes se refiere a la necesidad de coherencia en las decisiones que se tomen en los diferentes ámbitos de la empresa –recursos humanos, producción, marketing, departamento financiero…– y también entre los diferentes niveles de la estrategia, no sólo en el nivel funcional, también en la parte competitiva, corporativa y de crecimiento. La idea es revisar esta idea, porque la coherencia es algo obvio y tradicional en el campo de la estrategia, se necesita para mejorar los resultados, y ahora lo que tratamos de ver es que también se necesita para conseguir avances en la sostenibilidad medioambiental. Es un grupo de investigación amplio, en el que se estudian desde las políticas de recursos humanos que pueden favorecer en este sentido, hasta las políticas de producción o la estructura de propiedad.
¿Qué conclusiones se pueden ir avanzando?
Mis últimos trabajos tienen que ver con las empresas familiares, que son la estructura de propiedad más común en España y en Europa, hasta el 90%, si incluimos los autónomos, y sin olvidar grandes empresas familiares que cotizan incluso en Bolsa. Son especiales, porque tienen unos objetivos un poco distintos a las demás. Tienen objetivos financieros de mejorar los resultados, como todas, pero también, por ser familiares, están especialmente interesadas en mantener el control sobre la empresa, que se perpetúe en las siguientes generaciones, y en proyectar una imagen adecuada, porque la imagen de la empresa es la imagen de la familia. Esto influye en sus decisiones estratégicas, por ejemplo, en el ámbito de mejorar la responsabilidad social corporativa y la sostenibilidad medioambiental, pero también pueden limitar sus posibilidades de crecimiento, porque tienen miedo a que ese crecimiento vaya en contra de sus objetivos no económico-financieros. Estudiamos también el efecto en las fusiones y adquisiciones, y vemos que las empresas europeas familiares son menos proclives a ello, y cuando lo hacen, es con otras empresas más cercanas a su entorno legal.
¿Son más responsables socialmente, pero con más limitaciones para el crecimiento?
En general sí, pero con matices. En el ámbito medioambiental han destacado, sobre todo, por el tema de la identidad, les preocupa más la imagen que proyectan en la comunidad; sin embargo, en el ámbito laboral, favorecen a la familia dentro de la empresa, y eso puede llevarlos a ser menos responsables. Es muy complicado ser categórico en el ámbito de las empresas.
Ha hablado de constancia, una cualidad fundamental para la vida, pero ¿qué otros aspectos deben trabajarse para que la estrategia cumpla sus objetivos?
Elementos también bastante obvios. La empresa debe diseñar una estrategia coherente con sus características, con sus recursos y sus capacidades, centrándose en aquello en lo que es mejor y que tenga en cuenta su entorno. Si te conoces a ti mismo tienes más posibilidades de éxito, pero si conoces a tu enemigo, también. Normalmente, esto es lo más complicado de conseguir, ese ajuste con el entorno, porque cambia continuamente y es muy probable que haya desajustes.
“Muchas veces a los gestores les falta reflexión,
porque acaban convirtiéndose en ‘apagafuegos’
que dedican más tiempo a lo urgente que a lo importante”
También en muchas ocasiones lo que falta es reflexión, pensar sobre lo que estamos haciendo. El problema en los puestos directivos, y todos tenemos evidencia de ello cuando estamos en gestión, es que existe el riesgo de convertirse en un apagafuegos; van surgiendo problemas, se tratan de resolver, y se dedica más tiempo a lo urgente que a lo importante. No se reserva tiempo para reflexionar sobre la definición de esos objetivos y qué es lo que realmente queremos y lo que estamos haciendo. Fallamos todos, personalmente también; he visto que no me aplicaba mi misma medicina.
También estamos en un mundo muy complejo, muy dinámico, con una tecnología que introduce fuertes discontinuidades, mercados difíciles de entender… ¿Cómo se sitúa una empresa en esta locura?
Es muy difícil. Si ese entorno en el que está es como un campo de batalla, hay que estudiarlo a fondo, pero ¿qué pasa si de un día para otro donde había un llano ahora hay una montaña, o al revés? De hecho, ya no hay sectores de actividad. Cuando estudiamos estrategia de la empresa, el primer paso es definir el sector en el que está, pero de pronto vemos que eso no es tan sencillo. En menos de un año, empresas como Google o Amazon, que estaban en tecnología, ahora están ofreciendo productos que nadie se había planteado y se convierten en competidores en otro sector.
“Lo que no debe descuidar la empresa es seguir ampliando
esa cartera de conocimientos que residen en las personas”
Por esto, los teóricos recomendamos no centrarse tanto en los productos concretos que ofrece la empresa, sino en los recursos y capacidades, en qué es lo que podemos ofrecer y qué es lo que mejor sabemos hacer. Y esto se puede concretar en cada momento en cosas muy distintas; la empresa puede diversificarse, adquirir nuevos conocimientos, y luego tendrá más posibilidades de seguir creciendo. Lo que no debe descuidar la empresa es seguir ampliando esa cartera de conocimientos que residen en las personas, no en una persona en concreto, pero sí, quizá, en un equipo, en un departamento, y a veces esto se descuida.
Precisamente se habla mucho de estrategia corporativa, internacionalización, diversificación… Pero ¿qué hay del talento? ¿Y de la humanización de las empresas?
Por supuesto que se requieren avances en este aspecto. A veces se toman decisiones en políticas de Recursos Humanos que solo miran el corto plazo para resolver el problema inmediato de mejora de resultados, con jubilaciones anticipadas, recorte de plantillas… Y lo que estamos haciendo es crear una empresa más débil, porque estamos perdiendo talento.
“Esos recortes de plantillas que todos los días
vemos en las noticias a veces son contraproducentes.
La empresa quiere adelgazar, eliminar grasa,
pero lo que hace es eliminar fibra”
Las empresas no sólo compiten por el producto, también por los factores productivos, por los recursos, compiten por atraer a los mejores trabajadores a su empresa. Esas reestructuraciones, esos recortes de plantillas que todos los días vemos en las noticias a veces son contraproducentes. La empresa quiere adelgazar, eliminar grasa, pero lo que hace es eliminar fibra. La deshumanización también tiene que ver con esto. Hay que avanzar en la capacidad de la empresa para atraer a miembros que se comprometan, que estén, si no felices, al menos no quemados. Hay muchas iniciativas que se pueden tomar en este sentido, también en relación con la conciliación, para hombres y para mujeres, algo esencial.
¿Quizá es porque la estrategia empresarial debería sólo buscar mayor rentabilidad?
No. El objetivo es que la empresa cree valor, que lo que está ofreciendo sea de valor para los clientes y para la sociedad. Hay una parte que la empresa intenta captar, obtener una rentabilidad que repercuta en sus propietarios, pero también hay que tener en cuenta a otros grupos que tienen intereses en la empresa: los empleados, los clientes, los proveedores… La estrategia también debe conseguir mejoras en resultados medioambientales, que no sólo son compatibles con los resultados económicos, también son una condición para lograrlos. Muchos pasos en este sentido puede que requieran más costes a corto plazo y que los beneficios contables disminuyan, pero aumenta la capacidad de generar nuevos beneficios a medio y largo plazo. Muchas veces somos miopes; aunque racionalmente lo sepamos, después, en la práctica, nos dejamos llevar por la urgencia del momento.
Usted habla también de llegar a El Consenso sobre el consenso estratégico: un modelo de moderación mediado de consenso y rendimiento…
Tiene que ver otra vez con la coherencia en los distintos niveles de la empresa, entre cómo entienden la estrategia los que están en la alta dirección, que son los responsables de formularla, y los que están en los niveles intermedios, directivos de los diferentes departamentos funcionales. Muchas veces, estas personas, que son las que están en contacto con los clientes y con el núcleo operativo de la empresa, no participan suficientemente en la definición de esa estrategia, y eso tiene efectos negativos en los resultados. Es evidente la necesidad de ese consenso.
Precisamente los dos males que están amenazando la gestión sanitaria, el cortoplacismo y la incoherencia. Lo dicen siempre los profesionales sanitarios: ¿por qué no nos preguntan lo que necesitamos?, ¿por qué para una plaza súper especializada solo se mide la antigüedad?, ¿por qué no invertimos más en prevención y evitamos mayores costes a largo plazo?… ¿Qué hay que mejorar en la gestión sanitaria?
La actividad sanitaria entra dentro del área pública; gran parte de los profesionales son funcionarios, y ahí, nuevamente, hay que ser conscientes de las reglas del juego con las que contamos, con sus ventajas e inconvenientes. Es bueno que haya funcionarios con estabilidad en muchos aspectos, para preservar que, efectivamente, su trabajo no sea susceptible de corrupción y atienda los intereses generales.
“La política de recursos humanos en Sanidad o Educación
prácticamente no existe, porque no hay autonomía
para contratar a la persona más adecuada en cada momento”
Pero, al mismo tiempo, son organizaciones –también la Universidad– que tienen restricciones para atraer el talento que se necesita, no hay flexibilidad. Yo no tengo experiencia en el ámbito sanitario, pero sí fui vicerrectora unos años y vi que los equipos de gobierno a veces tienen tantas restricciones que es imposible actuar, solo puedes mantener el statu quo. La política de recursos humanos en Sanidad o Educación prácticamente no existe, porque no hay autonomía para contratar a la persona más adecuada en cada momento. También es un sistema que quema a la plantilla: “soy funcionario y mi recompensa es igual, me esfuerce o no”… Hay que tener un compromiso social y ético muy grande para que esto no te afecte, y acaba pasando factura.
A los médicos no le queda más remedio, es un paciente enfermo en frente de ellos…
Pero los médicos también tienen a veces capacidad directiva, de gestión, y al final tiran la toalla porque se dejan la piel para conseguir un proyecto y finalmente no pueden contar con la persona que tiene los conocimientos que necesitan, sino con el que tiene más puntos.
¿Qué mecanismos se pueden incluir para lograr mayor eficiencia en la gestión sanitaria?
Se deberían buscar los medios legales para introducir incentivos, para que el esfuerzo de las personas tenga alguna incidencia. En la regulación de los derechos y deberes de los funcionarios, también debería introducirse la evaluación de los resultados, que es algo que ya aplican las empresas.
Más allá de la política de personal, hay quien apuesta por una colaboración permanente entre la Sanidad pública y la privada, sobre todo para reducir las listas de espera. Aprovechar sus recursos para avanzar en la Sanidad pública, una especie de fusión de empresas…
En teoría, yo creo que eso es bueno, lo que pasa es que hay que poner límites. Se puede hacer, pero sin perder el control público. Muchas veces los gobiernos se deshacen de un problema, un pozo sin fondo como es la Sanidad, y transfieren las competencias a las comunidades autónomas, como es el caso español, pero aquí los gobiernos no deben perder el control, porque existe una responsabilidad con toda la sociedad. La Sanidad, la Educación o el transporte de la energía eléctrica, por ejemplo, necesariamente tienen que estar bajo el control público.
¿Esa puede ser la clave: no desaprovechar la tecnología puntera que pueda tener algún hospital privado, pero sin renunciar nunca al control global?
En economía la clave está en el equilibrio, los extremos nunca son buenos. Las sociedades tienen que avanzar, intervenir más en el ámbito público y no delegar tanto en otros, los gobiernos, sobre todo.
¿La Sanidad es un sector estratégico seguro?
Sí, y en la actualidad, especialmente, aquellas empresas que tengan que ver con el ámbito de las personas mayores. Claramente, tenemos necesidades que no están satisfechas, y hay oportunidades de negocio muy importantes; en una Comunidad como Castilla y León, mucho más, aunque en el mundo rural existan dificultades añadidas por la dispersión y las largas distancias.
La Biotecnología es otro ejemplo claro de oportunidad de negocio y, de hecho, usted imparte clases a los alumnos de este Grado en la Universidad de Salamanca. ¿Qué les cuenta?
Son unas clases que me gustan mucho. Son estudiantes que no tienen ningún conocimiento inicial sobre el ámbito de la Economía pero que, en general, están muy interesados. Es un grupo pequeño de alumnos, 19 este año, que se muestran muy motivados y exigentes, también para mí, que debo conseguir que en poco tiempo tengan una visión general de Economía y Gestión de la Industria Biotecnológica. Al final, tienen que elaborar un plan de negocio, y hacen algunos muy buenos que se podrían llevar a la práctica.
“La Biotecnología es una carrera con muchísimo futuro empresarial,
y tiene aplicaciones en todos los campos,
no sólo en el biosanitario”
Un campo, la Biotecnología, donde florecen los emprendedores…
Estas empresas siguen siendo bastante desconocidas. A mis alumnos de Economía ni siquiera les suenan nombres como Oryzon o Pharma Mar, pero lo cierto es que en los últimos 20 años han tenido mucha evolución. Es una carrera con muchísimo futuro empresarial, y tiene aplicaciones en todos los campos, no sólo en el biosanitario, también en otros, hasta en los champús; y en la alimentación, por supuesto.
¿Todos los emprendedores deberían estudiar Economía de la Empresa, aunque sean biotecnólogos o periodistas? ¿O hacer el Doctorado en Economía de la Empresa, en el que colaboran las cuatro universidades públicas de Castilla y en el que usted actúa de coordinadora?
Este doctorado está planteado para formar a quienes quieren hacer una carrera académica; está enfocado a la investigación. Si alguien quiere ser emprendedor, debe formarse, pero no necesita un doctorado, ni mucho menos; va a estar muy motivado y enseguida va a alcanzar los conceptos que necesita. Hay muchas herramientas en la USAL para ayudar a estos jóvenes, como el Instituto Multidisciplinar de Empresa (IME), la Incubadora de Empresas de la Hospedería Fonseca o el Parque Científico. Es verdad que el espacio que hay entre la investigación, hoy, y la aplicación práctica es cada vez mayor, al igual que ocurre en otras Ciencias. Eso no quiere decir que nuestros trabajos no se puedan llevar a la realidad, pero la formación que se necesita para investigar, para publicar en revistas de referencia, que es el objetivo, requiere unas herramientas cada vez más distintas a las que tienen los emprendedores. Por ejemplo, en los másteres del IME se forma en habilidades directivas, mientras que en el doctorado hay una carga importante de teoría económica, técnicas cuantitativas, estadística… No olvidemos que la Economía es la llamada Física de las Ciencias Sociales.
“En España estamos creciendo,
pero no todo lo que nos gustaría.
Ahora bien, que esto se traduzca en bienestar
para las personas es más discutible”
¿Dónde juntamos la investigación, la docencia y la empresa?
La especialización lleva a que se separen, pero sin perder el objetivo final que todos queremos. El IME hace una buena labor para juntar el mundo empresarial con los docentes e investigadores de la Universidad; unos y otros intercambiamos conocimientos. A nosotros nos sirve para saber cuáles son las necesidades de las empresas y descubrir cuestiones a las que a priori no habíamos prestado atención, y al mismo tiempo investigamos aspectos que pueden ser beneficiosos para los empresarios. Es un feedback necesario, y tener una pequeña estructura en la Universidad que favorezca ese diálogo es fundamental. El doctorado también es muy satisfactorio, es un grupo pequeño, interuniversitario. En Salamanca hay unos 20 alumnos en diferentes fases, tenemos un contacto casi diario con ellos, y el objetivo es que de ahí salgan tesis doctorales y publicaciones que aporten a la investigación en nuestra área, y eso, modestamente, creo que lo estamos consiguiendo. Este año se han leído cinco tesis de una calidad importante, porque lo mínimo es tener una publicación en una revista indexada, y que otros evalúen su impacto.
Ante una economista, aunque sea teórica, como usted dice, debemos preguntar si España va bien.
Podemos decir cualquier cosa y la contraria, todo sería válido. Hay evidencias de que va mejor que en el año 2010, pero ahora se están desacelerando las previsiones y vamos un poquito para atrás. Estamos creciendo, pero no todo lo que nos gustaría. Ahora bien, que esto se traduzca en bienestar para las personas es más discutible. Hay mucha parte de la población que quedó marginada por la crisis y todavía no se ha reincorporado.
No podemos obviar que somos europeos, pese a que hay muchos países que quieren mirar a otro lado, y también aquí hay comunidades autónomas, como Cataluña, que creen que con España van peor. ¿Qué supone esta situación para la economía?
Estar en la UE es bueno económicamente para España. El libre comercio entre los países aumenta la riqueza entre las naciones; eso forma parte de la teoría económica más básica, y dentro de España, hacer divisiones en el ámbito económico es negativo. Luego la UE puede adoptar unas políticas u otras, pero si queremos avanzar significa renunciar a cierta autonomía, y ahí es donde entramos en conflicto. Me parece muy triste ver que te fallan determinados aspectos que hace años se daban por sentados y en los que todos confiábamos; la UE parece que nos está fallando.
En tiempos de crisis, parece que se genera un proceso de catarsis y sale todo aquello que no estaba bien asentado. Y de paso, llegan la desconfianza, la falta de ética, la desilusión, la desesperanza, porque el sistema en el que confías se tambalea un poco…
Es difícil ser optimista en este momento, pero, desde luego, para nuestro bienestar sigue siendo bueno estar en Europa; primero, para la economía y más a largo plazo, para todo lo social. Aunque después la gestión esté descentralizada y sea más cercana al ciudadano, es bueno que el control esté alejado, para que los intereses privados y mezquinos no influyan tanto.
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