El 4º Congreso Nacional de la Asociación Española de Bioseguridad (AEBioS), inaugurado esta mañana en Salamanca, ha puesto sobre la mesa la necesidad de avanzar en bioseguridad en un mundo globalizado que está haciendo resurgir enfermedades que parecían erradicadas, pero también en un sistema sanitario que no está suficientemente protegido contra los patógenos que amenazan a las personas, pero también los animales. Se necesita formación reglada y nuevos protocolos.
Lo vienen avisando expertos en todos los ámbitos, desde la Organización Mundial de la Salud (OMS) o la Asociación de Microbiología y Salud, hasta profesionales que se enfrentan a virus y bacterias cada día con mayores problemas y que anuncian fuertes epidemias que están por llegar, como apuntó la semana pasada el experto en Biología Molecular y Bioquímico de la Universidad de Texas, Mariano García Blanco.
Por eso la labor de asociaciones como AEBioS es crucial para afrontar un mundo más seguro, donde la globalización permite, por ejemplo, “que un mosquito que viaja en la bodega de un avión de un país tropical pueda llegar aquí en menos de 48 horas y provocar una infección a la que no estamos acostumbrados ni preparados para ello”, en palabras de su presidente, Iñaki Echevarría, quien dejará ahora el testigo en manos de otro destacado especialista en la materia, Francisco Javier García Palomo, responsable de Área Contención Biológica del Banco Nacional de ADN Carlos III.
La asociación, que ya ha celebrado sus tres primeros congresos en Madrid, Barcelona y Bilbao, y que recalará en Vigo tras éste de Salamanca, empezó centrándose en instalaciones de bioseguridad, laboratorios donde se investiga con patógenos, pero pronto se dio cuenta de la importancia de extenderse al mundo universitario y hospitalario “para potenciar una formación académica reglada y difundir los conocimientos necesarios en seguridad, porque mucha gente está trabajando en este ámbito sin criterios suficientes y está poniendo en riesgo a sus compañeros y a todo su entorno social”, añadió Echevarría.
En definitiva, la bioseguridad lo que pretende es trabajar de forma segura con un agente patológico que puede ser perjudicial para el humano, pero también para los animales, “debemos tener mucho cuidado porque si se daña, por ejemplo, la cadena de seguridad y una enfermedad afecta a un cerdo, puede contaminar a toda la cabaña porcina y tendremos que sacrficar a todos los cerdos y nos quedaríamos sin jamón”.
Podría parecer una situación anecdótica, pero lo cierto es que es mucho más que eso, de hecho “en Bélgica ya existe una serie amenaza de peste porcina y esto se va a estar repitiendo continuamente”, explica, por su parte, Francisco Javier García Palomo, haciendo hincapié igualmente en que “la globalización está favoreciendo que algunas enfermedades que eran endémicas y restringidas a zonas de África o Asia empiecen a llegar con mayor facilidad por el transporte y los movimientos migratorios; la viruela ya está teniendo repuntes que no somos capaces de controlarl, pero también la gripe llega cada año con variantes más letales”, sobre todo para los grupos de población más frágiles.
Así las cosas, a su juicio, los retos son claros, pero también urgentes. Por un lado, la formación de las personas, “porque los laboratorios de alta seguridad no sólo son muy caros de construir, sino que además al final son los profesionales los que tienen que manejar los protocolos”, asegura Echevarría; y por otro, “llevar a los hospitales medidas y estrategias para saber cómo actuar cuando llegan las epidemias”, explica García Palomo.
“Los hospitales en España no están preparados para una epidemia; y no hablo de ébola, que fueron dos o tres casos, sino algo que se extiende a la población y para eso no tenemos la capacidad requerida; lo que sí tenemos es la opción de formar a las personas en casa, en el campo o en los centros sanitarios y de investigación, para contenerla y dejarla circunscrita en el punto donde se detecta, esa es la idea de la bioseguridad”, aseguró también García Palomo.
Por lo pronto, añade, “tenemos que conseguir aplicar la ciencia de la bioseguridad a todos los ámbitos, no sólo a los animalarios o laboratorios, sino a los hospitales y a las universidades, con una asignatura en Ciencias de la Salud, un máster o título propio“.
También será necesario avanzar en una normativa legal, porque “el Real Decreto 664 es del año 97 y es muy básico”, y ahora sólo se publicará una nueva norma sobre recomendaciones de uso en laboratorios de nivel 3, “un primer paso para trabajar de forma más segura”, según Echevarría.
La inauguración del Congreso, que contó también con la presencia del director de la Plataforma Nucleus de apoyo a la investigación, Andrés García Montero, estuvo presidida por la vicerrectora de Investigación y Transferencia de la Universidad de Salamanca, Susana Pérez Santos, quien aprovechó su intervención para dar la bienvenida de forma especial también a los representantes del Grupo Iberoamericano de Bioseguridad, que confieren “cáracter internacional a este relevante encuentro científico”, que además se enmarca “en nuestro VIII Centenario, siendo la más antigua de las universidades hispanas, y alma máter de las hispanoamericanas, porque se copiaron los estatutos para la fundación de muchas de ellas y conservan nuestro escudo de la USAL”.
Susana Pérez hizo alusión, además de a los nombres más ilustres que pasaron por esta Universidad, como Antonio de Nebrija, Lucía de Medrano, “la primera mujer que impartió docencia, aunque la primera plaza universitaria la lograra Marie Curie 300 años después”, Fracisco de Vitoria, Fray Luis de León o Miguel de Unamuno, al siglo de mayor esplendor de la institución académica, el XVI, cuando nada menos que 6.500 estudiantes en una población de 24.000 personas hacían de Salamanca “el centro histórico, social y cultura de Europa y también de Hispanoamérica”.
Tras la inauguración, el catedrático de Biología Celular de la Universidad Autónoma de Barcelona, Josep Santaló, ofrececió la charla titulada Edición genómica: la puerta a una nueva revolución en Bioética, en la que ha abordado la necesidad de un debate social en torno a esta materia, “que se ha hecho más real y tangible” con la aparición de las técnicas CRISPR/Cas9.
Este cortapega genético ha abierto una nueva era en la investigación biomédica, una revolución por su “especificidad, con mayor eficacia y menos efectos secundarios; la eficiencia; la accesibilidad, al tratarse de una aplicación sencilla con un precio modesto; y la versatilidad”.
Un total de 130 expertos relacionados con diferentes instituciones del campo de la Bioseguridad participan en esta cita que aspira a convertirse en un escenario compartido de comunicación, debate y aprendizaje que intentará recoger, interdisciplinariamente, algunos de los últimos avances y retos de la disciplina.
Respecto a encuentros anteriores, la cita de la que la Universidad es anfitriona presenta novedades como los talleres teórico-prácticos o la sesión de speed-posters. De igual modo, durante la celebración del Congreso AEBioS coordinará la realización de exámenes de Certificación Profesional IFBA (International Federation of Biosafety Associations).
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