Ante la sospecha de que una persona esté sufriendo un ictus se activa un estudiado protocolo que permite reducir el tiempo que transcurre desde que se da el aviso y hasta que llega al hospital. En este caso, se moviliza al 112, a los Servicios de Urgencias, Neurología, Radiología y UVI, y se realizan los procedimientos adecuados que determinan los pasos a seguir en cada caso. El trabajo es multidisciplinar, porque también interviene desde Rehabilitación o Cardiología, si tiene vinculación cardiaca. El ictus es la primera causa de muerte en la mujer y de discapacidad física en personas de 65 a 70 años.
En los casos de ictus el tiempo que transcurre desde los primeros síntomas y hasta que la persona llega al hospital es la clave. Está fijado en un máximo de tres horas y media a cuatro, pero si es antes mejor. Así lo confirma el jefe del Servicio de Neurología del Hospital Clínico Universitario, Jesús Cacho, que insiste en que “más posibilidades hay de revertirlo, de disolver el coágulo, evitar la incapacidad y curar al enfermo, dejarlo igual que estaba antes de llegar”. El ictus es un trastorno brusco del flujo sanguíneo cerebral que altera de forma transitoria o permanente la función de una determinada región del encéfalo. “Es la primera causa de muerte en la mujer y de discapacidad física en personas por encima de los 65-70 años”, subraya este neurólogo.
En la incidencia de la enfermedad muestra una progresión del ictus. En las grandes edades (a partir de los 85-90) se ha estabilizado, pero antes si se está incrementado. “Es una patología edad dependiente, y de los factores de riesgo”, puntualiza Cacho. El jefe de Neurología asegura que, el ictus se puede prevenir “controlando los factores de riesgo, en especial, la hipertensión arterial, la diabetes mellitus o la dislipemia, entre otros, como el tabaco o el abuso de drogas“. Al respecto del consumo de lo último, Jesús Cacho apunta a convertirse en causa de hemorragias e infartos “en personas jóvenes, y que vemos con frecuencia en la Unidad de Ictus”. Este especialista también recomienda la dieta mediterránea como clave en la prevención, así como la dieta baja en sal.

La red asistencial sigue en estos casos el Código Ictus, donde están implicados los médicos de Atención Primaria (que pueden detectar algún caso en su consulta), el 112, al que tiene que llamar para dar el aviso, o directamente el propio enfermo o familiar, el Servicio de Urgencias, el de Radiología, la UCI y Neurología del hospital. “El médico de cabecera tiene una formación adecuada para detectar un caso de ictus, por un déficit focal neurológico, dificultad para hablar, la cara torcida, debilidad en la mano derecha o dificultad de visión, en un paciente con una determinada edad y factores de riesgo, tiene que llamar de inmediato al 112”, detalla Cacho. De esta forma se activa el Código Ictus, con el que se da aviso a Urgencias, “baja el neurólogo de guardia, se llama al TAC cerebral para que esté listo y a la UVI, son los tres elementos que deben de funcionar”. Cuando llega el enfermo al centro hospitalario, el neurólogo le valora y le aplica una escala (que se hace en 10 o 15 minutos) para ver si es susceptible de tratamiento de trombolisis o no, “un procedimiento que se emplea cuando el paciente llega al hospital dentro de las tres horas y media, lo que se llama el efecto ventana, el tiempo es clave”. También se realiza un TAC cerebral, y si cumple el criterio, pasa de inmediato a la UVI y se realiza la trombolisis. “Se pone una sustancia inyectable con vigilancia en la UVI, con un periodo de observación de unas 24 horas, y si todo va bien pasa a la Unidad de Ictus, donde suele estar controlado una semana”, precisa Cacho. Esta unidad está ubicada en la quinta planta del Clínico Universitario y consta de cuatro camas, dos de ellas con monitorización, y comenzó a funcionar el 1 de mayo de 2012. Desde esa fecha y hasta finales de ese año, ingresaron un total de 197 pacientes.
Las secuelas posteriores del ictus dependen mucho “del tiempo y de caso concreto”. Al respecto, este neurólogo afirma que el porcentaje de trombolisis con resultados satisfactorios de curación de la hemiplejia, “son muy altas si se hace dentro del tiempo ventana”. Asimismo, se da otro porcentaje de complicaciones, de hemorragias secundarias, etc. Otra técnica que utilizan es el doppler intracraneal, “como forma de valorar cómo están las presiones dentro del cerebro”, matiza. Por un lado, tienen la imagen física del escáner, que se ve la lesión, y otra cosa es el funcionamiento de todo el sistema vascular del cerebro, a través de dos vías, una anterior y otra posterior, que está conexionado, con una compensación de un lado y otro. “Todo esto se valora y se hace una estimación global de la situación de ese paciente”, aclara el neurólogo. Todo el trabajo es multidisciplinar, ya que además de los neurólogos, en el proceso también participan los rehabilitadores, con una rehabilitación precoz en la Unidad del Ictus, o los cardiólogos, si se trata de una embolia de origen cardiaco, así como el radiólogo.
En cuanto a las principales discapacidades tras sufrir un ictus esta la parálisis, desequilibrio, el trastorno del habla/lenguaje, los trastornos visuales, déficits cognitivos, alteraciones emocionales, fatiga física y psíquica, crisis epilépticas o dolor, entre otras.
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