Desgraciadamente, la violencia se ha instalado en nuestra sociedad como pauta de comportamiento para exigir derechos, y los recortes que se están aplicando en Sanidad, la falta de espacio, la mala organización del trabajo, la falta de personal y tratar con algunas personas con problemas de salud mental o con adicciones a drogas nos pone en situaciones extremas.
La mayoría de nosotros hemos sufrido, en algún momento de nuestra trayectoria profesional, agresiones físicas o verbales de pacientes o familiares que, en la mayoría de los casos, no hemos denunciado y que, equivocadamente, hemos asumido como parte de nuestro trabajo, al igual que nuestros responsables sanitarios.
Es evidente que no vivimos en un entorno seguro para desarrollar nuestro trabajo, a pesar de los intentos de nuestras autoridades sanitarias de demostrar, en un ejercicio de sublime cinismo, todo lo contrario.
En la conmemoración de este día se celebraron actos, presentaron informes y estadísticas alarmantes, pero una vez más, a nuestros gestores sanitarios no les interesa asumir la realidad, pasan de forma fácil de buenos propósitos a promesas que no van a mantener, porque saben que nadie les va a obligar a cumplirlas. El consejero de Sanidad de Castilla y León no puede descargar su responsabilidad diciendo que se han elaborado protocolos (que la inmensa mayoría de trabajadores desconocen) o que el Portal de Sanidad de la Junta de Castilla y León cuenta en su apartado de Riesgos Laborales con una sección dedicada al Plan Integral frente a las Agresiones, documentos de buenas intenciones que se quedan solo en eso, documentos.
Los capítulos de violencia son cada vez más serios y, para prevenirlos y poder actuar en consecuencia, hay que conocer los problemas, porque solo desde los despachos es complicado. Los profesionales sanitarios estamos desprotegidos, no hay suficientes protocolos de protección y recursos materiales. No podemos pedir auxilio y ayuda externa en caso de peligro. En el Complejo Asistencial de Salamanca y en Atención Primaria no se ha tomado conciencia del problema, pues no se puede entender que con el incremento de casos de violencia en el ámbito sanitario se hayan reducido los vigilantes de seguridad y sigamos careciendo de dispositivos de seguridad como alarmas internas, cristales irrompibles o formación específica para todos los trabajadores de cómo afrontar y resolver estas situaciones conflictivas y poder evitarlas o prevenirlas.
No está demás recordar que la Ley de Prevención de Riesgos Laborales dice que el empresario “deberá garantizar la seguridad y la salud de los trabajadores a su servicio en todos los aspectos relacionados con el trabajo”; por lo tanto, menos promesas y más hechos.
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