Cada día que pasa nuestro hospital pierde prestigio ante la impasible mirada de la Consejería de Sanidad de la Junta de Castilla y León y nuestros responsables locales, que no tienen ninguna intención de defenderlo. Los pasos que se están dando no son improvisados, todo obedece a un proceso perfectamente calculado, donde prevalecen los intereses privados para cargarse el sistema público sanitario y ganar dinero a costa de la salud de los ciudadanos.
Pero resulta curioso que aquellos que defienden la privatización de la Sanidad vivan de lo público, y no precisamente con bajos salarios, además de pagas de productividad muy jugosas. Lo lógico es que quien defiende las privatizaciones no pueda defender al mismo tiempo el sistema sanitario público, por lo que deberían trabajar en aquello en lo que creen y dejar la gestión sanitaria en manos de otros profesionales que sepan utilizar mejor los recursos humanos y materiales del sistema.
El conflicto que tenemos en Salamanca y que ha propiciado la formación de la marea blanca salmantina tiene mucho que ver con el aumento de las listas de espera y el déficit de plantilla. Cómo es posible que perdamos 34 especialistas con la alarmante subida de listas de espera y que la propuesta de la Consejería de Sanidad sea quitar tres oftalmólogos, cuando nos informan de que hay más de 12.000 peticiones para una consulta de Oftalmología metidas en cajas que no saben qué hacer con ellas y una lista de espera de dos años.
Quieren seguir reduciendo personal con más de 3.000 anatomías sin informar. Eliminar pediatras cuando han aumentado las listas de espera un 120%. Prescindir de cinco ginecólogos cuando se ha duplicado de 278 a 501 mujeres su lista de espera o de Otorrinolaringología, triplicada, de 231 a 730.
Pues bien, argumentan que no hay dinero para contratar personal, pero de la noche a la mañana, y ante la cercanía de las elecciones, se liberan ciertas partidas de dinero para intentar lavar la cara a las gravísimas listas de espera que tenemos en nuestro complejo asistencial. Se tira y malgasta el dinero público, 2,8 millones de euros, que sale de la economía salmantina, para dárselo a empresas privadas que están fuera de nuestra provincia, además de dejar a nuestros parados sin oportunidad de trabajo.
Se incomoda a los pacientes, que tienen que desplazarse a otra ciudad y ser atendidos por profesionales que no conocen y que después de la intervención no van a poder hacerles un seguimiento de su intervención. Sería más fácil y económico aprovechar, utilizar y optimizar adecuadamente los recursos que tenemos en la Sanidad pública.
Todos estos despropósitos y el abandono al que está sometido nuestro complejo asistencial hacen que siga perdiendo prestigio y calidad asistencial; por eso los salmantinos, una vez más, vamos a salir a la calle en marea blanca para seguir defendiendo nuestro complejo asistencial y exigir que se dé una asistencia sanitaria de calidad y pública.
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