Recientemente hemos descubierto aspectos frágiles y vulnerables del sistema global. El año 2020 ha marcado un punto de inflexión. Los titulares de la prensa y los líderes mundiales han estado concentrados en el combate de la pandemia.
Gran parte de los esfuerzos en salud pública y recursos financieros han sido destinados a la lucha contra la covid-19, pero hemos dejado, un tanto en segundo plano, el drama de aquella otra pandemia que irrumpió en la década de los ochenta: el VIH Sida.
El VIH Sida pareciera ser tema de un pasado lejano al que los principales medios de comunicación dedican cada vez menos atención. Recordemos que tuvo un impacto profundo en la sociedad, puesto que la enfermedad no sólo era el colapso progresivo y mortal del sistema inmunitario del organismo, sino también un proceso asociado con historias de discriminación, estigmatización y vulneración de derechos humanos, que terminó convirtiendo a las víctimas en parias sociales.
A día de hoy, sabemos que muchas iniciativas públicas y privadas estuvieron encaminadas en favor de la investigación y del auxilio a las víctimas del VIH Sida. La ciencia ha avanzado en el tratamiento del paciente con este diagnóstico. Sin embargo, con fines profilácticos, sigue siendo importante hablar y hacer esfuerzos por visibilizar el drama humano de las personas con VIH Sida, en especial, entre las poblaciones más jóvenes, distantes en el tiempo de aquel terremoto público, que no respetó fronteras. Tomemos nota, el virus no ha sido erradicado, se sigue cobrando vidas, particularmente en países con sistemas precarios de atención sanitaria.
En Cáritas Salamanca somos sensibles a estas realidades. ¿Podemos hacer algo? Definitivamente sí. No sólo alertar a las comunidades de los jóvenes con información preventiva y oportuna, sino ayudar a las personas afectadas, radicadas en Salamanca. ¿Cómo? A través del proyecto Casa de Acogida Samuel.
La Casa de Acogida Samuel tiene un compromiso a tiempo completo. La idea es aliviar la pesada carga, en ello se han juntado educadores y voluntarios, sumando esfuerzos para que, a través de este recurso, se materialice una forma de solidaridad que tenga sentido para el grupo de personas portadoras del virus. Entendamos que son vulnerables y requieren soporte para enfrentarse a la enfermedad y a la dureza aparejada, en algunos casos, de no tener empleo, casa o amigos.
Y la dureza también se ha multiplicado en estos tiempos, pero con un toque de esperanza, como decía Antonio, un residente de la Casa Samuel: “(…) qué les voy a decir de la pandemia, pues que lo llevamos muy mal. El confinamiento fue fatal para todos (…). Había muchas rencillas. Mucho quitao, mucho pa’alla; pero bueno, fue llevadero. Ya otra cosa no se pudo hacer. Otra cosa no sé qué deciros, porque sabemos lo que es esto de duro. Hay que llevarlo. Aquí se lleva lo mejor posible, los compañeros nos ayudamos unos a otros, las educadoras nos ayudan, cumplimos a rajatabla todas las normas y, bueno, así llevamos la vida, poco a poco, hasta que intentemos llegar a la vida normal“.
En Cáritas Salamanca no bajamos la guardia, estamos atentos las 24 horas, siete días a la semana, todo el año. En el proyecto Casa de Acogida Samuel se cuenta con un equipo de orientadores y voluntarios para ofrecer la mano cuando el futuro parece en exilio. La caridad no cierra las puertas.
> www.buscamosgenteconangel.org
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