Es frecuente que en el transcurso de nuestras vidas, y especialmente en los periodos de crisis de edad, nos generen frustración aquellos acontecimientos que están fuera de nuestro control y no cumplen con nuestras expectativas. De esta forma, no es raro escuchar a otras personas quejarse por la vida que les ha tocado vivir, por las limitaciones que tienen para cumplir sus sueños, por cómo ven pasar su vida sin que puedan hacer nada por mejorarla, etc…
¿Es esta insatisfacción reversible? ¿Podemos influir en nuestra vida? No cabe duda de que cada persona cuenta con limitaciones diferentes para cambiar el rumbo de su vida, a nivel físico, intelectual, económico, social o geográfico, por poner algunos ejemplos.
Sin embargo, focalizar nuestra atención en las limitaciones, y no en las oportunidades que tenemos, puede hacer que dejemos de plantearnos determinadas cosas, arriesgarnos, cumplir metas o proyectos. No encontramos el momento de comenzar aquello que nos proponemos, o comenzamos con ilusión, pero la motivación decae rápidamente y uno abandona, y así los intentos de reconducir nuestra vida comienzan a generar más insatisfacción que disfrute.
Una buena forma de facilitar la consecución de objetivos en nuestras vidas es realizar una planificación vital, que realmente esté a nuestro alcance con los recursos con los que contamos. ¿Por qué no hacer un plan de vida a diez años? Estaremos de acuerdo en que es un tiempo suficiente para conseguir la mayoría de las metas que se nos puedan ocurrir mientras leemos este texto.
Teniendo en cuenta este criterio temporal (completamente arbitrario y simbólico), podemos hacer el ejercicio de respondernos a preguntas de este tipo: ¿Cómo me gustaría ser? ¿Cómo me gustaría estar en mi vida y con quién o quienes? ¿Qué me gustaría tener? ¿Qué me gustaría hacer? En definitiva, ¿cómo quiero que sea mi vida de aquí a diez años?
Una vez respondamos a estas preguntas, será mucho más sencillo despejar la X en la ecuación que nos indica los pasos a seguir para vivir con satisfacción y plenitud nuestras vidas. ¿Qué cosas tengo qué hacer para estar más sano? ¿Qué debo hacer para trabajar de aquello que siempre me ha gustado? ¿Cómo puedo mejorar la relación con mi pareja?
Se debe responder concretando los pasos a seguir con una dificultad asequible, incluyendo qué cosas debo comenzar a hacer y qué cosas debo dejar de hacer. El simple hecho de describirlo y ser conscientes de la importancia y utilidad de estas acciones puede facilitar su cumplimiento y, por consiguiente, nuestra motivación hacia el cambio. En definitiva, esta tarea es un ejercicio de conciencia y perspectiva vital que nos ayuda a recuperar las riendas de nuestro destino, previniendo problemas relacionados con un estado de ánimo depresivo o con la ansiedad.
*Macario Fernández Cuervo es psicólogo y formador y Máster en Psicología Clínica y de la Salud.
Atiende presencialmente en Oviedo y ‘on line’ a través del portal Siquia.
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