Todos podemos atravesar un estado depresivo relacionado con el estrés o un estado de agotamiento emocional. Cuando una depresión requiere tratamiento, tanto psicoterapéutico como farmacológico, es cuando interfiere de forma significativa con el funcionamiento personal, laboral y social.
Las personas con depresión grave (depresión mayor, por lo general) sufren un déficit importante de serotonina, el neurotransmisor responsable de que nos sintamos con ánimo y energía suficientes para funcionar en nuestra vida cotidiana. El organismo entra en una fase de conservación o ahorro de energía. Anímicamente no se sienten capaces de emprender actividades y tienen una visión muy negativa de sí mismos y del entorno. Esto conduce a que las personas deprimidas se encuentren aisladas, sin apoyo social, bloqueadas. El rendimiento laboral y académico puede reducirse de forma importante ante las dificultades de atención, concentración y memoria.
La depresión no se vive igual en todas las personas. Algunos signos que pueden hacernos sospechar de que una persona está en un proceso depresivo son:
• Abuso de sustancias como el alcohol, el tabaco o los ansiolíticos.
• Llanto frecuente.
• Cambios significativos en el peso corporal.
• Abandono del aseo y del cuidado personal.
• Comportamiento irritable.
El estado de ánimo depresivo debe afrontarse desde una perspectiva bio-psico-social. En las depresiones graves es muy importante la intervención biológica. La persona afectada debe someterse a un análisis completo de vitaminas y minerales, en el que se preste especial atención a los niveles de hierro, vitamina D y complejo vitamínico B. Si los niveles de serotonina continúan bajos, será necesario incorporar medicación antidepresiva (inhibidores de la recaptación de la serotonina, por ejemplo).
El aumento de la serotonina se consigue también a través del ejercicio físico regular e intenso, del mismo modo que con la exposición al sol diaria durante media hora, aproximadamente. En el aspecto conductual, también hay que buscar la incorporación de actividades placenteras para la persona y aumentar las actividades sociales y de dispersión. En el plano cognitivo, la persona deprimida necesita identificar y reajustar sus distorsiones cognitivas o patrones deformados de pensamiento, relacionados con la visión negativa que mantiene de sí mismo y del entorno.
El apoyo familiar es importante: el entorno social próximo al paciente debe comprender en qué consiste la enfermedad, proporcionar seguridad y comprensión y prestar el soporte adecuado a las necesidades de la persona deprimida.
* Ada Prieto Cabral es psicóloga y miembro de Saluspot
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