El musicoterapeuta Kenneth Bruscia define a la música terapéutica como aquella que se utiliza “para mantener la propia salud o para enriquecer el crecimiento personal y la autoactualización en los terrenos emocional, mental o físico…”; agrega, además, que es “una práctica auxiliar que no se considera musicoterapia, porque no implica un proceso de intervención y cambio dentro de la relación cliente-terapeuta” (1997:99).
Pero, ¿por qué la música es terapéutica?
La función natural y vital que desempeña la música en nuestras vidas hace que muchas veces resulte terapéutica debido a las sensaciones de placer que nos provoca, aunque su efecto sea efímero.
La música es energía, y todos nos podemos beneficiar de ella sin la necesidad de sufrir algún trastorno o enfermedad. Escucharla, cantarla, componerla e incluso ejecutarla pueden ser diferentes estrategias para lograr que te sientas mejor. La forma de llevar a cabo esta práctica es individual y/o grupal, con resultados excelentes en lo que se refiere a la mejora de nuestro cuerpo.
Como expliqué en anteriores artículos, los sonidos favorecen la actividad neuronal y actúan sobre el sistema nervioso central y periférico. Relajan y/o excitan muscularmente, mejorando el rendimiento físico. Sin lugar a dudas, este aspecto es uno de los más estudiados y constatados por los científicos en innumerables investigaciones. Como somos un todo -seres complejos e íntegros-, no podemos dejar fuera el aspecto psicológico, porque la música contribuye a mejorar el estado de ánimo, la autoestima, el autoconcepto… Ayuda a reducir y controlar el estrés y la ansiedad. Evoca situaciones, personas e historias, promueve la fantasía y la imaginación, contribuyendo a desarrollar funciones cognitivas e intelectuales.
Es bueno aclarar que no sólo individualmente podemos conseguir efectos beneficiosos, sino que al hacerla en grupo es provechosa para optimizar el diálogo y la comunicación, nos integra y hace que las relaciones con los demás sean buenas.
Por todo esto, la música, en la mayoría de los casos, es terapéutica, nos hace bien. La confusión se genera cuando creemos que eso que hacemos en casa es MUSICOTERAPIA. La diferencia es bien marcada, y te ayudo a que la veas: sólo es MUSICOTERAPIA cuando hay un musicoterapeuta, estás tú, la música y los objetivos que trabajes en esa sesión sean terapéuticos. El musicoterapeuta te ayudará a resolver conflictos a partir del diseño de un tratamiento personalizado, utilizará la música como medio para mejorar tu salud, y no como un fin en sí misma, por eso los cambios serán más duraderos y satisfactorios. Experimentarás mucho más que sensaciones placenteras, te conocerás mejor y te permitirá fortalecer tu salud física, mental y emocional.
(INFOGRAFÍA: morguefile.com)
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