“El mundo hay que fabricárselo uno mismo, hay que crear peldaños que te suban, que te saquen del pozo. Hay que inventar la vida porque acaba siendo verdad”… “Es una manera de estar en el mundo, de ser, no se puede hacer otra cosa”.
Haciendo uso de estas bellas palabras de Ana María Matute, estaba pensando yo en los creadores de sus propios peldaños que he tenido la suerte de conocer. Tantos años pasando gente por mi vida me han servido para contar historias…
Como la de Céline, que venía de una familia acomodada de Camerún y empezó aquí de cero. Se adaptó tanto al medio (qué remedio), que hasta “se ponía negra” con según que cosas. Y fue brillantez académica y concilió… dejando legado con dos bellos frutos: Antoine y Anne.
Yo en esa época sólo sabía quejarme de que sonaba mucho el busca de Medicina Interna.
La historia de mi Willi… Trabajadora incansable que voló de su República Dominicana para ponerse el mundo por montera y triunfar en un equipo de rancio abolengo español. Y ayudar… aquí o allá.
Eso todo vuelve. Verás que volverá.
Y Marco, Yuri, Olena, Adelaida, Sharito, Bárbara Fox… Personas válidas hasta un nivel máximo, pero que empezaron por ser llamados despectivamente “sudacas o panchitos“, en palabras de jueces desprovistos de criterio.
Debe ser duro iniciar con una banderilla puesta, con una pierna amputada…
Como la “mamá de los corazones”, capaz de hundirse hasta lo más hondo y escalar desde la profundidad, agarrándose, una mano aquí y un pie allá, en crampones hechos de corazones azules y morados. Lejos de su Venezuela, lejos de sus padres… sintiéndose inevitablemente sola a veces, aunque bien rodeada siempre.
Así fueron también los españoles que tuvieron que emigrar en los años 60 o 70. Ellos, para colmo, sin hablar francés… ni casi saber escribir en castellano: “Me sacaron de la escuela con 7 años”.
Jóvenes de zonas rurales que inician la Universidad en grandes urbes desprovistos de padrinos. Jóvenes con necesidad de subir la rampa de la extranjería aderezada con la rampa de la orientación sexual en un mundo que a veces sigue siendo prehistóricamente cerrado. Otros, la del origen rural y la orientación sexual. Y así podemos hacer diferentes combinaciones de elementos.
Qué difícil es sentirse pequeñito.
Todos ellos, ejemplos de superación… La más difícil arquitectura para construir peldaños. Muchos de ellos, ahora muy grandes… Qué buenos edificios pueden construirse desde la ilusión en lo que se hace y la serenidad de confiar en uno mismo.
Admiro profundamente a todo aquel que se hace a uno mismo, que crea un personaje que aporta valor a la representación teatral que es la vida.
* La Dra. Elia Martínez Moreno es especialista en Oncología Médica en el Hospital Universitario de Fuenlabrada (Madrid)
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