MUJER: Camina con la cabeza bien alta, pues tú eres el templo sagrado donde se gesta la sagrada vida. Por tanto… tú eres sagrada.
Y esta máxima es mi dedicatoria para todas las mujeres en las que me siento proyectada.
Es hora de despertar a lo sagrado del alma femenina, es hora de descubrir y afrontar todas las zonas oscuras que nos despistan de nuestra verdadera esencia.
Como mujeres, tenemos la responsabilidad de despertar a nuestra propia divinidad, prostituida desde tiempos ancestrales por condicionantes sociales, culturales y religiosos.
En nuestro inconsciente colectivo residen las sombras, los mitos absurdos que nos limitan y nos impelen a enfrentarnos entre nosotras, provocando una profunda falla en el clan. Y algunos de esos mitos son, entre otros, que debemos competir entre nosotras en encarnizada lucha para ganarnos al macho. Que hemos de estar siempre guapas, delgadas y perfectas. Que es maravilloso ser sumisas. Que somos ciudadanas de segunda, porque el hombre está por delante. Que somos las responsables de las relaciones (de pareja, con los hijos, con los padres). Que tenemos la obligación de ser vírgenes porque, como reza la desafortunada canción, “la honra de una mocita se mancha y no brilla más”…
Ya es hora de descubrir que no necesitamos los enfrentamientos que nos separan como clan, pues en otra mujer (como en un espejo) tengo la oportunidad de observar mi propia fuerza, mi coraje y mi valentía. Que somos, y siempre fuimos, ciudadanas de primera. Que en las relaciones tenemos sólo una parte de responsabilidad y que la virginidad no es más que pureza de alma. Y, en eso, el alma de la mujer es maestra.
Adentrándonos en las sombras, descubriremos que se nos impusieron muchas creencias que están internalizadas y automatizadas. Pero en nuestro ser reside el coraje, desde nuestra parte guerrera, de enfrentar tales creencias, mirarlas de frente, desafiarlas, dejarlas marchar y reconciliarnos con nosotras mismas.
Es tiempo de atrevernos a mirar en nuestro interior, traspasar las sombras y deslumbrarnos con nuestra propia luz.
Para recuperar nuestro estatus sagrado, hay un acto mágico: HONRARTE A TI MISMA.
Y este acto sacro no puede esperarse desde el exterior, pues esto anularía nuestro poder interior. Observando nuestro ser esencial y realizando esta observación de forma consciente, estaremos en disposición de emprender el camino a nuestra verdadera naturaleza y podremos, por fin, validar nuestra parte salvaje, aquella que afronta, que lucha, que sabe defender, que cae herida, pero resurge como el ave fénix.
Tenemos un precioso trabajo por delante y, si quieres, podemos hacerlo juntas en el taller para mujeres que dará comienzo muy pronto.
Atrévete… Mira dentro de ti… traspasa la sombra… ¡DESLÚMBRATE!
asantero7@hotmail.com
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