Hace unos días, leía con estupor, el informe de la Cámara de Cuentas donde certificaba que la privatización sanitaria en Madrid se hizo sin criterios de supuesto ahorro o una mayor eficiencia en el gasto público y que se desconoce la mejora de la prestación de la asistencia sanitaria que se habría podido producir con esta privatización, pues no existe ningún documento o estudio que lo avale y acredite.
En mi hospital, el de Salamanca, como en otros muchos del Sistema Nacional de Salud, se apuesta por la “externalización” de servicios (privatización), comenzando por los no sanitarios -lavandería, archivos, mantenimiento, Electromedicina, etc., siguiendo con cocinas o informática- y terminando por Fisioterapia, Salud Mental y otros servicios sanitarios- pagando con dinero de todos a una empresa que realiza un trabajo o servicio que antes se hacía con recursos del propio hospital.
Desconocemos si esto se hace con algún criterio, porque estas decisiones siempre se llevan a cabo sin transparencia y sin informar a la ciudadanía, que somos quienes, con nuestros impuestos, financiamos la Sanidad. Después, no se realiza auditoría externa o interna para verificar si la empresa cumple adecuadamente su cometido y si merece la pena continuar con sus servicios.
¿Por qué esa opacidad, esa falta de rigor, esa ausencia de comunicación con la ciudadanía o los profesionales, a la hora de tomar estas decisiones que nos afectan?
Cuando apostamos por una Sanidad cien por cien pública, hablamos de financiación pública de la Sanidad a través de los impuestos y también de la provisión de servicios a través de medios públicos propios porque es más eficiente y justa. Cuando se privatiza el servicio público, este deja de ser un “servicio” para convertirse en un “negocio”. No se hace con criterios transparentes, porque no importan. El objetivo es desmantelar el sistema público de salud para que unos pocos hagan negocio con nuestra salud.
La privatización sanitaria también es ideológica. Quien no cree en la Sanidad pública malamente puede gestionarla, y busca la iniciativa privada para hacerlo. Repiten como un mantra que es más barata, eficiente y mejor la Sanidad privada, aunque no exista estudio serio y documentado que lo acredite. Y así lo están haciendo.
He visto a la ciudadanía de Salamanca salir a la calle a defender su nuevo hospital cuando estaba paralizado, por las listas de espera insufribles, por la falta de profesionales; ahora, quizás, sea el momento de defender la Sanidad 100 x 100 pública frente a las privatizaciones, incluyendo las descaradas y las encubiertas, no sólo en Salamanca, sino en todo el Estado.
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