
“Dimito por el bien de España”. Así anunció Suárez su renuncia a la Presidencia del Gobierno, y ya sólo el verbo y el hecho de que abandonara el cargo sin que le explotara un caso de corrupción en las manos me parece un hito histórico en este país y valedero de infinidad de homenajes.
Toda la clase política española actual (muchos de los cuales ya hacían sus pinitos por aquella época) coincide estos días de luto en señalar a Suárez como un ejemplo modélico de hacer política, pero ninguno está dispuesto a mirarse en su espejo y aplicarse el cuento; y entre lágrima y lágrima siguen gobernando o frotándose las manos a la espera de que les llegue su turno para hacer prácticamente lo mismo, garantizarse un escaño perpetuo.
Que me perdonen las excepciones de gobernantes íntegros, que invierten su tiempo libre y familiar en ocuparse de la gestión de algún territorio sin una retribución a cambio, seguramente los habrá, pero como no abundan, dedico todos mis improperios a los miserables y mezquinos, incapaces de asumir su responsabilidad y dirigiendo su dedo acusador hacia otros profesionales.
Recordarán el caso de la niña de tres años que falleció recientemente en Treviño a causa de una varicela. Es posible que ustedes no sepan que fueron las consecuencias de las complicaciones de esta enfermedad las que acarrearon su fallecimiento, porque los políticos se ocuparon en centrar todos sus esfuerzos en convertir el caso en una guerra entre territorios a causa de la procedencia de la ambulancia que nunca llegó.
No recuerdo su nombre, pero una autoridad del Gobierno vasco, o al menos del partido que lo sustenta, se vanagloriaba ante los medios de comunicación de que desde la Consejería de Sanidad se había ordenado abrir una investigación para determinar las causas de por qué a la menor se le había dado de alta del servicio de Urgencias el día anterior.
No hace falta ser muy listo para deducir que su respetable señoría pone en el punto de mira a los profesionales, a los que dejan con el culo al aire y responsabilizan sin tener todos los datos de una posible negligente atención médica. Y eso lo hace quien toma las decisiones importantes en Sanidad, quien ordena los recortes y determina los recursos con los que los sanitarios deben realizar su labor. Y el personal sanitario, en vez de iniciar una campaña en los medios de comunicación para defenderse y denunciar todo esto, se dedica a seguir trabajando.
Mientras, algunos corren la voz por las redes sociales y recuerdan que fueron unos políticos quienes decidieron sacar la vacuna temprana de la varicela del calendario oficial de vacunaciones, y hasta retiraron las dosis de las farmacias para que los padres no cayeran en la tentación de comprarlas. Y a estas alturas, todavía no he oído a ningún político rectificar ni pedir perdón ni atribuirse la responsabilidad. Así que les puedo prometer, y prometo, que mientras no haya una regeneración política en este país, no contarán con mi respaldo nunca más. No se lo merecen.
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