El informe semanal del Sistema de Vigilancia de la Gripe en España correspondiente a la primera semana del año establece el comienzo de la onda epidémica de esta temporada con una circulación predominante del virus A.
Así, desde el 30 de diciembre al 5 de enero, la tasa global de incidencia de gripe aumenta a 54,6 casos por 100.000 habitantes, superándose por primera semana el umbral basal establecido para la temporada 2019-20 (52,6 casos por 100.000 habitantes), con un incremento significativo respecto a la semana previa.
A nivel nacional, se señala un nivel de intensidad de actividad gripal bajo, un nivel de difusión regional y una evolución creciente. Por grupos de edad, se observa un ascenso de las tasas de incidencia en todos ellos, siendo significativo en los grupos de 15 a 64 años.
En la semana 01/2020 se ha recibido información de la vigilancia de gripe de todas las redes integradas en el Sistema centinela de vigilancia de gripe en España (ScVGE). Las redes de Asturias, Extremadura, Navarra y País Vasco registran un nivel de intensidad gripal bajo, después de sobrepasar su umbral epidémico, siendo todavía basal en el resto. La difusión es extensa en Asturias y País Vasco, local en Canarias, Extremadura y Navarra, y todavía esporádica o nula en el resto del territorio vigilado. La evolución es creciente en Asturias, Cantabria, País Vasco, Navarra, La Rioja, Extremadura, Baleares y Canarias, y estable en el resto.
Brotes y hospitalizaciones
No se han notificado brotes de gripe en el periodo vigilado.
Desde el inicio de la temporada, se han notificado casos hospitalizados con gripe en catorce CCAA. La tasa acumulada de hospitalización de pacientes con gripe confirmada es de 2,8 casos/100.000 habitantes. La mayor proporción de casos se registra en los grupo de >64 años (40%), seguida del grupo de 15 a 64 años (37%). En el 82% de los pacientes se aisló el virus A [con una distribución entre los subtipados de 73% A(H1N1)pdm09 y 27% A(H3N2)], en 17% el virus B y en el 1% el virus C.
De las 78 muestras centinela enviadas para confirmación virológica esta semana, 25 (32%) han sido positivas para el virus de la gripe: 92% tipo A y 8% tipo B. De las detecciones centinelas notificadas desde el inicio de la temporada 2019-20 hasta el momento, el 55,5% son tipo A [80% de A(H1N1)pdm09 entre los subtipados] y el 44,5% son tipo B.
También aumenta la actividad gripal en Europa y en la mayoría de los países de la zona templada del hemisferio norte. La mayoría de los virus de la gripe detectados a nivel mundial son del tipo A (69%), con un 71% de A(H3N2) entre los subtipados.
Hasta 15.000 muertes en las dos últimas temporadas
Según explica el equipo del Sistema de Vigilancia de la Gripe en España, del Centro Nacional de Epidemiología del ISCIII, que coordina Amparo Larrauri, “se estima que en las dos últimas temporadas de gripe, las epidemias han producido entre 500.000 y 700.000 casos de enfermedad leve atendidos en atención primaria; entre 35.000 y 52.000 hospitalizaciones con gripe, y entre 2.500 y 3.000 admisiones en UCI con gripe confirmada por laboratorio”. Utilizando modelos poblacionales, se ha estimado que en las dos últimas temporadas “la gripe pudo haber sido responsable de hasta 15.000 muertes atribuibles a esta enfermedad”.
Se calcula que las epidemias estacionales causan de 3 a 5 millones de casos graves en el mundo, y entre 300.000 y 650.000 muertes relacionadas con la enfermedad, la mayoría de las cuales se producen en mayores de 65 años con especial riesgo.
Datos, síntomas, grupos de riesgo, tratamiento…
La gripe es una enfermedad respiratoria vírica, caracterizada por síntomas como fiebre -no siempre aparece-, tos, dolores musculares, dolor de cabeza y garganta, intenso malestar y abundante secreción nasal. En la mayoría de los casos los síntomas desaparecen en el plazo de una semana, sin necesidad de atención médica, aunque en personas consideradas de riesgo la enfermedad sí puede llegar a ser grave.
La gripe estacional se propaga con rapidez en los inviernos de las regiones templadas, como España, provocando las clásicas epidemias estacionales, que en el entorno europeo pueden llegar a afectar en torno a un 20% de la población. En las regiones tropicales la gripe puede aparecer a lo largo de todo el año.
Al toser o estornudar, las personas infectadas dispersan en el aire, a distancias de hasta 1 metro, gotículas infecciosas que contienen virus, infectando así a las personas que están cerca e inspiran esas gotículas. El virus también puede transmitirse por contacto, por ejemplo a través de las manos. Para prevenir la transmisión es recomendable lavarse las manos frecuentemente y cubrirse la boca y la nariz con un pañuelo al toser, o hacerlo en la parte interior del codo. El periodo de incubación (tiempo transcurrido entre la infección y la aparición de la enfermedad) es de unos 2 días, pero puede oscilar entre 1 y 4 días.
Los grupos de mayor riesgo de sufrir complicaciones graves derivadas de la gripe son las embarazadas, las personas mayores y todas las personas de cualquier edad con enfermedades crónicas (cardiacas, pulmonares, renales, metabólicas, neurodegenerativas, hepáticas o hematológicas) o inmunodeprimidas (por enfermedades como el VIH/sida o ciertos cánceres, o por tratamientos como la quimioterapia o los corticoides). Los profesionales sanitarios también tienen un mayor riesgo de infectarse por los virus de la gripe y, sobre todo, pueden trasmitirlos a personas con alto riesgo de complicaciones.
Los pacientes con enfermedad leve pueden recibir tratamiento basado en el alivio de los síntomas, como la fiebre, aunque la gripe tiene la misma duración, en torno a una semana, con o sin tratamiento. Si la enfermedad es leve no es preciso acudir al médico. En el caso de personas con enfermedad grave o progresiva asociada a la gripe que requieran hospitalización, deben recibir fármacos antivirales lo antes posible, en las primeras 48 horas después del inicio de síntomas para maximizar el beneficio terapéutico. Hay que recordar que la gripe, al ser una enfermedad causada por virus, no se trata con antibióticos.
Para establecer un diagnóstico definitivo es necesario obtener muestras respiratorias adecuadas y confirmar la infección gripal por pruebas de laboratorio, ya que otros virus respiratorios (rinovirus, virus respiratorio sincitial, adenovirus…) también pueden causar síndromes gripales que dificultan el diagnóstico diferencial. La confirmación de la infección se realiza habitualmente mediante aislamiento del virus o detección del RNA específico del virus por una técnica denominada PCR-RT (reacción en cadena de la polimerasa con retrotranscriptasa), tras análisis de muestras de secreciones faríngeas, nasales o nasofaríngeas.
La vacuna: necesaria, recomendada y mejorable
Más allá de la prevención para evitar contagios, la vacuna anual contra la gripe estacional es la mejor forma de protegerse contra la enfermedad, recuerda Larrauri. No todo el mundo debe vacunarse. La estrategia de vacunación está basada en prevenir las complicaciones graves y, por tanto, está dirigida a los grupos con alto riesgo: personas mayores, embarazadas en cualquier trimestre de gestación y personas con enfermedades crónicas. También deberían vacunarse los trabajadores sanitarios, fundamentalmente para reducir el riesgo de transmitir la infección a los pacientes más vulnerables.
Las vacunas contra la gripe producen anticuerpos protectores aproximadamente dos semanas después de la vacunación. Por ello, lo mejor es vacunarse antes de que los virus de la gripe comiencen a propagarse. La composición de la vacuna va cambiando cada año y protege contra los virus incluidos en la vacuna de cada temporada.
Ya que los virus de la gripe están en constante evolución y sufren mutaciones, la Organización Mundial de la Salud (OMS) actualiza las recomendaciones para la composición de la vacuna dos veces al año, en febrero para el hemisferio norte y en septiembre para el hemisferio sur, con objeto de que los virus vacunales se parezcan lo más posible a los virus que circulan entre la población. La OMS obtiene esta información de los sistemas de vigilancia de gripe activos en todo el mundo y coordinados por el Sistema de Vigilancia y Respuesta Global de Gripe de la OMS (GISRS).
Pese a que la vacuna de la gripe no siempre se caracteriza por una alta efectividad, está demostrado que disminuye el riesgo de infección, de hospitalizaciones y muertes relacionadas con la enfermedad. En otras palabras, la recomendación de vacunación en los citados grupos poblacionales está basada en numerosas evidencias científicas, tal y como recuerdan cada año las autoridades sanitarias y las sociedades científicas.
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