La bipolaridad es un trastorno que afecta al 1% de la población y que se caracteriza principalmente por la alternancia de estados de ánimo de depresión y de euforia. Aunque son más vulnerables al estrés y, por tanto, puede afectarles más la situación originada por el SARS-CoV-2, la psiquiatra de la Universidad Complutense de Madrid Inés López-Ibor asegura, en el Día Mundial del Trastorno Bipolar, que, si el paciente lleva un tiempo estable y toma su medicación, pasará un confinamiento similar al de los demás.
Su diagnóstico fue póstumo y, aunque nunca se confirmará al 100%, hay bastantes indicios para pensarlo: Vincent Van Gogh, una de las figuras más importantes en la Historia del Arte, probablemente padeció trastorno bipolar.
Por ello, y para rendir un homenaje a su figura, se dedicó la fecha de su nacimiento, el 30 de marzo, a la conmemoración del Día Internacional de una enfermedad que, según la Organización Mundial de la Salud, es la sexta causa principal de discapacidad en el mundo. El trastorno de bipolaridad afecta, principalmente, al ánimo, con episodios depresivos durante temporadas que se alternan con otros de euforia, también llamados maniacos.
“Se calcula que afecta a una de cada cien personas, es relativamente frecuente. Como todos nuestros trastornos, estos tienden a la cronicidad, pero no quiere decir que estén crónicamente enfermos”, señala Inés López-Ibor, investigadora del Departamento de Medicina Legal, Psiquiatría y Patología de la Universidad Complutense de Madrid (UCM).
Es decir, los pacientes pueden tener un episodio depresivo durante un año y tardar bastante hasta tener otro. ¿Cómo consiguen cierta estabilidad? “Aunque hay un número importante de personas con este trastorno también hay muchas que están estables con su tratamiento y llevando una vida completamente normal”, asegura la experta.
Esta época del año es especialmente delicada para las personas con enfermedades mentales, que pueden llegar a descompensarse por los cambios de luz y otros factores que acarrea la primavera. “Por eso, tienen que mantener la rutina, los horarios, hacer un poco de ejercicio y tomar la medicación”, añade.
En busca de estabilidad dentro de una situación sin igual
Además de la medicación, si algo ayuda a los pacientes a mantener esa normalidad es el equilibrio, la rutina y la tranquilidad, algo que se tambalea desde que comenzase la crisis del coronavirus y las medidas de confinamiento.
“Está claro que esto nos afecta a todos, aunque con el coronavirus las personas con enfermedades mentales son más vulnerables al estrés. Sí les puede provocar más angustia y miedo, se pueden descompensar un poco más y hay que vigilar que se toman bien sus tratamientos”, señala López-Ibor.
La experta de la UCM insiste en no generalizar, pues habrá personas en una fase estable de la enfermedad a las que le afectará igual que al resto de la población. “Lo primero que hay que pensar, todos, es que esto va a pasar”, y aconseja organizarse el día para trabajar y para distraerse y hacer cosas para las que nunca hay tiempo.
Un día mundial para concienciar a la población
El trastorno bipolar suele debutar en adultos jóvenes, entre 20 y 30 años y aunque no es habitual que el primer episodio se produzca después de los 40 “no quiere decir que no pueda haberlos”. A pesar de su frecuencia, en torno a esta enfermedad mental gira cierto estigma y desconocimiento por parte de la sociedad. En ocasiones llega a confundirse con la esquizofrenia.
“No tienen nada que ver. Es verdad que cuando el paciente cursa con episodios maniacos puede tener alguna alucinación o idea delirante que confunden a interpretarlo como una esquizofrenia, pero no lo es. Son síntomas sicóticos que aparecen en una enfermedad que tiene dañado el ánimo y en la esquizofrenia lo que se tienen dañado es la interpretación del mundo, junto a otros síntomas muy distintos”, aclara López-Ibor.
El deseo de esta psiquiatra en el Día Mundial del Trastorno Bipolar es el de más comprensión y menos miedo a esta enfermedad. “En todas las enfermedades mentales les digo a los pacientes que no digan que son bipolares, sino que tienen trastorno bipolar para no acabar convirtiendo la enfermedad en un apellido”. Porque pueden llevar una vida completamente normal y llegar a ser lo que ellos quieran. Y si no, que se lo digan a Van Gogh.
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