Las especialidades pediátricas son una realidad en hospitales y centros de salud, pero la misma Administración que las oferta a la población a través de la cartera de servicios del Sistema Nacional de Salud las ha dejado al margen del reconocimiento oficial durante décadas. Por fin, un real decreto que prepara el Ministerio de Sanidad abre la puerta a su consolidación formativa a partir de la inclusión de la Pediatría “y sus áreas específicas” como una disciplina independiente de la que podrán nacer las denominadas Áreas de Capacitación Específica (ACE). Sin embargo, de las 20 especialidades pediátricas que existen en la actualidad por el momento sólo se aprueba una, la de Neonatología.

En la década de los 70, muchos pediatras españoles comenzaron a formarse en campos médico-quirúrgicos específicos con el fin de dar una respuesta más adecuada a problemas infantiles concretos, como la diabetes, la hormona del crecimiento o las patologías digestivas. Cuatro décadas después, aquella inquietud por centrar su formación y su experiencia en determinados ámbitos ha dado lugar a una situación ciertamente paradójica en nuestro país: existen 20 especialidades pediátricas reales, ejercidas en centros de salud y hospitales por excelentes profesionales que, sin embargo, trabajan en una especie de limbo gubernamental, sin que se reconozca oficialmente su especialización en áreas que, al mismo tiempo, están incluidas en las diferentes carteras de servicios del sistema sanitario. Entre ellas, se encuentran las de Alergología e Inmunología, Cardiología, Cuidados Intensivos, Endocrinología, Hemato-Oncología, Neurología, Psiquiatría o Urgencias, aunque hay muchas otras.
En una campaña diseñada para informar a la población de esta realidad, la Asociación Española de Pediatría (AEP) explica por qué no es lo mismo que un niño sea tratado por un especialista de adulto que por un especialista pediátrico, y aporta varias razones fundamentales, que se resumen en que en cada etapa de la vida se necesitan unos cuidados específicos y profesionales cualificados para administrarlos, que en España ya existen esos profesionales y que sólo con una asistencia pediátrica especializada “se puede garantizar la máxima eficacia y calidad en la atención y el tratamiento de la población infantil”, teniendo en cuenta que muchas enfermedades “no se comportan de la misma manera” en un niño que en un adulto.
En este sentido, el doctor Fernando Malmierca, vicepresidente de esta sociedad científica y pediatra del centro de salud Universidad-Centro de Salamanca, recuerda que en los últimos 25 años la calidad de la asistencia pediátrica “ha aumentado de una manera enorme”, hasta el punto de que España se encuentra entre los países con menor tasa de mortalidad infantil, sobre todo neonatal. “Esto se debe a muchos factores, pero la existencia de pediatras que se han superespecializado en distintas áreas ha contribuido en gran parte a esta mejora”, asegura.
El representante de la AEP también apunta un riesgo importante: que las plazas que quedan vacantes “no se cubran con pediatras especializados, sino con especialistas de adultos”, algo que ya está ocurriendo “en grandísismos hospitales” españoles. Por el momento, no en Castilla y León, donde según el doctor Malmierca se intenta que las plazas se convoquen “perfiladas”, una política del anterior consejero de Sanidad, Francisco Javier Álvarez Guisasola, por la que sigue apostando su sucesor, Antonio María Sáez Aguado.
Real decreto de troncalidad
Además, como recoge la AEP en su campaña No es lo mismo, la ausencia de un reconocimiento oficial de las especialidades pediátricas también está favoreciendo “que no se sepa cuántos profesionales se necesitan para atender a la población pediátrica en nuestro país”, que médicos “de otras disciplinas se autotitulen y trabajen como especialistas pediátricos cuando no lo son” y que la formación “no sea homogénea ni adecuada” en todas las comunidades autónomas para los pediatras que se quieren especializar en algún área.
Precisamente para hacer frente a estas amenazas, los profesionales luchan desde hace muchos años por conseguir que las especialidades pediátricas existan en todos los sentidos posibles, una meta que quizás nunca ha estado tan cercana como ahora. Con ese objetivo trabajará la nueva Comisión Nacional de la Especialidad, constituida el pasado mes de julio como un órgano asesor del Ministerio de Sanidad. Presidida por Álvarez Guisasola y en la que el propio Fernando Malmierca ejerce de vicepresidente, tendrá como punto de partida el nuevo Real Decreto de Troncalidad, en cuyo borrador se ha trabajado más de cinco años “al mando de otro castellano y leonés, Javier Castrodeza”, actual director general de Ordenación Profesional del Ministerio. “En el decreto se crean troncos comunes de los que nacen diferentes especialidades y, de ellas, las súperespecialidades, que se llamarán Áreas de Capacitación Específica (ACE). Hemos conseguido ya una cosa muy importante, y es que Pediatría no entre dentro del tronco común médico-quirúrgico”, avanza.
Y es que por primera vez se incluye la Pediatría “y sus áreas específicas” como una disciplina independiente, “reconociendo así sus singularidades como área integral que se ocupa de la salud y la enfermedad del niño y del adolescente”. Así lo recoge la Asociación Española de Pediatría, que, sin embargo, considera “insuficiente que de las 20 especialidades pediátricas implantadas en el Sistema Nacional de Salud sólo se reconozca formalmente como ACE la de Neonatología”, aunque incluye la posibilidad de crear nuevas áreas de capacitación a partir de las comisiones nacionales de cada especialidad. Por ellas luchará la sociedad científica, según ha anunciado ya. Y también el propio Fernando Malmierca, que prevé un trabajo “ímprobo”.
En estos momentos, el borrador se encuentra “en trámite de informe del Consejo de Estado, antes de ser aprobado por el Consejo de Ministros y pasar a trámite parlamentario. Una vez que se publique en el Boletín Oficial del Estado (BOE), se abrirá la puerta que tanto tiempo se ha estado esperando para alcanzar el reconocimiento oficial, aunque el camino que se abre tras ella será arduo y largo. Entre otras cosas, porque para cada Área de Capacitación Específica será necesario elaborar y aprobar programas de formación MIR en unidades docentes acreditadas, que darán lugar a la obtención de un diploma de área de capacitación específica que tendrá, por fin, carácter oficial.
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