Xosé Bustelo ha sido nombrado nuevo director científico del Centro de Investigación del Cáncer (CIC, centro mixto del CSIC y la Universidad de Salamanca, USAL) para los próximos cuatro años. Sustituye en el cargo a Eugenio Santos, que había estado al frente del centro desde su creación, hace 24 años y estará acompañado en la dirección por Alberto Orfao (vicedirector de Asuntos Clínicos), David Santamaría (vicedirector de Programas Científico-Técnicos) y María Sacristán (vicedirectora de Actividades de Formación).
Profesor de investigación del CSIC, Xosé Bustelo coordina el Programa Científico de Mecanismos del Cáncer del Centro de Investigación Biomédica en Red de Cáncer (CIBERONC) y es uno de los responsables de la red científica CSIC-Cáncer del CSIC. Su formación previa incluye el doctorado por la Universidad de Santiago de Compostela (1990) y un periodo postdoctoral en Estados Unidos.
A lo largo de su trayectoria, acumula 170 artículos científicos y seis patentes, habiendo sido galardonado con varios premios científicos nacionales e internacionales. En la actualidad, también ocupa la presidencia de la Federación de Sociedades Españolas de Oncología (FESEO) y previamente ha sido presidente de la Asociación Española de Investigación sobre el Cáncer (ASEICA), la sociedad científica más relevante en este campo.
En una entrevista concedida a DiCYT reflexiona sobre los retos de su nuevo cargo, las perspectivas del Centro de Investigación del Cáncer y el futuro de la investigación oncológica.
Después de 24 años de Eugenio Santos como director, ¿es una gran responsabilidad sustituirle e iniciar una nueva etapa?
Muchos de nosotros ya hemos estado implicados antes. Alberto Orfao y yo llevamos años colaborando intensamente en la organización del CIC, pero es verdad que se abre un nuevo periodo que tenemos que aprovechar para cambiar cosas e impulsar la modernización de las estructuras y de los planes formativos.
Entre los objetivos concretos que han señalado está el de captar talento. ¿Cómo se puede conseguir?
Es difícil, porque esto es una competición. Es como el fútbol, en La Liga los equipos intentan competir entre sí y con los de la Premier League. Hay que hacer un esfuerzo intenso. Por un lado, hay tener recursos, no vale solo con decir “ven, que somos muy buenos”; sino que debemos contar con laboratorios y personal. Eso es algo que vamos a lograr a través de la ‘Escalera de Excelencia’, que estamos solicitando a la Junta de Castilla y León.
Después, hay que trabajar para que el CIC tenga presencia en el exterior y buscar gente joven que esté en el último estadio formativo en el extranjero y que quiera volver a España. Eso se logra cuando vamos a dar charlas fuera y buscando perfiles interesantes en centros de investigación, personas que sean muy buenas y le den un valor añadido al centro. Ahora tenemos que apostar por investigadores que sean capaces de captar financiación internacional tipo ERC Starting o ERC Consolidator.
En ese proceso de captación quieren tener en cuenta la igualdad de género, pero la biomedicina es un ámbito en el que la mujer está muy bien representada. ¿Por qué aún se mantiene el desequilibrio?
Es un déficit histórico que cuesta cambiar. Hay que pensar que aquí, cuando el centro empezó hace 24 años, éramos todos hombres. Puedes decir que quieres mujeres pero a veces, si viene un hombre que sea bueno, no vas a decirle que no. Aun así hemos avanzado bastante: en alguno de los programas científicos ya tenemos casi un 40% de investigadoras principales. Quizá en estos 24 años hemos podido hacer más, pero ahora hay una cantera mayor de investigadoras, así que es cuestión de buscarlas y atraerlas. Hay que captar gente fuera, pero también promocionar a las científicas jóvenes que están destacando en el centro y que quizá puedan ser reconocidas como investigadoras principales.
Una seña de identidad del CIC ha sido la conexión con la investigación clínica. ¿Aún se puede mejorar?
Sí, siempre tuvimos ese vínculo. Por supuesto, con el Servicio de Hematología del Hospital el trabajo está hecho, porque sus investigadores forman parte integral de nuestro centro, como Ramón García o Mariví Mateos. Pero es importante fortalecer esa interacción en el campo de los tumores sólidos, en Oncología Médica o en Cirugía. Podemos tener sinergias muy importantes y queremos materializarlas, incorporando grupos asociados al centro y desarrollando proyectos conjuntos.
Además del Hospital, Salamanca cuenta con otros centros del CSIC, la Universidad, el IBSAL y empresas. ¿Cómo valoran este ecosistema de investigación biomédica?
Es muy positivo. Cuando hablas con investigadores que están pensando en venir siempre preguntan por la interacción con el Hospital o por los grupos de investigación que hay en la Universidad. No deciden venir solo por el centro en sí mismo, sino por todo lo que lo rodea y aquí tenemos muchas oportunidades. Por ejemplo, el grupo de Juan Manuel Corchado nos abre la posibilidad de realizar proyectos con inteligencia artificial. También hay grupos potentes de química médica en la Universidad. Ese tipo de lazos hay que fortalecerlos, porque nos ayudan a hacer cosas para las que necesitaríamos cientos de científicos que no caben en nuestras instalaciones.
En ese sentido, ¿el Centro de Investigación del Cáncer tiene potencial para crecer mucho más en los próximos años?
Estamos alcanzando cierto grado de saturación, pero esto es una situación dinámica, porque unos vienen y otros van saliendo; muchos nos vamos a jubilar en un periodo de 10 años. Hay sitio, y cuando no lo haya habrá que buscarlo. Tenemos espacio para ampliar las instalaciones, pero la clave es seguir fichando a gente joven y ayudarles. Ojalá nos tengamos que plantear que tenemos un problema de espacio. Más que un problema, sería una satisfacción.
El centro siempre se ha mostrado muy reivindicativo con respecto a la necesidad de financiación y de apoyo institucional. ¿En qué situación se encuentra actualmente?
En esta nueva etapa tenemos que intentar ser más convincentes y lograr que otras instituciones nos ayuden. El Centro de Investigación del Cáncer un valor añadido para la ciudad y para Castilla y León, es una fuente de ciencia y tecnología, pero también permite atraer a gente joven que va a venir a trabajar aquí, con sus familias. Nos llevará un tiempo, pero soy optimista y creo que alcanzaremos mejores cotas de financiación. Si no lo pensara no habría dado el paso de ser director, porque parte de esta función también es convencer a las instituciones de que necesitamos más financiación y de que nos tienen que aumentar el presupuesto.
En los últimos años se ha hablado mucho de inmunoterapia y de medicina personalizada. Ahora, también de inteligencia artificial. ¿Cuál va a ser el futuro de la investigación del cáncer?
Todo eso. Lo importante es fichar a investigadores jóvenes, con buenas ideas, y contar tecnologías avanzadas, porque ellos aportarán diferentes especialidades. Un aspecto clave será conocer mejor las fases tempranas de evolución de los tumores, incluso antes de que los podamos llamar así, porque, gracias a los estudios genómicos, hoy en día sabemos que todos tenemos células mutantes en cualquier tejido; lo que hay que averiguar es cómo una célula alterada genéticamente, pero que está ahí, quieta, sin hacer mucho ruido, de repente empieza a crecer descontroladamente. En los estadios iniciales las alteraciones genéticas son menos complejas y serían más tratables farmacológicamente.
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