Las enfermedades del pie aparecen con frecuencia en la población de mayor edad, un hecho que se ha analizado en diferentes estudios, en los que se confirma el aumento de este tipo de patologías en personas mayores de 65 años, especialmente en mujeres.
Por ello, tal y como se recuerda desde el Colexio de Podólogos de Galicia, el cuidado asistencial y preventivo del pie geriátrico tiene una gran incidencia en la calidad de vida de las personas mayores, con el fin de evitar la pérdida de movilidad y, por tanto, de autonomía y calidad de vida.
Una de las dolencias que más afectan a los adultos mayores son las caídas. Según datos de la OMS, uno de cada tres ancianos padece, al menos, una caída al año, convirtiéndose así en uno de los principales trastornos de este grupo social y en la segunda causa de muerte accidental o no intencional en el mundo.
Las caídas pueden suponer para las personas de mayor edad un importante problema de salud, ya que tienen asociadas diversas complicaciones, como alguna incapacidad o incluso el fallecimiento de quien las sufre. El presidente de la institución colegial gallega, Juan Dios, explica que estas caídas son más habituales entre la población femenina, aunque el balance tiende a igualarse según se llega a edades más avanzadas.
Por otro lado, la evolución hacia la edad anciana provoca diversas alteraciones musculoesqueléticas o cambios en las estructuras que forman las áreas del pie y el tobillo, musculatura antigravitatoria que pierde fuerza dejando imágenes tan comunes como caminar arrastrando los pies o aumentando la base de sustentación para mejorar el equilibrio.
A medida que se envejece, el cuerpo tiende a adoptar una postura encorvada con cifosis y genu varo, un proceso degenerativo que modifica la forma de caminar de las personas mayores. En este punto, los podólogos señalan que la estructura y la función normal de los pies se alteran, en primer lugar, desde una perspectiva biomecánica, con dolencias podológicas que sufren entre un 71% y un 90,7% de las personas ancianas.
De igual modo, el envejecimiento también afecta a la piel de los pies. Entre otras alteraciones, estos profesionales indican que la dermis y la grasa plantar pierden grosor en la zona del apoyo del pie, debajo de las cabezas de los metatarsianos, así como flexibilidad en el conjunto del área plantar.
“La piel se hace más frágil, pierde eficacia como barrera de protección para ciertas molestias, se modifica la regulación de la temperatura, crece la predisposición a la aparición de fisuras e infecciones, así como al aumento del umbral del dolor, y se reduce la resistencia a traumatismos pequeños, lo que provocaría un posible proceso de cicatrización más lento e irregular”, subraya el presidente del colegio.
Engrosamiento, debilitación y hongos en las uñas
En cuanto a la zona ungueal, las uñas de los pies pueden endurecerse, resecarse y ser más endebles, dificultando su manipulación por los propios mayores. Desde el Colexio de Podólogos de Galicia se explica que las alteraciones que se pueden encontrar son la onicogrifosis, aumento exagerado del grosor de las uñas, que terminan curvando en espiral; uñas en vidrio de reloj, también conocidas como uñas hipocráticas, que son las presentan engrosamiento del tejido que se encuentra por debajo de la uña; hemorragias en astilla, donde aparecen líneas de sangrado de color rojo oscuro por debajo de las uñas; onicomicosis, infección de las uñas por hongos, y coiloniquia, uñas anormalmente delgadas que van perdiendo su convexidad.
En definitiva, estas alteraciones en el pie geriátrico suponen una pérdida de la calidad de vida de las personas y, junto a ello, crece su nivel de dependencia. Por ello, los podólogos recomiendan a las personas mayores una completa valoración podológica y, en caso de ser necesario, un tratamiento especializado y de calidad. Además de la revisión a cargo de un profesional de la podología, es necesario establecer una rutina de cuidados e higiene para proteger la piel de los pies y prevenir la aparición de úlceras por presión en pacientes de riesgo, como los diabéticos.
Finalmente, también es aconsejable elaborar un plan de ejercicios físicos, con el objetivo de fortalecer los músculos implicados en la acción de caminar, enriqueciéndola o evitando alteraciones en ella y para mejorar el equilibrio y la postura corporal, previniendo así las caídas.
Calzado más flexible gracias a la fabricación en 3D
Por otro lado, el calzado es un elemento que influye en la salud de las personas mayores. Los representantes de la institución colegial gallega consideran que un calzado geriátrico apropiado debe, en primera instancia, proteger el pie, adaptarse a él y facilitar la marcha. En cuanto a sus características básicas, debe ser ligero, cómodo y con plantilla extraíble, en el caso de necesitar el uso de plantilla podológica personalizada a medida.
Aspectos fundamentales que debe tener un calzado geriátrico:
√ Combinación de materiales elásticos con piel, posible gracias a las actuales técnicas de fabricación de calzado. Se recomiendan las pieles suaves de origen caprino y los acolchados para una buena adaptación y evitar presiones y rozaduras en el pie.
√ Suela en cuña (mínimo 1,5 centímetros de grosor) con material ligero y tacón de elevación inferior a 3 centímetros. De esta manera se conseguirá un buen aislamiento mecánico y se evitarán deslizamientos. Las suelas con estas características proporcionarán estabilidad y seguridad al paciente.
√ El contrafuerte proporciona estabilidad y sujeción al pie, además de suplementar el efecto de la plantilla podológica en el caso de la necesidad de este tratamiento.
√ Abrochamiento con cordón, preferiblemente con elasticidad, o velcro, para facilitar la adaptación del calzado al pie.
√ Tener cambrillón (suela de relleno) y poseer una altura extra en plantillas especiales, para proporcionar estabilidad y durabilidad al zapato.
Además, desde el colegio se destaca que las nuevas tecnologías, como pueden ser los escáneres para registrar la forma 3D del pie, y los nuevos sistemas de fabricación hacen que con el paso de los años se puedan personalizar aún más los zapatos y las plantillas podológicas.
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