En el Día Internacional de la Medicina de Urgencias y Emergencias, desde la Sociedad Española de Radiología Médica (SERAM) se pone de manifiesto que entre 6 y 8 pacientes de cada 10 pacientes que acuden a los servicios de urgencias, son sometidos a una o más pruebas de imagen urgentes, por lo que se realizan aproximadamente 15 millones de estudios radiológicos de este tipo, al año, en hospitales públicos. A eso hay que añadir otros estudios urgentes practicados a pacientes ingresados y de UCIs.
El empleo de TC en urgencias es hoy imprescindible en el manejo de patologías como el ictus, dolor torácico, abdomen agudo, hemorragia digestiva o traumatismos graves, entre otros. Mejora la confianza diagnóstica y la decisión de ingreso o alta, y reduce la estancia media y los costes hospitalarios.
La importancia de la ecografía
También la ecografía sigue siendo una herramienta esencial en urgencias. La demanda de estudios crece en cantidad y especialmente en complejidad, por lo que es importante un entrenamiento adecuado. “En ámbitos clínicos se ha definido como ‘el fonendoscopio de nuestros días’, lo que considero un planteamiento arriesgado; es de sobra conocido el sesgo inherente a mezclar juicio clínico con impresión diagnóstica por imagen o la sobreutilización. El empleo idóneo de la imagen integrada es una de las claves formativas del radiólogo”, puntualiza el doctor Artigas.
En el caso de la radiografía simple, especialmente osteoarticular y tórax, sigue siendo de gran utilidad en urgencias, donde se realizan la mitad del total de este tipo de estudios realizados por el servicio de radiodiagnóstico, cuya cifra se mantiene o crece ligeramente en la mayoría de los centros. Sin embargo, la resonancia magnética se va abriendo paso poco a poco como apoyo diagnóstico a la Medicina de Urgencias.
El papel del radiólogo y de la radiología de urgencias
La gran demanda de imagen urgente obligó a dedicar recursos que cobraron luego “vida propia”, lo que propició una nueva forma de hacer radiología como respuesta a las necesidades específicas del paciente urgente y a las pautas cognitivas de la medicina de Urgencias.
“La radiología de urgencias es aquella que no puede programarse. Significa gestión para organizar y templanza para hacerlo en un contexto clínico y humano, a veces, difícil. Además del diseño y evaluación continua de los circuitos asistenciales con otros servicios y dentro del servicio de radiología. La protocolización de exploraciones y de situaciones críticas (averías, saturación, catástrofes) puede evitar errores y atascos en los procesos” señala el doctor Artigas. Además, “permite disponer de forma inmediata de información precisa sobre un paciente del que puede desconocerse todo: reviste importancia máxima”, puntualiza.
Detectar la gravedad de cada caso
La radiología se ha integrado de forma eficaz y eficiente en los algoritmos y protocolos de actuación de los servicios de urgencias hospitalarias, y es una herramienta clave en el manejo de su casuística, desde los casos más graves a los leves, con el fin de derivar a cada uno al dispositivo asistencial adecuado.
El doctor Artigas comenta que “el papel del radiólogo es fundamental, priorizando aquellas exploraciones más “tiempo-sensibles”, como un estudio TC en un ictus potencialmente tratable, o comunicando de forma inmediata los hallazgos más relevantes en el plano vital o funcional, como un foco de hemorragia en un traumatismo, primera causa de mortalidad evitable en este contexto clínico. Y tanto en centros grandes como en pequeños, allá donde un clínico solicite una exploración urgente, un radiólogo deberá validarla rápidamente y gestionar luego su realización según la situación clínica del paciente y los recursos disponibles”.
El radiólogo de urgencias debe saber “esperar lo inesperado”, identificar de inmediato cualquier hallazgo que implique riesgo vital o funcional, y ser capaz de evaluar grandes volúmenes de pacientes/estudios, incluso gestionar catástrofes. Todo ello, a horas intempestivas, con frecuentes interrupciones y en un ambiente tendente al caos.
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