El 27 de mayo se celebra el Día Internacional de las Urgencias y Emergencias, un servicio médico que ha constituido uno de los grandes pilares de atención médica durante la pandemia por covid-19. ‘Salud a diario’ ha hablado con Iria Miguéns, de SEMES, de cómo se encuentran actualmente las urgencias y emergencias en nuestro territorio, del uso que hacemos de ellas y de qué se echa en falta desde este servicio.
Iria Miguéns, de SEMES, ha hablado con Salud a Diario del actual panorama de Urgencias y Emergencias, de su importancia en nuestro sistema sanitario y de la ansiada creación de la especialidad médica, que llevan tiempo reclamando y aún no ha cristalizado.
¿Cuál es, desde el punto de vista de los urgenciólogos, el estado actual de las urgencias en España?
En el momento actual, y quizás puesto de manifiesto ya desde la pandemia por covid-19, creo que el denominador común a nuestra labor diaria es que se han convertido en imprescindibles. Desde mucho antes de 2020, de hecho. Es cierto que siempre hemos sido la red de soporte del sistema, 24 horas al día y siete días a la semana, pero ahora es más visible que nunca. Creo que estamos en un momento de aceleración en nuestra evolución constante en la asistencia tiempo-dependiente. Sin duda, la especialidad en Urgencias y Emergencias lo facilitará.
En resumen, los servicios de Urgencias y Emergencias en España son en el momento actual la red de seguridad del sistema sanitario y sin duda, y de una forma tenaz, motor de formación, investigación y compromiso con los pacientes.
¿Hay datos sobre qué comunidades tienen mejor dotado su servicio de urgencias?
Hay planteamientos realizados en relación con los diferentes contextos demográficos y geográficos. Es decir, dentro de la flexibilidad que nos caracteriza, y aun siguiendo una homogeneización que se traduce en términos de calidad, las dotaciones son matizables y laxas en cuanto a las necesidades de la población.
¿Existe algún modelo sanitario fuera de España con un servicio de urgencias que consideréis, desde vuestro colectivo, un ejemplo a seguir?
Los países, por ejemplo, del resto de Europa en los que la especialidad en Urgencias y Emergencias constituyen un referente. Han podido dimensionar sus plantillas, planificar el recambio generacional, homogeneizar la formación… Pero sin duda España constituye un ejemplo de liderazgo en Urgencias y Emergencias ya que, de una forma paralela al reconocimiento de nuestros servicios, se ha seguido avanzando y trabajando de forma impecable; ha tendido siempre la mano a la mejora.
¿Qué tipo de dolencias son las que se tratan en los servicios de urgencias y emergencias más a menudo?
Si bien es cierto que somos especialistas en la patología tiempo-dependiente, dicho así, quizás no se recoja con claridad una realidad: tratamos todo. Por supuesto, patologías tiempo-dependientes: ictus, síndromes coronarios, politraumatismos, neumonías… Pero también atendemos suicidios, sospechas o confirmaciones de violencia de género, agresiones sexuales… Es un acierto pensar que, ante la duda o el miedo, el paciente sabe que los profesionales de urgencias y emergencias también ofrecemos esa asistencia.
¿En qué medida el urgenciólogo puede detectar un problema grave y hasta qué punto está coordinado este servicio con atención primaria y/o el especialista?
La gran cualificación de los profesionales en Urgencias y Emergencias permite priorizar, lo que conocemos como el triaje. En España se realiza desde un primer momento a la llegada al hospital o al servicio de Emergencias. Quizás sea esa la primera clasificación de urgencia. Posteriormente, e insisto en nuestra especialización en la tiempo-dependencia, también se valorará si una patología es grave o no grave, o cómo viabilizar un estudio ante una determinada presentación clínica en el Servicio de Urgencias. Para esto último se necesita una coordinación sólida y protocolizada con los diferentes niveles asistenciales. Existen diversas vías para llevar a cabo la coordinación entre los distintos niveles asistenciales, algo que se ha mejorado en los últimos años.
Se escucha a menudo la queja de urgenciólogos sobre pacientes que acuden a este servicio asistencial con síntomas que no merecen esa visita. También, en el otro lado, hay pacientes que responden diciendo que ellos, al no ser médicos, desconocen la gravedad de los síntomas con los que acuden, y que por eso lo hacen. ¿Cuánta parte de razón tienen unos y otros?
No creo que se deba culpabilizar a los pacientes por solicitar asistencia urgente. Estamos abiertos 24 horas, siete días a la semana, 365 días al año. Cuando el paciente no sabe dónde acudir tiene claro que podremos ayudarle, que podemos prestarle asistencia. Siempre hemos estado, estamos y estaremos. Existen ocasiones en los que el motivo de consulta por el que un paciente acude a Urgencias, podría ser resuelto en otro nivel asistencial o incluso no pertenecer al ámbito sanitario su consulta; debemos informarle y también estamos para eso.
¿Qué echáis en falta los urgenciólogos? ¿Qué tipo de políticas públicas consideráis necesarias para una mejora de este sistema?
Más que echar en falta, estamos a la espera de dejar de echar en falta nuestra ansiada especialidad en Urgencias y Emergencias. Creo que ayudará ya no solo al desarrollo presente de los Servicios de Urgencias y Emergencias con solidez y excelencia, sino que asegurará la viabilidad futura de ese denominador común imprescindible que somos del sistema sanitario, como comentábamos al principio.
Comienza a hablarse de sistemas como la videollamada para atender ciertas urgencias en algunas regiones. ¿Qué repercusión tiene este tipo de servicios en la salud pública, tanto en positivo como en negativo?
Todo debe ser valorado con pros y contras, y siendo siempre plenamente conocedores de la justificación de su utilización, eficiencia y seguridad. La telemedicina y las nuevas tecnologías es cierto que han llegado para quedarse. Se han valorado en diferentes contextos y, correctamente avaladas en los términos nombrados, tendrán probablemente su utilidad. Sin embargo, creo que los especialistas en Urgencias y Emergencias, como “médicos de las personas”, podremos implementarlas en nuestra práctica asistencial, pero no sustituyendo la asistencia y la práctica clínica en su esencia.
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