La lactancia materna mejora la supervivencia de neonatos y lactantes, ya que les protege contra muchas patologías. Sin embargo, desde la llegada del coronavirus, muchas mujeres optaron por dejar de amamantar directamente a sus hijos y darles la leche extraída o la fórmula.
Sandra E. Sullivan y Lindsay A. Thompson, dos investigadoras de la Universidad de Florida (EEUU), explican en un artículo publicado en la revista JAMA Pediatrics que por el momento no se sabe si las madres con COVID-19 pueden contagiar el virus a sus hijos a través de la leche materna. “Honestamente, lo desconocemos. Pero es improbable. Parece que la transmisión de la madre al recién nacido es baja, y que los recién nacidos no parecen desarrollar una enfermedad grave cuando se infectan. También parece que la transmisión se limita con las precauciones adecuadas, como el uso de mascarillas y la higiene de las manos”, apunta Sullivan a la agencia SINC.
Según el Colegio Americano de Ginecólogos y Obstetras (ACOG), los expertos aún están estudiando si la COVID-19 puede pasar a través de la leche materna y causar una infección en el bebé: “La mayoría de la información muestra que es seguro alimentar con leche materna cuando la madre está infectada, así que el hecho de tener coronavirus no debe impedir este proceso”.
Para Susana Ares, responsable del área de Lactancia Materna del Comité de Nutrición y Lactancia Materna de la Asociación Española de Pediatría (AEP), no hay evidencia clara de transmisión vertical (antes, durante o tras el parto, por lactancia materna) del SARS-CoV-2, si bien todos los hijos de madre con COVID-19 deben someterse a test virológicos y seguimiento clínico.
“Sí existe posibilidad de transmisión postnatal (la más frecuente) vía respiratoria o de contacto”, indica Ares, que añade: “En las madres con COVID-19 se debe evitar la separación de su recién nacido tras el nacimiento, si bien la decisión de mantener el alojamiento conjunto debe ser individualizada, teniendo en cuenta la situación clínica de la madre y el niño y la logística hospitalaria, así como manteniendo siempre medidas de aislamiento de contacto y gotas entre ambos”.
El efecto protector de la lactancia materna es particularmente fuerte contra las enfermedades infecciosas que se previenen mediante la transferencia directa de anticuerpos y otros factores antiinfecciosos y la transferencia duradera de la competencia inmunológica y la memoria.
“Las mujeres que han tenido coronavirus poseen altas cantidades de anticuerpos contra el virus en su leche materna, que cubren el interior de la nariz y la boca de los bebés, lo que ayuda a bloquear la infección. La leche fresca (no congelada) es ideal, porque tiene células vivas que luchan contra la infección y ofrece la mayor protección”, afirman Sullivan y Thompson.
Consejos para una lactancia segura
Al inicio de la pandemia, las asociaciones científicas publicaron advertencias bastante restrictivas, como desaconsejar la lactancia materna tras el parto en hijos de madres en estudio o con infección confirmada por SARS-CoV-2 hasta que se confirmara que la madre y la leche eran negativas, o incluso recomendar administrar leche donada, especialmente en niños prematuros.
En pocas semanas se fueron suavizando los protocolos, y aunque no existen datos suficientes para aconsejar en firme sobre el amamantamiento en mujeres infectadas, desde mayo hay bastante consenso entre los expertos respecto a mantener la lactancia materna desde el nacimiento, siempre que las condiciones clínicas del neonato y su madre así lo permitan. “Por supuesto, estas recomendaciones pueden ir variando día en día de acuerdo con las instrucciones que las autoridades sanitarias vayan concretando”, subraya Ares.
Como apuntan las autoras del artículo publicado en JAMA Perdiatrics, son las madres, junto con su familia y los profesionales de la salud, quienes deben decidir si amamantar y cómo comenzar o continuar con la lactancia, y aconsejan seguir unas pautas claras si la madre es positiva y desea amamantar o extraerse leche materna.
En primer lugar, hay que lavarse las manos antes y después de tocar al bebé o cualquier sacaleches o biberón. Además, es importante no compartir ningún extractor de leche y usar mascarilla durante la lactancia o el bombeo.
Asimismo, se recomienda seguir las instrucciones del fabricante para la limpieza adecuada del sacaleches después de cada uso, limpiando todas las partes que entren en contacto con la piel o la leche materna. Y, si fuera posible, favorecer que el bebé sea alimentado por un cuidador sano, que no esté en alto riesgo de tener una enfermedad grave y que viva en el mismo hogar.
Desde la AEP, se insiste, además, en que no hay que tener miedo de coger al bebé: el contacto piel con piel inmediato y continuado, incluyendo la técnica de la madre canguro, se asocia a una mayor supervivencia neonatal.
Reducir el riesgo de contagio
Si una mujer está amamantando, puede haber estado expuesta a la COVID-19 o trabaja en un entorno con mayor riesgo de exposición al virus –como un profesional sanitario u otro trabajador esencial– y desea seguir haciéndolo, en la actualidad no existe ninguna recomendación sobre limitar tareas o aislarse de su familia.
Eso sí, su superior debe proporcionarle acceso a un espacio privado, que no sea un cuarto de baño, para que pueda extraer leche. La limpieza de manos, tanto si está amamantando como si se está extrayendo leche, es prioritaria, así como de todas las piezas del sacaleches, según las indicaciones del fabricante.
Además de seguir las pautas anteriores, para aquellas mujeres COVID-positivas se pueden mantener otras sugerencias adicionales, como quitarse los zapatos, lavar inmediatamente la ropa de trabajo y ducharse tras regresar a casa. También se puede trabajar con los supervisores para limitar las situaciones de alto riesgo, especialmente con las personas que dan positivo en la prueba de coronavirus.
“Actualmente no se recomienda limpiar el exterior de las botellas o bolsas de leche, pero sí se pueden higienizar las áreas que se tocan mucho en las salas de lactancia del trabajo cuando entra y sale”, indican Sullivan y Thompson.
Y si el bebé tiene factores de riesgo –como edad inferior a 2 meses, haber nacido de forma prematura, un defecto cardiaco, una enfermedad pulmonar grave o problemas inmunológicos graves–, es posible que la madre prefiera aislarse mientras que otra persona sana le suministra la leche.
“A medida que aprendamos más sobre la COVID-19 y la leche materna, estos consejos pueden cambiar. Pero, por ahora, lo mejor es proteger la lactancia”, concluyen las autoras.
Referencia:
Sandra E. Sullivan; Lindsay A. Thompson. ‘Best Practices for COVID-19–Positive or Exposed Mothers—Breastfeeding and Pumping Milk’. JAMA Pediatrics, 2020. doi:10.1001/jamapediatrics.2020.3341
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