“El envejecimiento no se produce porque estemos programados para morir, sino más bien lo estamos para la supervivencia. Hace miles de años no podíamos vivir más porque el mundo era muy peligroso. Desde el punto de vista biológico, tenemos sistemas de mantenimiento y reparación magníficos, pero no son perfectos, y eso hace que vayamos acumulando fallos y daños en el cuerpo que son los que nos hacen envejecer”.
Así lo ha explicado este martes en Salamanca el reconocido biólogo Tom Kirkwood, quien ha señalado que el aumento de la esperanza de vida se debe a una conjunción de factores biológicos y sociales que hacen que “acumulemos un menor deterioro” y vivamos más años.
“Tenemos unas condiciones de vida mucho más agradables, estamos mejor nutridos, disfrutamos de entornos con aire limpio, viviendas más cálidas… ¿Cuánto continuará en el futuro esta tendencia a una mayor esperanza de vida? Es una de las grandes preguntas abiertas. Seguro que habrá alguien en algún momento que supere el récord actual de 122 años y cinco meses, y es posible que algún avance científico haga que haya personas que vivan más, pero la cuestión de si será hasta los 125 o los 130 años genera un amplio debate. No hay ningún límite concreto para la esperanza de vida”, ha planteado el director del Instituto de Envejecimiento y Salud de la Universidad de Newcastle, uno de los principales centros de invesigación mundiales en este campo.
Poco antes de ofrecer la tercera conferencia del ciclo Conversaciones en Salamanca. Comprendiendo el envejecimiento, organizadas por la Fundación General de la Universidad de Salamanca en el marco del Proyecto CENIE (Centro Internacional sobre el Envejecimiento), Kirkwood ha adelantado ante los medios de comunicación algunas de sus reflexiones en torno a por qué estamos viviendo más tiempo y también a cuáles son las necesidades que plantea el “impresionante aumento de la esperanza de vida” y el “definitivo cambio social” que lleva aparejado, tal y como ha resaltado el conocido periodista José María Calleja, conductor de la sesión.
En este sentido, el prestigioso biólogo, que ha actuado como asesor del Gobierno en Reino Unido, de la Organización Mundial de la Salud y de las Naciones Unidas, ha considerado que, en relación a los desafíos que plantea el envejecimiento de la población, “los políticos están obsesionados con los costes sanitarios y los del sistema de pensiones, pero no valoran el impacto positivo que supone el aumento de la esperanza de vida, que mejora la actividad económica”, porque los mayores “son cada vez más productivos y contribuyen al crecimiento económico, porque están vivos, son consumidores y pagan impuestos”. Por ello, ha subrayado, “deberíamos apreciar el potencial de este aumento de la esperanza de vida, y no sólo centrarnos en lo negativo”.
Durante su intervención previa a la conferencia, Tom Kirkwood también ha señalado la soledad como factor de riesgo para la salud en el proceso de envejecimiento, y ha instado a “reconocer la individualidad” de las personas de edad avanzada. “Algunas sí quieren vivir solas, y la suya es una soledad elegida, pero para otras es una consecuencia de la falta de atención, de que la sociedad no se ocupe de ellas y las vea como una carga. Esta soledad es uno de los grandes problemas a los que se enfrentan las personas mayores, y como sociedad deberíamos avergonzarnos de ello.
El ciclo Conversaciones en Salamanca. Comprendiendo el envejecimiento es un programa de conferencias desde el cual “investigadores de primer nivel mundial en este campo acercan a la población los avances “que nos abrirán la puerta al futuro inmediato” en esta materia, tal y como ha indicado Óscar González Benito, director gerente de la Fundación General de la Universidad de Salamanca, quien ha recordado que el CENIE desarrolla su actividad en colaboración con la Fundación General del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, la Direção-Geral da Saúde de Portugal y la Universidade do Algarve, de Portugal.
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