En 1980, el Estudio Colaborativo Español de Malformaciones Congénitas (ECEMC) comenzó a llevar la cuenta de los bebés nacidos con defectos congénitos.
Una de las primeras conclusiones de este estudio es que, en 35 años, el porcentaje de estos nacimientos se ha reducido del 2,2% al 0,96%. En el caso de la espina bífida ha experimentado una de las caídas más pronunciadas, de 4,73 a 0,48 casos por cada 1.000 nacimientos. Esta reducción se debe, en parte, a los cuidados prenatales, es decir, a la ingesta de ácido fólico recomendado por las autoridades sanitarias durante el embarazo.
En los últimos años han surgido una serie de bulos, compartidos principalmente en redes sociales, que generan dudas acerca de esta suplementación, mezclando conceptos como ácido fólico y folatos, e indicando que las mujeres con variantes de la enzima MTHFR no procesan bien el ácido fólico. Unas informaciones sin base científica que pueden poner en riesgo la salud de los recién nacidos.
Por esta razón, la Agencia Raíz, junto con la Asociación de Informadores de la Salud (ANIS) y en colaboración con la Federación de Asociaciones de Enfermería Familiar y Comunitaria (FAECAP), RedMadre y la Clínica Elena Valiente, ha organizado un debate, dirigido a periodistas, en el que profesionales sanitarios especializados en esta materia han desmontado los falsos mitos que se cuelan en las redes, así como explicado los beneficios de la suplementación con ácido fólico para las embarazadas.
Para Esther Nieto, presidenta de FAECAP (Federación de Asociaciones de Enfermería Familiar y Comunitaria) “con este tipo de debate buscamos informar y orientar sobre la importancia del consumo de ácido fólico, más allá de las variantes genéticas individuales, para asegurar un embarazo saludable y la prevención de defectos congénitos, y desmentir, con información científica de primera mano, los bulos que aparecen en redes sociales y que pueden ser muy perjudiciales para las gestantes.”
María Salamanca, trabajadora social de Red Madre, comenta que “nuestra recomendación es que sigan las pautas indicadas por el profesional sanitario que les esté llevando el embarazo, y por ahora no estamos viendo que se cuestionen la ingesta de ácido fólico.”
La importancia del ácido fólico durante el embarazo
El Ministerio de Sanidad, junto con las principales sociedades científicas, incluida la Sociedad Española de Ginecología y Obstetricia (SEGO), recomiendan la toma de un suplemento de 400 microgramos de ácido fólico al día a toda mujer que esté planeando un embarazo desde al menos tres meses antes de quedarse embarazada y durante todo el embarazo. Esta suplementación debe ser diaria e ininterrumpida para que no se anule su efecto protector.
Como explica el doctor Javier Ruíz Labarta, especialista en ginecología y obstetricia en el Hospital Gregorio Marañón, “en el universo de las vitaminas y suplementos, el ácido fólico brilla con luz propia. Este compuesto ha demostrado ser la herramienta indispensable en la prevención de defectos congénitos del tubo neural en bebés, con una eficacia que ninguna otra forma de folato puede proclamar.”
La importancia del ácido fólico radica en su capacidad para prevenir defectos graves del cerebro y la médula espinal del bebé, como la anencefalia y la espina bífida. Estos defectos ocurren en las primeras etapas del embarazo, el cierre del tubo neural del feto se produce aproximadamente en la sexta semana de gestación, poco después de que la mujer sepa que está embarazada, lo que subraya la necesidad de una suplementación constante y preventiva (3 meses antes del embarazo).
“Sabemos que el ácido fólico interviene también en los procesos de metilación global del ADN, de su mantenimiento y reparación, teniendo un efecto beneficioso global sobre la prematuridad, el bajo peso al nacer, la hipertensión en el embarazo, la obesidad y resistencia a la insulina materna e infantil, así como el desarrollo neurocognitivo infantil”, explica María Jesús Domínguez, matrona, expresidenta de la Federación de Asociaciones de Matronas de España y de la Asociación de Matronas de Madrid y actualmente consejera de ambas. “Nosotros recomendamos a las pacientes mantener la suplementación con ácido fólico durante el resto del embarazo y la lactancia.”
¿Todos los folatos son todos iguales?
Folato y ácido fólico son términos utilizados a menudo indistintamente para describir las distintas formas de la vitamina B9. El ácido fólico es una vitamina esencial hidrosoluble cuyo aporte debe ser diario y el exceso se excreta por orina. Está formulado para ser más estable y más fácilmente absorbida por nuestro organismo, más biodisponible. A diferencia del ácido fólico, los folatos presentes en los alimentos son inestables a la oxidación, calor y luz. La cocción de vegetales puede destruir el 50-80% de sus folatos y la cantidad también puede verse afectada con el tipo de alimento que se consume.
El Ministerio de sanidad y Los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) recomiendan que todas las mujeres en edad reproductiva, además de una dieta rica en folatos, consuman 400 microgramos de ácido fólico diariamente.
Una preocupación común en las redes sociales es el impacto de las variantes del gen MTHFR C677T en la capacidad del cuerpo para procesar el folato, algo que desmienten las autoridades sanitarias, incluyendo a todas las embarazadas la recomendación de los 400 microgramos (µg) de ácido fólico al día.
¿Qué son los defectos del tubo neural?
Los defectos del tubo neural surgen cuando el tubo neural no se cierra correctamente, lo que puede tener un impacto en el cerebro o la columna vertebral del bebé, dando lugar a condiciones severas como la anencefalia o la espina bífida. A nivel mundial, aproximadamente 8 millones de niños nacen con algún defecto congénito.
Estas malformaciones se relacionan con una alta tasa de mortalidad en los recién nacidos, ya que entre el 5% y el 10% de los afectados no sobreviven a su primer año de vida. Por otro lado, aquellos que logran sobrevivir a menudo tienen graves dificultades en su desarrollo neuropsiquiátrico y físico, por lo que necesitarán intervenciones médicas y una mayor dependencia en su cuidado.
La importancia del ejercicio durante el embarazo
Durante muchos años se ha recomendado a las gestantes realizar pilates o natación, cuando históricamente la mujer siempre se ha movido mucho, aún estando embarazada.
Como indica Elena Valiente, fisioterapeuta especializada en suelo pélvico, “desde que se empezaron a medicalizar los partos, hemos fragilizado a la mujer, tratando el embarazo como un proceso patológico en lugar de un proceso fisiológico en la vida fértil de la misma. Esto se observa sobre todo en el primer trimestre de gestación donde aún se sigue recomendando para por completo la actividad física de la mujer, haciéndole creer que el ejercicio podría provocar un aborto espontáneo en estas primeras semanas, cuando sabemos que precisamente el reposo (en mujeres sin contraindicaciones médicas) es perjudicial para ellas.”
Hay varios estudios que indican que el entrenamiento de fuerza, que siempre tiene que realizarse bajo la supervisión de un profesional, es beneficioso para las mujeres embarazadas, “reduce el riesgo de tener diabetes gestacional o preeclampsia, disminuyen los dolores lumbares, mejora la postura, reduce el riesgo de incontinencia urinaria, mejora el tono del suelo pélvico y reduce el periodo de dilatación y ayuda a tener un periodo expulsivo en el parto más corto, además de tener una recuperación después del parto más rápida”, explica Elena Valiente.
Las mujeres embarazadas pueden hacer prácticamente cualquier ejercicio; no es recomendable hacer deportes de riesgo o en los que puedan tener caídas, como el ciclismo, y tampoco es aconsejable que realicen deportes en apneas ni planchas abdominales. “Más allá de esto”, recuerda Elena Valiente, “las gestantes pueden hacer de todo, no solo el famoso pilates o natación, que son un complemento perfecto para un ejercicio de fuerza y cardiovascular.”
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