Mañana puede ser el gran día para la Coordinadora No a la Mina de Uranio. Todo un año de trabajo, intensificado en los últimos meses, para lograr que sea la voz de la calle quien rechace de forma rotunda el proyecto de Berkeley en Retortillo y Villavieja de Yeltes. La manifestación, prevista en Salamanca capital a las 17 horas, viene precedida por un apoyo creciente de Portugal a la retirada del proyecto.
“Todavía es posible pararlo”, asegura el portavoz de la coordinadora, Felipe Yuste, “satisfecho y optimista” tras la amplia campaña de concienciación social en la que a través de charlas, actos lúdicos, rutas y sesiones informativas se ha ido logrando poner de manifiesto “los peligros que acechan al medio ambiente, a la salud de las personas y de los animales, a la economía y en conjunto de todo el mundo rural del oeste salmantino”.
Por eso, es el momento de trasladar a la empresa y a las Adminstraciones competentes, el “no rotundo de los salmantinos” a quienes le “pedimos que salgan a la calle, que defiendan nuestra forma de vida, porque esta mina destruirá todo lo que toque y la zona se verá afectada durante años y años por la radiactividad” , tal y como explicaba Genara Moro, también integrante de la Plataforma, durante la presentación ayer de la manifestación del sábado, que saldrá de la Plaza de la Constitución y llegará hasta la Plaza Mayor con un contundente NO a la mina, sí a la vida.
La mina a cielo abierto más importante de Europa proyectada en el campo charro no sólo supone una amenaza para los empleos directos e indiretos, empezando por los 60 trabajadores del balneario de Retortillo o los 1.200 agricultores y ganaderos de la comarca, sino también para la salud pública a través de la contaminación que puede generarse en el aire y en el agua, y en la cadena alimentaria.
Más allá de los intereses económicos y políticos a gran escala, las posibles irregularidades, los enfrentamientos ideológicos y hasta el deterioro de las relaciones personales en una zona que no está precisamente sobrada de población y donde la unión es necesaria para avanzar, esta mina establece, cuanto menos, serias dudas para la salubridad de toda la comarca, una circunstancia que ha propiciado también un potente aliado de última hora y cuya entrada en juego puede ser definitiva: Portugal.
“El país vecino está a sólo 40 kilómetros en línea recta desde la mina, la empresa tiene permiso para verter al río Yeltes, de ahí al Huebra y luego al Duero, afectando de lleno a toda la ribera vinícola de los lusos, lo que ha causado ya la alarma entre los políticos portugueses”, señala Genara Moro.
“No han tenido en cuenta o no han querido tenerlo el aspecto fronterizo de este proyecto, y el río Duero actuará como vector. La presión de Portugal puede ser el obituario de la mina”, añade Felipe Yuste, y es que este mismo miércoles el ministro de Medio Ambiente de Portugal, João Matos Fernandes, ha solicitado una reunión urgente a su homóloga española, Isabel García Tejerina, para abordar el posible impacto ambiental de la mina y revisar “el protocolo vigente”.
“No olvidemos lo que pasó hace 20 años en Anazcóllar”, aseguró Yuste, cuando el Parque Nacional de Doñana se vio seriamente amenzado aquel sábado 25 de abril de 1998 cuando 4.600 hectáreas de la cuenca del río Guadiamar amanecieron cubiertas de aguas ácidas y lodos procedentes de desechos que se almacenaban en una balsa minera explotada por la multinacional sueca Boliden. Una balsa que también contempla el proyecto de Berkeley, además de la mina, y el temido y nunca olvidado cementerio de residuos.
Podían ser sólo palabras de vecinos comprometidos con su tierra, y por supuesto, asustados, pero su compromiso les ha llevado a solicitar el apoyo y la información de los expertos en la materia, entre ellos uno muy destacado, el doctor Eduardo Rodríguez Farré, médico, profesor en el Instituto de Investigaciones Biomédicas de Barcelona y miembro del comité científico sobre los nuevos riesgos para la salud de la Comisión Europea. Toda una vida a sus espaldas estudiando los efectos toxicológicos de los agentes externos en el hombre, con campañas tan importantes como sus aportaciones contra las incineradoras de residuos o contra la presencia contrastada de mercurio en el pescado.
En una conferencia que ofreció el experto en Salamanca dejó claro que la mina tendrá impacto en la salud pública puesto que genera residuos radiactivos. Aseguró que cuando el uranio se trata “siempre queda una diseminación de radioactividad tanto para los trabajadores como para el ambiente y también para la gente que vive cerca o que está expuesta”.
“Las partículas pequeñas de uranio en contacto con el aire forman un aerosol que al ser inhalado se acumula en el pulmón y puede determinar problemas graves a largo plazo”, señala, entre ellos cáncer de pulmón.
Para su exposición, el doctor Farré utilizó datos de las radiaciones sufridas en la misma zona a causa de la mina ya cerrada de Saelices el Chico, en Ciudad Rodrigo, que llegaban a la población a través de diseminaciones en el aire y en los líquidos. Una parte de los productos derivados del tratamiento del uranio van a parar a los ríos, y a la población le puede llegar directamente o a través de la ingesta de vegetales. También a través del aire las partículas radioactivas, el radón, se depositan en las plantas, en los pastos que comen los animales, y que igualmente puede llegar a la cadena alimentaria.
Las consecuencias, además de “modificaciones en el ADN, especialmente entre los niños a los que quieren entretener en parques y zonas recreativas al lado de la mina”, segun denuncian también desde la Coordinadora , pueden ser además del cáncer de pulmón, el de hígado, riñón o tiroides. Farré dejó claro, además, que no tiene mucho que ver con la cantidad a la que uno esté expuesto sino que una pequeña cantidad puede llevar a alguien a sufrir esta enfermedad tan perjudicial, debido a la predisposición genética de determinadas personas a desarrollar un cáncer por este tipo de contaminación ambiental.
De igual forma, la ganadería es especialmente vulnerable a los metales pesados, y en este caso, las evidencias han llegado en forma de animales muertos con “el hígado destrozado”. Lo puso de manifiesto en el centro cultural de Vitigudino el doctor Francisco Soler, catedrático de Toxicología de la Universidad de Extremadura, con una experiencia docente e investigadora de 30 años y también como activista en defensa del medio ambiente. El experto destacó que los animales, cuando superan determinados niveles, sufren una intoxicación con efectos patológicos e incluso la muerte, como ocurrió en el caso concreto de ejemplares de ovino que pastaban en una finca de Ciudad Real próxima a una mina; aunque la carne de estos animales no superaba os niveles máximos permitidos para su consumo debido a la corta edad de los ejemplares, sí los superaban las muestras de hígado, riñones y sangre.
También expuso otro caso de intoxicación en Barruecopardo de bovinos y ovinos por ingesta de residuos de la mina, así como el peligro de utilizar los pastos cuando están contaminados. El profesor Soler afirmó que una mina de uranio a cielo abierto “supone un riesgo real para la ganadería, de tal manera que los niveles de metales pesados que se han encontrado en algunos animales están dentro o rozan el riesgo de peligro real”.
“Quién diga que no existe un riesgo de toxicidad para los animales es que desconoce los últimos estudios científicos publicados en enero de 2018 sobre la mina de Barruecopardo” y de ahí “el riesgo, también real” para la salud pública, derivado del consumo de la carne de estos animales.
Es evidente, matizó el profesor, que “sacar al exterior o la simple exposición de cualquier tipo de tóxico, está generando un peligro a toda la naturaleza y al hábitat que hay alrededor”. El peligro real también está unido al polvo que va a haber en el ambiente o al propio riesgo de la contaminación de las aguas y de los acuíferos, además de los pozos que se realizarán en estas zonas mineras. “El riesgo para la salud pública está en estos y otros factores intrínsecos a la actividad de la minería del uranio que no se deben minimizar ni ocultar. La utilización del ácido sulfúrico que se utilizará para solubilizar los metales puede generar serios problemas para la salud, porque si se resquebraja mínimamente la balsa, o si ésta no está bien aislada, se podrían producir filtraciones de ácidos sumamente nocivos para la salud de animales y personas”, concluyó.
Ya en el mes de diciembre, la Coordinadora No a la Mina de Uranio. Por un Mundo Rural Vivo ofreció la oportunidad a los salmantinos de conocer esta relación entre la radiactividad y la salud, que si bien son buenas compañeras de viaje en el día a día, a través de las pruebas o los tratamientos médicos, no lo son tanto si hablamos de convivir con una mina a cielo abierto a las puertas de tu casa.
El doctor Justo Vialas Simón, neurólogo del Hospital Infanta Cristina de Badajoz, alertó de las graves consecuencias que ha tenido y tiene el uso del uranio por el ser humano desde el descubrimiento de la radiactividad. Y aunque son muy pocos los estudios definitivos que se han realizado sobre las consecuencias de la industria nuclear en la salud, “no cabe ninguna duda de sus efectos dañinos para el ser humano”, como aseguraron por ejemplo los doctores canadienses Dale Dewar y Linda Harvey en un estudio publicado en mayo de 2013.
Además de la radiactividad, las personas que viven en la zona de la mina van a sufrir las consecuencias de tener una planta de tratamiento de uranio cerca de sus casas. Los metales pesados que se van a verter al río Yeltes y las balsas de ácidos con las que se concentra el mineral de uranio significan un peligro añadido a los efectos malignos de las radiaciones ionizantes.
Por todo ello, el doctor Vialas no dudó en animar a los asistentes a “defender la tierra y a luchar contra proyectos tan negativos para las personas y el Medio Ambiente como el que propone Berkeley Minera para la provincia de Salamanca”.
“Tenemos claro que Salamanca no se merece contar con la única mina de uranio de Europa”, aseguran desde la Coordinadora, y al igual que ellos, muchos son ya los que se han mostrado de la misma opinión.
La manifestación contará con todos los colectivos que integran la Coordinadora, además de partidos políticos de izquierdas, “las tres asociaciones ganaderas de la provincia unidas por esta causa”, plataformas como Stop Desahucios, sindicatos, y por supuesto, vecinos de esta comarca del oeste salmantino, acompañados también por vecinos porgueses, donde ya la voz de alarma se extiende como la pólvora.
De hecho el pasado lunes, el representante del Bloque de Izquierda, Pedro Soares, socios parlamentario del Gobierno del socialista António Costa, visitó Retortillo junto a otros cargos púlblicos portugueses y españoles del PSOE, IU, Ganemos y Ciudadanos. El objetivo fue comprobar sobre el terreno e intercambiar información sobre los proyectos que la empresa australiana Berkeley quiere instalar en Retortillo y Villavieja de Yeltes, no sólo la mina de uranio a cielo abierto, sino también la planta de tratamiento del uranio y depósito de residuos radiactivos, instalaciones radiactivas consideradas de primera categoría dentro del ciclo del combustible nuclear español.
La Junta de Castilla y León determinó que las instalaciones previstas en Retortillo no tendrían efectos medioambientales en Portugal, por lo que no se sometió a información pública la Evaluación de Impacto Ambiental en el país vecino. La Declaración de Impacto Ambiental aprobada no hace ninguna referencia a las consecuencias que para el territorio portugués va a tener la apertura de la mina y planta de Retortillo; pero la Agencia Portuguesa de Ambiente considera que sí va tener repercusiones en el territorio luso por el régimen de vientos y la posible contaminación de las aguas del río Yeltes, afluente del “Douro vinhaterio”, del que se nutren dos millones de portugueses.
Así que el panorama ha cambiado totalmente. Menos mal que nos queda Portugal, pensarán muchos, aunque quizá mañana, los salmantinos logren también con su respuesta multitudinaria en las calles que la mina empiece a ser ya un mal recuerdo, y no un triste futuro.
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