Casi 16.400 ciudadanos de Salamanca utilizan medicamentos anticoagulantes, un tratamiento prescrito en pacientes con determinados problemas cardiacos para prevenir la formación de coágulos en los vasos sanguíneos. El más extendido es el acenocumarol, más conocido como Sintrom, que resulta muy eficaz, pero que necesita controles frecuentes, porque es muy sensible a la dosis, a otros fármacos e, incluso, a los hábitos alimenticios.
“Es necesario mantener los niveles de Sintrom en un rango concreto que, según la enfermedad de cada persona, se sitúa generalmente entre 2.5 y 3.5; de lo contrario, pueden producirse dos riesgos: que el nivel sea muy bajo y el paciente no esté anticoagulado, incrementándose las posibilidades de que sufra una trombosis, o que sea muy alto y la sangre esté demasiado fluida, lo que puede causar hemorragias”, explica Jesús Ignacio Nogales, director de Enfermería de la Gerencia de Atención Primaria de Salamanca.
En 2009, Nogales lideró, en estrecha colaboración con el doctor Ignacio Alberca -entonces jefe del Servicio de Coagulación del Hospital Clínico- uno de los proyectos más relevantes que se han desarrollado en Salamanca para la mejora de la accesibilidad de los ciudadanos al sistema sanitario, la simplificación del sistema de análisis para el seguimiento de las miles de personas tratadas con anticoagulantes, es decir, la monitorización de INR.
Hasta ese momento, para someterse a estos controles periódicos -en ocasiones, semanales o quincenales- los pacientes tenían que desplazarse hasta el hospital, donde se les realizaba una extracción convencional de sangre del antebrazo, y donde tenían que aguardar varias horas para recibir los resultados y llevarse a casa el nuevo calendario con las dosis diarias de Sintrom y la fecha del próximo pinchazo de control.
Este método resultaba especialmente incómodo para los enfermos anticoagulados que residen en municipios alejados de la capital salmantina. “Un paciente de Fuenteguinaldo tenía que salir a las siete de la mañana, sin desayunar, para llegar al hospital al inicio de las extracciones, se le pinchaba y debía esperar toda la mañana para tener los resultados de esa analítica, que se le entregaban a mediodía. Y vuelta a su pueblo. Muchas veces dependían de un familiar con coche para poder llegar a las ocho y media al hospital. O cuando solicitaban la cita pedían por favor que fuera el día que hay autobús hasta Salamanca”, recuerda el responsable de Enfermería.
Cuando la Gerencia de Atención Primaria de Salamanca inició el proceso de descentralización de las analíticas de sangre, que concluyó con el establecimiento de puntos de extracción en todos los centros de salud -allí se realiza desde hace años la mayor parte de los análisis, manteniendo en el hospital únicamente las pruebas especiales- los responsables sanitarios se plantearon qué hacer con los controles del Sintrom. “Decidimos que se realizaran también en los centros de salud, y empezamos a analizar de qué manera podíamos hacerlo. Entonces apareció una nueva tecnología que permitía hacer ese seguimiento con una gota de sangre extraída de una punción capilar en el dedo”, cuenta Jesús Ignacio Nogales, en ese momento director de Equipos de la Gerencia salmantina, que decidió apostar por ese sistema.
También en el domicilio de los enfermos
Su implantación duró apenas un año, y en estos momentos, en más del 99% de los pacientes que toman anticoagulantes orales se utiliza este método de control, que permite tomar la muestra en los centros de salud, en los consultorios locales y hasta en el domicilio de los enfermos, cuando se encuentran inmovilizados, ya que se realiza con un aparato portátil similar al de las glucosas.
Para desarrollar el proyecto ha sido necesario el “contacto continuo” con el hospital, “uno de los puntos fuertes del proyecto, porque la coordinación ha sido y sigue siendo perfecta”. De hecho, el modelo lleva aparejado un sistema informático para trabajar en red que permite el acceso común a la información. “El personal de Enfermería hace las determinaciones, vuelca los datos en el sistema e, inmediatamente, en el otro lado el hematólogo los recibe y ajusta las dosis que necesita el paciente. En el momento en que eso se valida, aparece el resultado en el centro de salud para imprimir; la mayoría de las veces, el profesional le dice al usuario que espere 10 minutos y se lleva su nuevo calendario en el momento”, explica Nogales.
Mayor comodidad, mejor control
El pasado año, la Gerencia de Atención Primaria de Salamanca registraba 16.370 pacientes con tratamiento anticoagulante en la provincia, una población que se sometió a un total de 91.282 coagulometrías de control. Para el director de Enfermería, la punción capilar ha supuesto enormes ventajas para los afectados, aunque destaca dos fundamentales: por un lado, la importante mejora de la comodidad que han experimentado los usuarios, sobre todo los que, residiendo en zonas periféricas de la provincia, se veían obligados a hacer largos y continuos desplazamientos al complejo hospitalario para su seguimiento; por otro, “que, al hacerlo de forma tan sencilla, el profesional que toma la muestra del dedo va preguntando a la vez si ha tenido algún sangrado, si ha cambiado su medicación, si ha surgido algún problema…”. Toda esta información se refleja en los datos que se envían al hematólogo del hospital, lo que ha contribuido “a que los pacientes estén mejor controlados que antes, a que estén más en rango“.
Jesús Ignacio Nogales no disimula su complacencia cuando habla del proyecto, pero lo cierto es que dispone de datos que la justifican, y no sólo porque los pacientes con Sintrom “no han vuelto a quejarse” o porque ni siquiera se hayan producido problemas con el sistema informático, “uno de los puntos que nos indican que está funcionando perfectamente”. En 2011, la Gerencia de Atención Primaria de Salamanca participó en un estudio de la Universidad Autónoma de Madrid que tenía como objetivo evaluar la satisfacción de los pacientes con fibrilación auricular tratados con anticoagulantes a través de un cuestionario denominado SAFUCA.
El resultado indicó que el sistema utilizado en la provincia salmantina, basado en un programa coordinado entre los centros de salud y el hospital, proporciona “un control óptimo, reduce complicaciones del tratamiento y mejora la satisfacción de los usuarios”. En este contexto, el trabajo concluyó que este modelo era el que arrojaba los mejores datos de los siete centros de salud y seis hospitales analizados, situados en tres comunidades autónomas españolas. En todas las variables evaluadas -cuidados médicos, efectos secundarios, comodidad, eficacia, etc.- el programa obtuvo valores mayores que el resto, diferencia que fue todavía más acusada en relación a la satisfacción general de los afectados.
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