La embolización prostática se perfila como nuevo tratamiento efectivo y con menos complicaciones que otros tratamientos para la hiperplasia benigna de próstata.
La embolización prostática es una novedosa técnica mínimamente invasiva para el tratamiento de los pacientes con hiperplasia benigna de próstata, la cual constituye una de las patologías más frecuentes del varón, la primera causa de consulta en los servicios de urología y el segundo motivo de ingreso para intervención quirúrgica en varones mayores de 50 años.
La embolización prostática se posiciona como un tratamiento efectivo y seguro para los pacientes con síntomas secundarios a la hiperplasia benigna de próstata, especialmente para aquellos que rehúsen el tratamiento farmacológico o quirúrgico, que tengan contraindicación para la cirugía (principalmente por riesgo de sangrado), pacientes con fallo de la cirugía prostática o pacientes con sonda urinaria.
El Dr. Iñigo Insausti, jefe de Sección Radiología Vascular e Intervencionista del Hospital Universitario de Navarra y ponente del 36 Congreso e la Sociedad Española de Radiología Medica (SERAM) y XXXI CIR, del 25 al 28 de mayo en Málaga, expone que “habitualmente, el tratamiento inicial de la hiperplasia benigna de próstata es farmacológico, que en la mayoría de los casos es de por vida, y puede tener complicaciones como la disfunción eréctil y la hipotensión. Cuando la medicación no es efectiva, o el paciente no la tolera, es necesario dar un paso más en el tratamiento. Hasta la fecha, el tratamiento estándar ha sido la cirugía endoscópica realizada a través de la uretra, que es una técnica segura y eficaz, pero no
exenta de complicaciones como el sangrado, la incontinencia urinaria, la eyaculación retrógrada, la disfunción eréctil, y la estenosis uretral. Lo que hace que la embolización prostática sea una alternativa a la cirugía, con similar eficacia, pero con menor tasa de complicaciones”.
¿En qué consiste?
Es un procedimiento mínimamente invasivo que se realiza con anestesia local (no es necesaria la anestesia general ni raquídea) mediante una punción en la ingle o en la muñeca.
Guiado por un equipo sofisticado de rayos X, un radiólogo intervencionista “navega” por el sistema arterial hasta las arterias prostáticas. Una vez en el interior de estas arterias, se procede a su oclusión mediante unas partículas de muy pequeño tamaño, llamadas microesferas. El cierre de las arterias provoca una disminución importante del riego de la próstata, disminuyendo el tamaño de ésta y, por tanto, haciendo más fácil la salida de la orina.
Además, “la mejoría clínica en los pacientes tratados con embolización prostática se consigue en el 85-90%. La mejoría de los síntomas comienza a la semana del procedimiento, y el umbral máximo de mejoría se logra aproximadamente a los 3 meses. En cuanto a los pacientes con sonda urinaria, ésta se consigue retirar en el 80-87% de los casos entre la 1ª y 3ª semana tras el procedimiento. En estos pacientes, no sólo se consigue la retirada de la sonda, sino que los pacientes son capaces de orinar correctamente con escasos síntomas urinarios” apunta el Dr. Insausti.
Embolización prostática Vs la cirugía prostática
Ventajas:
- Es una técnica totalmente indolora durante y tras el procedimiento
- Recuperación más rápida a la vida social y laboral
- Menor tasa de complicaciones
- Se puede realizar de forma ambulatoria (el paciente se da de alta 5 horas después del procedimiento)
- Se puede realizar con anestesia local, sin necesidad de anestesia general o anestesia raquídea
- Sirve para cualquier tamaño prostático, y también en próstatas con lóbulo medio
- Se puede realizar en pacientes sondados y en pacientes que toman anticoagulantes y/o antiagregantes
- Es un procedimiento más barato que la cirugía urológica
- La realización de este procedimiento NO impide la realización posterior de la cirugía urológica (de hecho, la facilita, al disminuir el riesgo de sangrado intra y postoperatorio)
- La embolización prostática preserva la función sexual y no produce eyaculación retrógrada ni incontinencia urinaria.
Inconvenientes:
- Uso de contraste yodado y de radiación
- Difícil de predecir el resultado en cada paciente (10-30% de fallos clínicos)
- Posiblemente no sea un tratamiento definitivo
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