El Centro de Investigación del Cáncer (CIC) de Salamanca ha desarrollado un nuevo método que permite monitorizar de una forma más fiable los tratamientos contra el mieloma múltiple, ya que detecta mejor si los pacientes siguen teniendo enfermedad mínima residual, es decir, una pequeña cantidad de células tumorales que pueden provocar una recaída. En una reunión que se celebra hoy y mañana en el CIC, los científicos de Salamanca están presentando la novedad a expertos internacionales y es previsible que dentro de unos meses esté a disposición de laboratorios de todo el mundo.
El método está basado en la tradicional técnica de citometría de flujo, que por medio de luz láser consigue clasificar las células en función de sus características, por ejemplo, la presencia de biomarcadores o sustancias que indican si una célula es patológica. La novedad es que ahora el CIC ha desarrollado un procedimiento que “tiene mucha más sensibilidad, con nuevos biomarcadores y combinaciones de biomarcadores”, explica a DiCYT el investigador Alberto Orfao, principal responsable de este avance.
Además, es un método muy estándar, con la posibilidad de que sea automatizado. Por eso, entre los asistentes a la reunión hay representantes de la industria farmacéutica de Estados Unidos interesados en incorporarlo en ensayos clínicos como método de monitorización estandarizado y otras centradas en el diagnóstico que plantean buscar la aprobación de la FDA (Food and Drug Administration), la agencia estadounidense del medicamento.
Al encuentro acuden cerca de 70 personas de los grupos internacionales más activos en tratamiento y monitorización del tratamiento en mieloma. Aunque es un número reducido, los especialistas proceden, además de Estados Unidos, de varios países de Europa, Singapur, Australia, Estados Unidos, Sudáfrica y América Latina. “Son los grupos fuertes en tratamiento de mieloma a nivel mundial”, señala Orfao.
Este proyecto ha sido desarrollado por un grupo de investigación europeo coordinado desde Salamanca que ha contado con la financiación de la Fundación Internacional del Mieloma. Aunque tiene una duración de tres años y sólo han transcurrido ocho meses de trabajo, “tenemos el método ya prácticamente cerrado y lo estamos compartiendo”, comenta el investigador del CIC.
Los científicos disponen de otros procedimientos para monitorizar los tratamientos, pero no están estandarizados y no tienen la misma sensibilidad que éste. “En los datos preliminares que tenemos, la mitad de los pacientes que dan negativo para la prueba de enfermedad residual con el método que se utiliza hoy en día resultan positivos con este método más sensible”, indica Orfao. Esto explicaría por qué muchas personas recaen a pesar de que no se les detecta ni rastro de la enfermedad.
Camino de los laboratorios de todo el mundo
La clave está en haber encontrado nuevos biomarcadores que permiten detectar células tumorales incluso cuando se emplean tratamientos nuevos que eliminan los biomarcadores clásicos que se utilizaban para monitorizar la enfermedad y que, por tanto, después de las terapias ya no son detectados.
Aunque el concepto ya está desarrollado, el proyecto aún tiene más de dos años por delante para alcanzar metas mayores. En primer lugar, es necesario que las empresas especializadas produzcan kits que permitan utilizarlo de forma masiva en todo el mundo, aunque este aspecto ya está tan avanzado que “es previsible que en unos meses esté en el mercado como un producto que pueda utilizar cualquier laboratorio”. La empresa salmantina Cytognos participa en el desarrollo del software necesario para avanzar por este camino.
Nuevos retos por delante
Por otra parte, los investigadores tienen nuevos retos por delante para seguir mejorando el diagnóstico y monitorización del tratamiento. “Aunque incrementemos al máximo la sensibilidad de este método, no vamos a ser capaces de detectar enfermedad en todos los casos porque sólo va dirigido a la médula ósea, y hay otro tipo de enfermos que no tienen localizada la patología en este tejido”, advierte el experto. Por eso, “también estamos trabajando para que pueda ser detectada en una muestra fácil, como la sangre.
Los investigadores ya están trabajando en este sentido y tienen registrada la propiedad intelectual de algunos conceptos desde hace cuatro años, aunque no habían obtenido la financiación necesaria para desarrollarlos hasta ahora. En este campo, el CIC trabaja en colaboración con un grupo de Rotterdam (Países Bajos) y con el equipo de Jesús San Miguel, que hasta hace unos meses también trabajaba en Salamanca y ahora lo hace desde Pamplona.
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