“Mi nombre es Esther y tengo 12 años. Empezaron llamándome fea, gorda y cuatro-ojos, supongo que porque llevo gafas. Mamá me dijo que no les hiciese caso, que se cansarían, pero no fue así. Después, empezaron a pasarse papelitos entre ellos, y cuando la profesora miraba, siempre estaban en mi mano o en mi mesa”.
“Si me quejaba y les señalaba como los autores, venían los empujones por los pasillos, las patadas en el patio, aunque todo sin querer, decían. Después todo se volvió más frecuente y desagradable. Me insultaban, me menospreciaban, me dejaban en ridículo, colgando en mi muro caricaturas horribles. Me empezó a doler mucho la cabeza y la barriga, y mamá me ha llevado al médico, que ha dicho que estoy bien, que hago cuento para no ir al cole, ¡pero no es verdad! Así que mis padres han hablado con mi tutor, quien les ha dicho que últimamente estoy muy distraída y sólo me meto en líos, y que quizás será mejor que me vea la psicóloga del cole ¿Pero por qué nadie me cree? ¿Es que nadie ve cómo se burlan de mí, ni cómo me imitan?¿Nadie se da cuenta de cuántas mentiras inventan o de las veces que me han esperado al salir de clase para pegarme? ¿Por qué todos miráis a otro lado? Necesito ayuda, ¿me puedes ayudar?”.
Esta historia de un paciente no real es, sin embargo, el compendio de muchas historias de pacientes vividas. El hecho de que la especie humana es agresiva no es una novedad, ya que, en definitiva, no dejamos de ser animales que manifestamos nuestra pequeña o gran dosis de agresividad potencial en determinadas circunstancias. Lo más triste es que somos, de entre todos los animales, la especie que puede llegar a ser más cruel con sus iguales, y también desarrollar la máxima sensibilidad y comprensión.
Sin embargo, dicha agresividad incluye un abanico amplio de situaciones, que van desde el niño que se desentiende de la pelota y da una patada a su rival en un partido de fútbol, hasta la niña que no quiere ir al colegio y llega a provocarse el vómito voluntariamente por el miedo a encontrarse con determinadas condiciones dentro del recinto escolar.
Definición de bullying
Se puede afirmar que el acoso escolar es un continuado y deliberado maltrato verbal y modal que recibe un menor por parte de otro/s para someterle, amilanarle, intimidarle, amenazarle o chantajearle, atentando contra la dignidad y los derechos fundamentales de dicho menor.
Por tanto, podemos decir que la conducta agresiva es intencionada, perjudicial y persistente, y no se trata de un episodio esporádico. La mayoría de los agresores (bully) actúan así por su deseo de dominar, intimidar, divertirse y abusar de un poder que, en realidad, no tienen. Suele ser el llamado alumno popular o líder y, por tanto, tendrá un buen grupo de correligionarios que serán los que forman el gang, es decir, un grupo de acosadores que se suman de manera unánime y gregaria al comportamiento de hostigamiento contra la víctima.
Formas de bullying
- Maltrato físico: agresiones, hurtos, romper pertenencias de la víctima.
- Abusos sexuales, intimidaciones y vejaciones.
- Maltrato verbal: motes, insultos, contestar con malos modos, comentarios xenófobos.
- Maltrato social: propagación de rumores descalificadores y humillantes que pretenden la exclusión y el aislamiento del grupo-aula.
- Maltrato indirecto: inducción a la agresión a un tercero.
- En los últimos tiempos, ha aparecido una nueva forma de bullying ligada a las nuevas tecnologías: es el cyberbullying, que adopta la forma de mensajes insultantes a través de las redes sociales, usando el teléfono móvil, grabaciones de vejaciones…
Fases del bullying
1. Incidentes críticos o desencadenamiento del proceso por el bully
Empieza de forma repentina, con un cambio brusco en la relación entre el bully y la víctima, ya que el trato, hasta entonces neutro, o incluso positivo, se vuelve negativo. Esto puede tener diversas causas: celos, envidia, competitividad…
Acoso y estigmatización escolar, social y familiar
El bully es quien facilita el tránsito desde este suceso trivial y puntual a una situación de acoso grupal (gang) frecuente y sistemático y que ocasionará daños clínicos en la víctima. En esta fase se ponen motes, se realizan caricaturas ofensivas, le gritan, cuelgan una foto manipulada en webs o le envían mensajes amenazantes… Lo más triste es que en esta situación, cuando se debería poner remedio inmediato a los inicios del bullying, nadie cree a la víctima.
Latencia y aprendizaje de la indefensión psicológica
El tiempo que pasa una víctima hasta sufrir daños psicológicos significativos depende de factores relacionados con sus características individuales y con el apoyo de su entorno familiar, educativo y social.
2. Manifestaciones psicológicas y psicosomáticas graves
La víctima tarda un periodo en manifestar externamente estos daños. Cuando por fin los padres y el centro se dan cuentan de que existe un problema suele ser demasiado tarde, ya que la posibilidad de confundir el daño clínico de estrés postraumático, ansiedad, distimia y somatización generado por el acoso con otros trastornos psicológicos es elevada.
3. Autoexclusión escolar y social de la víctima y superación del daño
Si los casos de acoso no son correctamente diagnosticados y no hay una intervención adecuada, lo más probable es una falsa resolución del problema mediante la exclusión de la víctima de su centro escolar, lo cual puede ser debido a muchos factores: los centros pueden convertirse en lugares tóxicos, debido a la impunidad de la violencia no contenida y la unanimidad del acoso.
A veces, el abandono se produce porque la estigmatización se extiende a otros profesores, padres de alumnos, vecinos, los cuales terminan agregándose al gang, que se materializa en una especie de linchamiento que no deja más opción a las víctimas que el abandono del centro escolar y, en ocasiones, a las familias, el cambio de barrio o de lugar de residencia.
Consecuencias del bullying en la víctima
1. Ansiedad. Cuadros de tipo ansioso que, generalmente, son erróneamente diagnosticados.
2. Trastorno por estrés postraumático. Se suele dar una aparición demorada, al cabo de meses o, incluso, años después del acoso.
3. Distimia o depresión.
4. Somatización. Aparición de sintomatología psicosomática (cefalea, dolores abdominales, nauseas, vómitos…) en el menor afectado por acoso.
El bullying es una conducta agresiva deliberada por parte de otros que produce tanto violencia física como psicológica. Los menores víctimas de acoso que llegan a mi consulta lo hacen asustados, mucha veces bajo otra sintomatología supuesta que sólo han usado de excusa para tener a alguien a quien contar lo que les pasa. No permitamos llegar a esta situación.
No hay mucho más que decir: sólo que pongamos de moda NO MOLA ACOSAR.
*Dolors Mas es psicóloga especialista en atención a menores.
Ejerce presencialmente en Badalona (Barcelona) y ‘on line’ a través del portal Siquia.
Recordamos que SALUD A DIARIO es un medio de comunicación que difunde información de carácter general relacionada con distintos ámbitos sociosanitarios, por lo que NO RESPONDEMOS a consultas concretas sobre casos médicos o asistenciales particulares. Las noticias que publicamos no sustituyen a la información, el diagnóstico y/o tratamiento o a las recomendaciones QUE DEBE FACILITAR UN PROFESIONAL SANITARIO ante una situación asistencial determinada.
SALUD A DIARIO se reserva el derecho de no publicar o de suprimir todos aquellos comentarios contrarios a las leyes españolas o que resulten injuriantes, así como los que vulneren el respeto a la dignidad de la persona o sean discriminatorios. No se publicarán datos de contacto privados ni serán aprobados comentarios que contengan 'spam', mensajes publicitarios o enlaces incluidos por el autor con intención comercial.
En cualquier caso, SALUD A DIARIO no se hace responsable de las opiniones vertidas por los usuarios a través de los canales de participación establecidos, y se reserva el derecho de eliminar sin previo aviso cualquier contenido generado en los espacios de participación que considere fuera de tema o inapropiados para su publicación.
* Campos obligatorios