En las últimas semanas esta pregunta se ha convertido en motivo de consulta de los pacientes que acuden a su médico/a de Familia. Ya se ha hecho público el concierto que ha realizado la Consejería de Sanidad de la Junta de Castilla y León con clínicas privadas para disminuir las listas de espera quirúrgicas en Salamanca.
Ésta es una práctica habitual, y todos los años un montante de dinero público es desviado a las empresas privadas para resolver un problema que no se aborda en su raíz, y en el que esta solución es bienvenida por la población afectada porque ve resuelta su realidad particular.
Pero este año esta situación ha sido vivida como un escándalo, porque se ha sumado a la indignación generada por el conocimiento de que en la plantilla del Hospital Universitario de nuestra ciudad ni siquiera se han cubierto las plazas de profesionales sanitarios, médicos y enfermeras aprobadas en plantilla y, para más escándalo, el consejero de Sanidad ha establecido un pulso de fuerza con los ciudadanos, a los que ha ninguneado en su capacidad de reacción y de protesta ante esta situación.
A ello se ha unido el que ni siquiera el único hospital privado de la ciudad ha podido acceder al pastel, y éste ha quedado prácticamente absorbido por la empresa Recoletas. Habrá que investigar cómo y por qué ha ocurrido.
Someterse a una operación quirúrgica es una situación estresante de primer orden; las personas que se ven obligadas a ello sufren ansiedad, y muchos de ellos, miedo ante este evento y sus consecuencias; mantenerse en un ambiente conocido y rodeado de los tuyos mitiga esta angustia. ¿Cómo puede ser lo mismo operarse en Burgos o Segovia que en Salamanca, donde se puede estar acompañado por todos tus familiares y amigos y volver a casa en pocos minutos, teniendo la tranquilidad de que si algo no ha ido bien puedes volver al hospital casi en autobús?
Se sabe, por años anteriores, que más de un 40% de las personas a las que se invita a operarse en el sistema privado declinan esta oferta y están dispuestas a volver a engrosar esa lista de espera oscura en la que nadie sabe qué puesto ocupa y cuándo le tocará la vez.
Tenemos un hospital que lleva años en construcción, no hay fecha real de finalización y, mientras tanto, nuestro hospital envejece, está abandonado, la plantilla se reduce y la gestión del mismo parece dirigida a desprestigiarlo para justificar la externalización de servicios y la realización de conciertos con empresas privadas.
Los ciudadanos hemos empezado a tomar conciencia de la gravedad y urgencia de la situación; nos hemos manifestado por las calles de Salamanca ya en dos ocasiones en la marea blanca, con una participación multitudinaria. No vamos a permitir que nos roben lo que es nuestro y muy preciado: la Sanidad pública.
¡Queremos ser atendidos en el sistema público y con profesionales y recursos públicos, porque consideramos que son los mejores y los más seguros! ¡Exijamos la recuperación de lo nuestro! Ésta es la respuesta de una médica de Familia que tiene claro qué es lo mejor para sus pacientes, para sus familiares, para ella misma y, especialmente, para la sociedad.
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