No hay dos días iguales en Don Bosco Fambul. Son tantos frentes abiertos y tantas vicisitudes que surgen a diario en torno a los menores que atienden los Salesianos que hacer planes a corto plazo es impensable, porque siempre hay algo más importante que atender. En esta ocasión, el Childline (la línea gratuita de atención a la infancia en todo el país) dio la voz de alarma.
Un niño, un vecino, la Policía o el propio hospital suelen llamar a Don Bosco Fambul a través del número gratuito 323 porque saben que la respuesta es inmediata y eficaz. El cartel que anuncia el número está en todos los hospitales, comisarías, unidades de familia y repartidos por toda la ciudad. Cuando el teléfono suena es que un menor, niño o niña, necesita ayuda porque está en la calle, ha sido encontrado enfermo, herido o ha sido golpeado por un familiar y algún vecino lo ha denunciado o está en el hospital o en la comisaría.
Así ocurrió un día a las 11 de la mañana. Directamente desde el Childline llaman al director de Don Bosco Fambul para decirle que un vecino ha denunciado que un niño estaba siendo golpeado con un cinturón por su padre de forma reiterada y causándole heridas.
Inmediatamente comienza el dispositivo para recuperar al menor. Se contacta con la Policía, se vuelve a llamar a la persona que contactó con el Childline para corroborar la versión y conocer más detalles, se localiza a un educador o educadora social (dependiendo de si es niño o niña) y se sale con urgencia para la Comisaría de Policía o el Hospital para conocer de primera mano el caso y trasladar al menor a Don Bosco Fambul.
En esta ocasión era un niño, Abu, y el denunciante era un vecino por la brutalidad de los golpes que le estaba propinando el padre del menor con un cinturón. Cuando el educador social habló con el denunciante, reconoció que “siempre le pegaba, pero esta vez se le fue de las manos y no estaba borracho”. La causa, el presunto robo por parte del menor de 5.000 leones (menos de un euro).
El menor presentaba heridas por toda la espalda, brazos, piernas… Algunas incluso abiertas, y tenía cicatrices más finas de anteriores palizas, tal vez con un cable. Estaba aterrorizado y con la mirada perdida. Entendía el inglés y sólo decía que tenía 8 años y que iba a la escuela.
Abu llegó descalzo, sucio, con la mirada perdida y una camiseta de adulto a modo de camisón: ésa era toda su ropa. Trasladado a Don Bosco Fambul, su vida cambió en horas…
En la Unidad de Soporte Familiar de la Comisaría de Policía siempre se realiza un documento en el que se otorga la potestad del menor a Don Bosco Fambul, de tal forma que si el padre lo reclama se puede avisar a la Policía. Con el parte médico del hospital y la denuncia del vecino comenzará una investigación que, de momento, llevará a los calabozos al padre agresor durante un tiempo.
La pregunta en estos casos de violencia contra los menores es qué porcentaje de casos se denuncian, se atienden y se solucionan si todo el mundo reconoce abiertamente que la violencia es “normal” en el seno del hogar… Una vez más, el caso coincide con la patología del país. El padre tiene alrededor de 30 años, es decir, que vivió la guerra civil de Sierra Leona como adolescente y lleva dentro unas heridas de traumas y violencia vista y vivida que no han sanado…
EL NUEVO ABU
Baño, ropa limpia y comida
Abu fue rápidamente atendido por un educador social y los chicos del centro se convirtieron en sus guías, compañeros y hermanos mayores. Baño, ropa limpia y comida, por ese orden, ya supusieron un cambio radical en el rostro y en el miedo que desprendía el menor.
Las primeras medicinas también aliviaron su dolor y por la tarde ya era uno más jugando al fútbol ¡descalzo!
Sin embargo, en esa primera noche no durmió por los dolores, y hasta se levantó con fiebre al día siguiente. Debido a la gravedad de las heridas, Don Bosco Fambul intentará localizar a su madre biológica y que nunca vuelva con su padre.
Gracias a la cercanía de los médicos de Málaga llegados al país para operar en una semana a cerca de 100 pacientes de tumores y hernias, la cura de sus heridas fue más efectiva y el pequeño Abu ha empezado a sonreír y curarse también de las heridas internas que produce la violencia familiar.
El trabajo salesiano en Sierra Leona. Misiones Salesianas
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