Umberto Eco, en su novela ‘En el nombre de la rosa’, ambientada en una abadía de la Edad Media, describe una serie de crímenes para ocultar la existencia de un libro de Aristóteles que hablaba del poder de la risa y los beneficios de las carcajadas. Ésta es una trama de ficción, pero se asemeja a la realidad de aquella época y a la de algunas situaciones en la nuestra.
Para los regímenes totalitaristas, ya sean laicos o religiosos, reír es una forma de frivolidad, de inmadurez o provocación, e intentan reprimir el buen humor y las situaciones placenteras con todos los medios a su alcance. De ahí la sátira, uno de los medios más eficaces para criticar a través del humor las represiones e injusticias.
Desde Aristófanes, comediógrafo griego de hace 2.400 años, pasando por Chaplin, director e intérprete de El gran dictador, hasta los humoristas de nuestros días, se viene utilizando la sátira como medio para despertar conciencias. Porque la risa es una expresión de libertad, de negación del autoritarismo, una apertura mental en la restricción de las dictaduras políticas y morales.
¿Por qué nos gusta reír y buscamos a personas o situaciones que nos proporcionan buen humor? Porque cuando reímos o sonreímos nuestro cerebro genera endorfinas, también conocidas como las hormonas de la felicidad, y dopaminas, que tienen un efecto sumamente placentero y nos conducen a un estado de bienestar psicológico. Al mismo tiempo, la risa disminuye los niveles de cortisol, la hormona del estrés, que nos impide dormir y relajarnos si sobrepasa ciertos límites y se rompe el equilibrio hormonal. Cuando nos reírnos al recordar algo que nos hizo daño en el pasado, está claro que hemos conseguido cerrar y curar esa herida emocional que en su día nos produjo dolor.
Haciendo un poco de historia, vemos que en la antigua China, hace ya 4.000 años, la gente se reunía en los templos para reír con el fin de equilibrar la salud. En la India consideran la risa como un método de meditación que ayuda a exteriorizar los sentimientos. El mismísimo Aristóteles describió la risa como un “ejercicio valioso para la salud”.
Prueba también del poder del sentido del humor es el representado por el pueblo judío. Siendo uno de los pueblos más perseguidos y castigados en la historia, su religión está llena de bailes, canciones y humor en sus ritos religiosos. En el Islam se encuentran las palabras de su profeta: “El que hace reír a sus compañeros merece el paraíso”.
Se dice que la función de los bufones en las cortes medievales a la hora de comer era hacer reír para facilitar y mejorar la digestión de los comensales. En África, aún hoy los narradores ambulantes alivian el sufrimiento con burlas y bromas de todo tipo. Y en culturas ancestrales de tipo tribal, existía la figura del doctor payaso o payaso sagrado, un hechicero vestido y maquillado que ejecutaba el poder terapéutico de la risa para curar a los guerreros enfermos.
En tiempos más cercanos a nosotros, Freud atribuyó a las carcajadas el poder de liberar al organismo de energía negativa. En el siglo XX, en los años 80, Patch Adams, médico estadounidense, aplicó la alegría y el buen humor como apoyo en la recuperación y tratamiento de enfermedades, obteniendo beneficiosos resultados. A partir de entonces se comenzó a utilizar la técnica de la Risoterapia en los hospitales.
Actualmente, la Fundación Theodora, presente en todo el mundo, acude a los hospitales para hacer reír a los pequeños y así hacer su estancia más llevadera. Los artistas profesionales que trabajan como doctores Sonrisa requieren, además, una elevada formación artística y psicosanitaria
La risa es beneficiosa: ayuda a reducir el estrés y la angustia. Limpia y ventila los pulmones. Mejora la oxigenación el cerebro y del cuerpo en general. Regulariza el pulso cardiaco. Ayuda a trabajar al aparato digestivo y regula el intestino. Relaja los músculos tensos. Disminuye la producción de hormonas que causan el estrés. Disminuye la presión arterial de la sangre.
Ayuda a quemar calorías: sí, has oído bien, cuando nos reímos movemos unos 400 músculos de nuestro cuerpo. Algunos investigadores creen que reír 100 veces es equivalente a hacer 10 minutos de ejercicio aeróbico o hacer 15 minutos de bicicleta. Se fortalecen los lazos afectivos. Se genera una mayor respuesta del sistema inmunológico ante la enfermedad. Sirve para descargar tensiones, potencia la creatividad y la imaginación. Incrementa la autoestima y la confianza en uno mismo. Es una fórmula eficaz para eliminar pensamientos y emociones negativos. Alivia el insomnio, al producir una sana fatiga que el sueño repara con facilidad.
Se puede practicar la risa y el buen humor como método terapéutico. En la Risoterapia se utilizan técnicas que ayudan a liberar las tensiones del cuerpo y así poder llegar a la carcajada, como la expresión corporal, el juego, la danza y ejercicios de respiración o masajes. Se trata de lograr reír de una manera natural y sana, de que las carcajadas salgan de lo visceral e irracional, como en los niños.
Cuando reímos no podemos estar tristes, ni enfadados, ni estresados, ni con miedo. La risa es liberatoria y nos conduce a un estado de gran bienestar psicofísico. Lo ideal sería autoadministrarse la risa buscando ocasiones para ello. Ya que la risa es una medicina gratuita, sin efectos secundarios ni contraindicaciones, y la tenemos siempre a nuestra disposición, podemos utilizarla solos o en compañía y siempre que queramos. Y cuanto más riamos, más ganas tendremos de hacerlo.
Existen algunas pautas que nos ayudarán a reír, solo hay que practicar algunas sencillas acciones:
– Hay que tratar de ser espontáneos, perder la vergüenza que nos paraliza y deshacernos del sentido desmesurado del ridículo que nos impide arriesgarnos.
– Intentar reírse de uno mismo, de nuestros errores, y hacerlo tanto en privado como en público. Hablar de nuestros fallos en clave de humor nos hará más fuertes, más seguros y más accesibles.
– Trabajar la actitud ante la vida: con una sonrisa es mejor. A veces no podemos cambiar las circunstancias, pero sí nuestra actitud ante ellas. Lo que popularmente se conoce como “a mal tiempo, buena cara”.
– Esforzarse en ver siempre la “botella medio llena, y no medio vacía”.
– Intentar encontrar cada vez nuevas posibilidades y no amargarse con los problemas. Ser creativos en la búsqueda de soluciones.
– No perder nunca la curiosidad.
– Leer libros de humor, ver películas y obras de teatro cómicas que fomentan la risa, sobre todo cuando es un buen humor que no se hace a costa de nadie. El buen humor no tiene por qué ser cáustico o destructivo, aunque a veces pueda picar un poco.
Y para terminar, una perla del gran risoterapeuta Groucho Marx: “la risa es el mejor invento de la humanidad”.
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