Cada quien está a tope sorteando los retos de la vida, muchos se están dejando la piel en superar los desafíos del presente incierto. Sabemos que los tiempos recios requieren corazón y cabeza para navegar aguas turbulentas, pero imagínate lo que ocurriría si tu mente fallara.
La salud mental está en el centro de cualquier proyecto individual, familiar o comunitario, y su pérdida sería como un terremoto en la historia personal. Frente a los problemas de salud mental debemos ser conscientes de las complejas situaciones que se desencadenan en el entorno del hogar y de la comunidad, marcadas por el dolor emocional y asociadas con inestabilidad, precariedad, exclusión, abandono e invisibilización.
En términos generales, cuando se habla de salud mental, se hace referencia a un cierto estado de equilibrio entre la persona y su entorno sociocultural; dependiendo de cuan balanceada sea la relación, el sujeto gozará de mayor o menor calidad de vida. En ese sentido, la Organización Mundial de la Salud dice que es “un estado de completo bienestar físico, mental y social, y no solamente la ausencia de afecciones o enfermedades”.
Si bien es cierto que hay múltiples factores socioeconómicos, biológicos y medioambientales que repercuten sobre la salud mental, también hay estrategias e intervenciones que pueden aliviar el drama personal y familiar. ¿Qué ayuda puede ofrecer la comunidad para atenuar el impacto del sufrimiento? En Salamanca, por ejemplo, contamos con Ranquines para trabajar en favor de las personas con problemas de salud mental y en situación de exclusión social, dando a las familias apoyo y soporte terapéutico.
Ranquines ha sido el lugar salmantino donde algunas personas, en situación de calle, han encontrado una mano extendida, un punto de apoyo o la tabla de salvación para retomar el hilo de sus propias vidas. Otros han podido aprender a comunicarse mejor, a manejar sus emociones, a experimentar otras formas de interacción y convivencia gracias al apoyo psicológico.
Ranquines es una iniciativa emprendida hace cuatro años, en el otoño de 2017. Está coordinada por Cáritas Salamanca y cuenta con la participación de la Diócesis de Salamanca, los Padres Paúles, las Esclavas del Sagrado Corazón de Jesús, las Hermanas de Nuestra Señora de la Consolación, las Hijas de la Caridad, la parroquia El Milagro de San José, las Religiosas de los Sagrados Corazones y las Hijas de Jesús.
Además, el voluntariado arrima el hombro en este proyecto de largo aliento, como nos relata Ester, quien dedica tiempo, afecto y compromiso con el prójimo: “Soy esclava del Sagrado Corazón de Jesús y vengo aquí de voluntaria dos días a la semana. Me siento tan agradecida de poder acoger, escuchar, estar pendiente, dar un sentido a esta obra tan bonita que es Ranquines… De hacer que estas personas vivan su dignidad ante la sociedad, sean respetadas y se puedan integrar; para mí es un regalo muy grande el poder estar aquí”.
Enhorabuena al equipo humano de Ranquines; sabemos que la gestión seguirá siendo ardua, pero merece la pena el esfuerzo y, con seguridad, en el camino, aparecerán muchos “ángeles silenciosos” que tenderán la mano para sostener, renovando con su gesto la esperanza para todos de que un mundo más humano y fraterno es posible.
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