Si hay algo que nos está salvando de un nuevo descalabro es, sin lugar a duda, la vacunación masiva que se está haciendo a la población, empezando, con muy buen criterio, por los más ancianos, que eran quienes peor lo han pasado y tenían un mayor riesgo de muerte.
Incluso algo tan obvio como ha sido la decisión de vacunar masivamente tampoco ha estado fuera del debate político, e incluso han existido intentos de boicot por parte de alguna administración autonómica que decidía guardar vacunas y no administrarlas, todo un despropósito ante un problema tan grave de salud pública.
A lo largo de la pandemia se han tomado decisiones por parte de las distintas administraciones, algunas de las cuales han hecho un flaco favor, porque no se han tomado buscando el bien común, sino la confrontación política.
El Consejo Interterritorial de Sanidad, que reúne a todos los consejeros y consejeras de Sanidad autonómicos, junto a la ministra de Sanidad, para tomar de forma colegiada las decisiones en materia sanitaria que afectan a la población, ha tenido que ser un auténtico circo intentando poner obstáculos y palitos en las ruedas para luego culpar al otro del desaguisado.
El ambiente de crispación política, ficticiamente creado con la pandemia, ha sido lo peor que podía pasarnos a los ciudadanos de este país. “Si ya éramos pocos, parió la abuela”. Si se vota estado de alarma, se critica; si se quita el estado de alarma, también. Si se impone el toque de queda, mal; si se suprime, también mal. Si se cierra el ocio nocturno, fatal y si se abre, pésima decisión. Si se hace obligatorio el uso de mascarillas, terrible; si no es obligatorio, igual de terrible.
Así podría ocupar el escaso espacio de esta humilde columna de opinión con todas y cada una de las decisiones que se han tomado y que han servido de enfrentamiento entre los distintos grupos políticos, que han arrastrado a toda la ciudadanía a ese mismo debate y enfrentamiento, en una materia tan delicada como es la salud y, en este caso, sobre un grave problema de salud pública que nos afecta a todos.
Nunca podremos decir a nuestros descendientes ni escribir en los libros de historia que este país olvidó todas sus diferencias cuando, en el año 2020, una grave pandemia devastó el mundo y en España fuimos capaces de ir todos a una para lograr superar tan amargo trago. Todos tenemos una parte de culpa. Cada uno verá desde su óptica las cosas de diferente manera, la óptica que nos ponen delante para que veamos las cosas según ellos quieren.
Nos enfrentamos a una quinta ola que, sin duda, no tendrá repercusiones de presión hospitalaria y UCI como las anteriores gracias a la vacunación masiva realizada por las enfermeras y enfermeros. El esfuerzo realizado para vacunar a tantísima población por parte de los profesionales de enfermería ha sido extraordinario; sin duda, esta campaña ha sido un éxito gracias a ellos, a quienes agradezco su labor y me siento orgulloso de su profesionalidad. Si en esta pandemia alguien ha estado al pie del cañón siempre han sido las enfermeras y enfermeros de este país.
Lástima que nuestros políticos no hayan sabido estar al mismo nivel.
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