
Las campañas contra el fraude fiscal duelen como una patada en el estómago, más en estos tiempos de corrupción y choriceos varios. Todavía recuerdo el célebre eslogan de Hacienda somos todos, y ahora nos vienen con el discurso fácil de ¿Sin IVA? Sí claro, sin hospitales, sin colegios…
Me parece indignante que empleen una buena cantidad de dinero en lanzar mensajes amenazantes a los españolitos de a pie, al común de los mortales, a los que solemos pringar, a los que proporcionamos gran parte de nuestro sueldo al sostenimiento del Estado a través de los impuestos. A los que de mala gana, dicho sea de paso, no nos queda más remedio que contribuir a las arcas públicas con hasta el último céntimo de nuestra limitada economía. A los que nos inspeccionan con lupa mientras otros manejan a su antojo sociedades y cuentas en paraísos fiscales y les hacen borrón y cuenta nueva con la esperanza de que regresen a cotizar en España a cambio de hacer la vista gorda con sus delitos previos.
Mientras hacemos las cuentas de la Declaración de la Renta, los informativos nos apabullan con casos de fraudes de cifras superlativas e hipermillonarias que se escapan (cuando no se han fomentado) al control de los poderes públicos.
Por eso me asquea profundamente que el Gobierno lance en este momento una campaña publicitaria de estas características en la que nos culpa de insolidarios, mientras los telediarios se quedan sin tiempo para ponernos al día de las imputaciones de los urdangarines, del fraude de los sindicatos, de las dimisiones por los ERE falsos de Andalucía… Bastante tenemos con poder pagar la hipoteca, la luz y medio llenar la nevera como para aguantar moralinas de unos dirigentes que se han ganado a pulso nuestra pérdida de confianza en el sistema.
Nueve de cada diez médicos que ejercen en Salamanca consideran que la Sanidad ha empeorado en los últimos años por culpa de los recortes. Cáritas ha aumentado en un 40 por ciento las partidas que dedica a las familias con ayudas de primera necesidad. 2,3 millones de niños (más del 27 por ciento del total) viven en España bajo el umbral de la pobreza y las asociaciones dan la voz de alarma sobre los problemas de malnutrición. Y resulta que ahora somos nosotros los culpables de esta situación, como de los desahucios por comprar casas por encima de nuestras posibilidades y de que nos echen de los trabajos por vagos y por fingir bajas laborales.
En fin… algunas fuerzas políticas hablan de regeneración. Veremos si alguna lo cumple, da ejemplo al resto y se dedica a trabajar por sacar adelante los servicios públicos de este país.
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