La clave del adecuado tratamiento de la depresión radica en la detección precoz, fundamental para el mejor pronóstico de la enfermedad, caracterizada por síntomas afectivos, cognitivos y somáticos, además de con altas tasas de recurrencia y tendencia a la cronificación, según se ha puesto de manifiesto en la Mesa de Debate “Depresión: intervención precoz y reincorporación flexible al puesto de trabajo”.
Para el profesor Jerónimo Saiz, jefe de servicio de Psiquiatría del Hospital Ramón y Cajal de Madrid, CIBERSAM, “las claves para la intervención precoz en depresión pasan por detectar y diagnosticar la enfermedad lo antes posible. Parece fácil pero en la práctica no lo es. Los propios enfermos no reconocen los síntomas como de origen afectivo y quienes los atienden, en muchas ocasiones, no cuentan con formación o tiempo suficiente para ver que realmente lo que hay es una enfermedad depresiva. Después del diagnóstico de la enfermedad, la instauración del tratamiento correcto es también fundamental”.
¿Qué pueden hacer las empresas a favor de esa detección precoz? Según el doctor Javier Sanz, director del Instituto de Medicina Predictiva, “el ámbito de la empresa constituye un marco importante en la detección y abordaje precoz de la depresión. Para ello cuenta con una herramienta fundamental como son los servicios de medicina del trabajo en el ámbito de los servicios de prevención. Pero para conseguir una eficacia adecuada es fundamental la coordinación entre los servicios médicos en el mundo de la empresa y la red pública especializada en salud mental”.
La depresión se relaciona con menor productividad, absentismo, mayor riesgo de desarrollar otras enfermedades, ya sean mentales o físicas, incremento del uso de los servicios sanitarios y un mayor número de accidentes.
Fomentar la prevención
Para Xavier Martí, director general de Lundbeck Iberia, “fomentar la prevención, el diagnóstico precoz, facilitar el acceso a los tratamientos y, sobre todo, una recuperación funcional y gradual, constituyen las claves para la reducción del impacto de la depresión, y ahí las empresas tienen una ocasión excepcional de contribuir de forma responsable al abordaje de esta enfermedad que tanto sufrimiento provoca al paciente y su entorno y que representa una de las principales causas de baja laboral”.
Aproximadamente, el 80% de la pérdida de productividad debida a la depresión pueda atribuirse a una inadecuada capacidad en la ejecución de las tareas más que a la ausencia del puesto de trabajo. En este sentido, se ha infravalorado la importancia de los síntomas cognitivos de la depresión, uno de los síntomas residuales más prevalentes que permanecen tras la mejoría de la enfermedad pero siguen limitando la actividad habitual del paciente: dificultades de atención y concentración, de memoria, de toma de decisiones y planificación, de agudeza mental y velocidad de pensamiento.
Como explicar el Prof. Saiz, “un paciente con depresión se puede reincorporar a su puesto de trabajo cuando se siente capaz de hacerlo, los síntomas de la enfermedad han remitido lo suficiente y ha recuperado sus capacidades. En este sentido, los síntomas cognitivos tienen mucha importancia para la recuperación funcional del trabajador con depresión. Cuando hablamos de cognición muchas veces se piensa en cosas muy generales pero también hay que hacerlo en aspectos como la función ejecutiva, la capacidad para decidir, enfrentarse a situaciones… y todo esto también está condicionado por la pérdida que la depresión induce en estas facultades”.
Recuperar la funcionalidad
El objetivo terapéutico de la depresión, en la actualidad, persigue que el paciente recupere la funcionalidad, de modo que pueda desempeñar las tareas de su día a día como lo hacía antes de la enfermedad. Por ello, resulta crucial prestar atención a la presencia de síntomas residuales como los cognitivos, con el fin de detectarlos y tratarlos en beneficio de la calidad de vida del paciente, pero también de las empresas. No en vano, abordar correctamente la depresión redunda en la productividad empresarial. Y es que los costes de tratar la depresión son mucho menores que las consecuencias de no hacerlo.
Según el Prof. Saiz, “a consecuencia de la crisis económica, la precariedad en el empleo y las posibilidades de ser despedido han aumentado y el trabajador tiende a ocultar los síntomas de una enfermedad como es la depresión, especialmente por el estigma que aún hoy persiste de culpabilizar al enfermo de estarlo. Por tanto, vuelve el fenómeno del presentismo: el paciente está en su puesto de trabajo pero no es capaz de realizar las tareas que tiene asignadas porque la enfermedad no se lo permite. Trata de que no se le etiquete como un mal trabajador pero su rendimiento no es bueno. Es un problema”.
¿Qué medidas se pueden adoptar en la esfera empresarial para garantizar la recuperación efectiva y gradual de un empleado con depresión al puesto de trabajo? Como pone de manifiesto el Dr. Sanz, “la adecuada adaptación de los requerimientos que el puesto de trabajo exige a la persona en una estrecha colaboración entre los servicios de psiquiatría y los de medicina del trabajo. De igual forma, la rígida estructura actual de las bajas laborales hace que un paciente deba de pasar de no estar adecuado para trabajar a tener que hacerlo al 100% del tiempo. Existen determinadas dolencias, y considero que la depresión es una de ellas, donde las incorporaciones a tiempo parcial en determinados casos ayudarían a una más pronta recuperación de la persona”.
Una reincorporación gradual
En España tenemos buenas prácticas empresariales al respecto. “Existen numerosos casos en donde ante una depresión se permite una reincorporación gradual. Sin embargo, esto sucede en el ámbito de grandes empresas con servicios de prevención propios. Es por ello que no debemos olvidar que en España el tejido empresarial mayoritario es de PYMES y la normativa en incapacidad temporal hace realmente difícil a todas estas pequeñas empresas el colaborar en este sentido”, concluye el Dr. Sanz.
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