La Sociedad Española de Geriatría y Gerontología (SEGG) explica en la guía ‘Farmacología y envejecimiento. Los medicamentos y las personas mayores’ cuáles son los criterios de prescripción adecuada y los problemas fundamentales que surgen cuando una persona mayor es medicada interacción, reacciones adversas, falta de cumplimiento y adherencia terapéutica, etc.)
El envejecimiento de la población española es un hecho demostrado y las proyecciones para los próximos años no hacen más que exagerar los cambios demográficos que ya se están dando. Estos cambios demográficos (menos natalidad, menos mortalidad y mayor expectativa de vida al nacer) se han dado en paralelo con un cambio en el patrón de la enfermedad (morbilidad) y mortalidad.
Este nuevo patrón de morbilidad ha ido evolucionando desde las enfermedades agudas, infectocontagiosas, de carácter transmisible hacia las enfermedades no transmisibles, fruto de los hábitos y estilos de vida (sedentarismo, estrés, etc.) de carácter degenerativo, con tendencia a la cronicidad y a la asociación de más enfermedades por persona. Esta pluripatología imprime un cierto grado de fragilidad clínica, con deterioro funcional, pérdida de autonomía y discapacidad del paciente.
Nuevo patrón de morbilidad
Según explican los diferentes profesionales en la Guía de ‘Farmacología y envejecimiento. Los medicamentos y las personas mayores’ que recientemente ha presentado la SEGG en colaboración con el laboratorio farmacéutico Chiesi España, el nuevo patrón de morbilidad viene representado por las enfermedades circulatorias (21,4%), respiratorias (15,5%) y el cáncer (12,4%), seguidas de otras como la diabetes,
las enfermedades neurodegenerativas, enfermedades digestivas, etc.
“De esta forma, la pluripatología, la comorbilidad y la limitación de las funciones básicas de la vida diaria del paciente han pasado a constituir la prioridad en el abordaje terapéutico, más aún que la propia enfermedad en sí misma”, explica el presidente de la SEGG, el Dr. José Antonio López Trigo. Como consecuencia de todos estos fenómenos, las personas mayores se encuentran frecuentemente polimedicadas para controlar sus problemas de salud y mejorar su calidad de vida. Actualmente, el 88,9% de los mayores de 65 años consume algún medicamento, llegando al 93,4% en el caso de los mayores de 75 años.
El 94% de las personas que padecen enfermedades crónicas están polimedicadas, entendiendo por polimedicación el consumo de cuatro o más principios activos durante los últimos 6 meses. Hablamos por tanto de un consumo elevado, un 70%, del gasto farmacéutico del Sistema Nacional de Salud por parte de las personas mayores, que suponen el 17,3% de la población total.
A la hora de abordar un tratamiento con fármacos en pacientes mayores, los especialistas deben afrontar problemas como las modificaciones que el envejecimiento, de manera fisiológica, induce en la farmacocinética y en la farmacodinámica; que al tratarse de pacientes con más patologías (multimorbilidad) pueden necesitar más fármacos o que la polimedicación aumenta las probabilidades de interacción que crecen exponencialmente al ir agregando fármacos a un tratamiento. Asimismo, hay que definir los criterios de prescripción adecuada o de restricción de uso de aquellos fármacos que no son recomendables y tener en cuenta las reacciones adversas a medicamentos que con frecuencia son determinantes del ingreso hospitalario de pacientes mayores.
Esta sociedad científica también ha detectado la falta de estudios científicos específicos de cómo afectan los fármacos en las personas mayores así como la complejidad en el manejo de los fármacos por parte de las personas mayores, lo cual dificulta un adecuado cumplimiento y adherencia terapéutica. Además, las personas mayores tienen más posibilidad de errores en la toma o administración de los medicamentos prescritos
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