La intolerancia a la lactosa tiene una prevalencia de entre un 30 y un 50% de la población, y existe una creciente demanda de información sobre ella por parte de la sociedad, en especial sobre las consecuencias para la salud, como su relación con la osteoporosis. Pese a su elevada prevalencia, se dispone de pocos datos reales sobre la intolerancia a la lactosa.
Por este motivo, la Sociedad Española de Patología Digestiva (SEPD) y la Sociedad Española de Médicos Generales y de Familia (SEMG) han llevado a cabo una encuesta nacional entre especialistas en Medicina de Familia y del Aparato Digestivo con el fin de analizar el nivel de conocimiento y de manejo clínico de esta enfermedad y comparar sus resultados. “La importancia de esta encuesta nacional es que, por primera vez, nos permite saber qué piensan y qué percepción tienen de esta enfermedad los dos colectivos médicos implicados en su diagnóstico y tratamiento. Por un lado, el especialista en Medicina de Familia, primer profesional que atenderá al paciente y, por otro, el especialista en Patología Digestiva, a quien será derivado”, explica el doctor Francesc Casellas, uno de los impulsores de este estudio, especialista en Aparato Digestivo y experto de la SEPD.
“Para tener una idea de la importancia que puede tener la intolerancia a la lactosa entre nuestros pacientes, basta pensar en el papel fundamental que la leche y los derivados lácteos tienen en nuestra dieta. Nos encontramos ante un problema real y del que cada vez somos más conscientes médicos y pacientes”, recuerda el doctor Casellas.
“Existe una preocupación general creciente por las intolerancias alimentarias, tanto a nivel poblacional como de los profesionales. Por una parte, por su alta prevalencia, pero sobre todo por la relación natural que se presenta en estas dolencias entre el inicio de los síntomas y la comida”, añade la doctora Pilar Rodríguez Ledo, responsable del Grupo de Metodología y Apoyo a la Investigación de la SEMG y segunda autora del estudio, publicado recientemente en la Revista Española de Enfermedades Digestivas.
Necesidad de un guía clínica de referencia
Los resultados de las encuestas muestran variaciones significativas entre los dos colectivos médicos. Al analizar el conocimiento sobre la prevalencia de la intolerancia a la lactosa en España, los datos fueron dispares en ambos grupos, alcanzándose diferencias estadísticamente significativas, sobre todo en relación a los participantes que declaran desconocerla. Así, más de un 9% de los especialistas en Aparato Digestivo y más de un 16% de los especialistas en Medicina de Familia comunican su desconocimiento sobre la prevalencia de la intolerancia a la lactosa en España.
En consecuencia, el dato más relevante de la encuesta es que ambos colectivos consideran útil y demandan abiertamente recibir algún tipo de formación sobre este tipo de patologías (98,7% de especialistas en Aparato Digestivo y el 96,4% de los especialistas en Medicina de Familia), por lo que los doctores Casellas y Rodríguez Ledo creen que es una gran oportunidad para ambas sociedades científicas crear guías clínicas con el objetivo de sensibilizar sobre esta patología y dar respuestas eficientes sobre base científica a los pacientes.
Actitud y abordaje de la intolerancia a la lactosa
En relación a la actitud sobre este problema de salud, los especialistas en Aparato Digestivo tienden a considerar el proceso como una patología menor con mayor frecuencia que los especialistas del primer nivel asistencial (71,3%, frente a 40,1%). Del mismo modo, ante los síntomas, los médicos de Atención Primaria tienden a pensar con mayor frecuencia en la posibilidad de una intolerancia a la lactosa que los médicos del Aparato Digestivo, que piensan en patologías más graves con síntomas similares, como intestino irritable o dispepsia funcional (93,5%, frente al 88,2%). Un dato llamativo es que los médicos de más edad de ambos colectivos consideran más grave la intolerancia a la lactosa que los más jóvenes.
Respecto al abordaje terapéutico, “las tres cuartas partes de profesionales, tanto gastroenterólogos como médicos de Familia, expresan la necesidad de realizar un tratamiento frente a este tipo de trastornos funcionales”, explica la doctora Rodríguez Ledo, quien añade que el más habitual reconocido por ambos grupos profesionales “son las recomendaciones dietéticas, siendo los tratamientos farmacológicos pautados mayoritariamente de forma ocasional”.
En este sentido, predominan las recomendaciones dietéticas en ambos colectivos, aunque en mayor proporción entre los gastroenterólogos (99,09%, frente a 92,3%), así como la prescripción de comprimidos de lactasa (57,2%, frente a 25,6%). Para los dos grupos, la preocupación actual por las intolerancias alimentarias radica mayoritariamente en la relación natural que en esta dolencia tiene la comida con la aparición de síntomas (62,9% en especialistas en Aparato Digestivo y 51,5% en los de Atención Primaria) y, sobre todo, con la necesidad de tratamiento por parte del paciente con trastornos funcionales (73,6% en especialistas en Aparato Digestivo y 73,0% en los de Atención Primaria).
La encuesta se ha realizado en una muestra estadísticamente significativa de ambos grupos de profesionales. Entre los especialistas en Aparato Digestivo la mayoría de ellos trabaja en hospitales de tamaño medio (62,3%), mientras que entre los de Atención Primaria, el 87,3% trabaja en centros de salud, siendo estos urbanos en un 63,9% de los casos.
¿Qué es la intolerancia a la lactosa?
La lactosa es un azúcar que está presente en todas las leches de los mamíferos. Por su parte, la lactasa es un enzima producida en el intestino delgado que permite la correcta absorción de la lactosa. El déficit de esta enzima puede conllevar una mala absorción de este azúcar y la aparición de síntomas digestivos, como diarreas, hinchazón, dolor abdominal, náuseas o vómitos, entre otros, que es lo que se conoce como intolerancia a la lactosa.
El umbral de intolerancia puede variar mucho de una persona a otra. Además, por su variedad e inespecificidad, los síntomas pueden confundirse fácilmente con otras enfermedades digestivas, el síndrome de intestino irritable. Sin embargo, uno de los principales problemas de la intolerancia a la lactosa es el autodiagnóstico. Muchos pacientes detectan el malestar que les provocan los lácteos y dejan de tomarlos, desapareciendo los síntomas, “pero dejar de consumir lácteos podría entrañar un riesgo para la salud por déficit de calcio, vitaminas A y D, ácidos grasos y proteínas, que pueden derivar en falta de masa ósea”, señala el doctor Casellas, quien recuerda la importancia de contar con asesoramiento y control especializado.
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