En España existen diferentes circuitos de atención sanitaria regulados por las leyes vigentes en cada comunidad autónoma. En el caso de las personas transexuales, su entrada al circuito asistencial “se está realizando cada vez más desde la Endocrinología”, según señala el doctor Marcelino Gómez Balaguer, del Grupo de Trabajo de Identidad y Diferenciación Sexual de la Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición (SEEN).
No obstante, el también especialista de la Unidad de Identidad de Género del Servicio de Endocrinología del Hospital Universitario Dr. Peset de Valencia recuerda que la identidad de género de una persona no la diagnostican los médicos, sino que se autodetermina. Por ello, matiza, “la atención integral de las personas transexuales requiere una evaluación, no diagnóstica, de las necesidades de cada persona y debe planificarse de forma individualizada”.
El experto ha participado en un coloquio sobre incongruencia de género –según la nueva denominación de la OMS– durante el XXIV Curso de Formación Continuada en Endocrinología y Nutrición de la SEEN, dirigido a médicos internos residentes (MIR) de tercer año (R3) de Endocrinología y Nutrición y celebrado recientemente en Madrid. “La incongruencia de género es la discordancia entre el género sentido y el género asignado al nacer, que puede conducir a un deseo de transición para vivir y ser aceptado como persona del género experimentado”, explica.
El Dr. Gómez Balaguer defiende que el endocrinólogo es una pieza fundamental en el engranaje asistencial de la diversidad sexual y de género: “La formación que recibe un estudiante de Medicina en temas identitarios es mínima, por no decir inexistente. Para la SEEN, es un reto y un objetivo programático facilitar a los residentes de Endocrinología una adecuada formación, tanto en el manejo de las hormonas según las guías clínicas como en diversidad de género. El trabajo dentro de los equipos multidisciplinares debería coordinarse desde la Endocrinología, pero unificando las actuaciones de psicólogos, médicos y pediatras, ginecólogos, cirujanos y trabajadores sociales”.
La atención integral de la diversidad sexual y de género se denomina actualmente Medicina Transgénero y, además de incluir la atención endocrinológica, trata otros aspectos relacionados con la salud física y psicosocial. “La medicalización no es la solución a la transexualidad, y las terapias reparativas o de reconducción, además de no mostrar ningún tipo de beneficio, son claramente perjudiciales”, denuncia el experto. En su opinión, las claves de la atención integral se basan en la combinación de varios elementos: “Respeto, tolerancia, refuerzo de la autoestima y acompañamiento médico garantista y de calidad en igualdad de condiciones que el resto de los usuarios a la Sanidad pública”.
La vivencia familiar
Respecto a cómo vive la familia el proceso, el endocrinólogo ha señalado que, en el caso de los adolescentes y jóvenes con incongruencia de género, “es frecuente encontrarse con lo que se conoce como disforia familiar, ya que no todas las familias viven el tránsito de sus hijos con normalidad; en algunos casos extremos, los padres lo perciben como un auténtico duelo”. Por ello, “la atención sanitaria transgénero debe acoger, asistir y acompañar a estas familias, así como transmitirles seguridad y confianza”. En este sentido, considera que la colaboración “entre psicólogos, pediatras y endocrinólogos es fundamental y la clave está en transmitir información correcta”.
El miedo a los tratamientos hormonales y a sus efectos secundarios, las posibles frustraciones sociales de sus hijos y la estigmatización suelen ser sus principales preocupaciones. “En el fondo, subyace un problema de transfobia que debe ser superado”, asegura Marcelino Gómez Balaguer. “Marginalidad, distocia social, automedicación y patología mental son ya hechos aislados. En la actualidad, quienes demandan acompañamiento endocrinológico son personas muy jóvenes, totalmente integradas, sin ningún tipo de tratamientos previos y carentes de psicopatología”, añade.
Según se recuerda desde la SEEN, la última versión de la Clasificación Internacional de Enfermedades (CIE 11) de la OMS, publicada en junio 2018 y que entrará en vigor en enero 2022, recoge el término incongruencia de género para referirse a la transexualidad y la excluye del catálogo de enfermedades mentales, integrándola en la categoría de afecciones de la salud sexual, mientras que el Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales DSM V habla de disforia de género. El Dr. Gómez Balaguer cree más acertada la sugerencia de la OMS: “La disforia hace más referencia a un síntoma que a una condición, y no todo transexual tiene disforia, entendida como malestar o frustración. Con todo, lo importante es la idea de que la incongruencia de género o transexualidad no es una enfermedad mental”.
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